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¿Una cárcel en la isla de los Estados?

Por Hugo López Carribero*

Ya está rodando la idea ciudadana de volver a instalar una unidad carcelaria en la Isla de los Estados.

La moción ya trajo aparejado un debate interno en el marco de la administración de Justicia, y de los respectivos Ministerios, Nacional y de la Provincia de Buenos Aires.

El interés de la Nación y de la Provincia, es compartir esa prisión, para alojar a los presos más peligrosos, y que han sido condenados por delitos contra la vida. Homicidios en ocasión de robo, violaciones seguidas de muerte, homicidios ejecutados para ocultar otro delito.

Por Internet, con dos clic podemos ver que la Isla de los Estados está ubicada en el océano Atlántico Sur al este de la península Mitre de la isla Grande de Tierra del Fuego, de la cual está separada por los 24 km. del estrecho de Le Maire.

Pertenece al departamento Ushuaia de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur en la Argentina.

Dado que ha sido declarada reserva provincial ecológica, histórica y turística, el acceso está restringido a determinados contingentes turísticos que parten desde Ushuaia, quienes deben pernoctar en la embarcación que los traslada. Todo el archipiélago es administrado por la Armada Argentina.

Ya hay sectores de izquierda que comparan la severidad de la medida con la cárcel de Guantánamo, estableciendo que la Isa de los Estados será la nueva Guantánamo.

En 1889, la prisión de San Juan de Salvamento fue trasladada a Puerto Cook, donde funcionó hasta 1902. En un llano cercano a la playa, flanqueado por dos macizas hileras de montañas, se levantó el edificio que servía de prisión, junto a un grupo de casas de madera y chapa donde vivía el personal militar.

La existencia aquí era apenas un poco más tolerable que en San Juan de Salvamento. Con el correr del tiempo se hizo evidente la necesidad de trasladar definitivamente el presidio a Ushuaia.

Al momento de realizar este traslado, el 6 de diciembre de 1902, un grupo de presos se amotinó, y 51 de ellos lograron escapar en tres embarcaciones.

La fuga no tuvo mucho éxito, ya que sólo un barco consiguió llegar hasta Bahía Thetis, en Tierra del Fuego, mientras que los dos restantes naufragaron en Cabo Colnett.

De los 51 prófugos lograron capturar a 39, de los cuales 7 murieron y sólo 5 pudieron escapar.

Los amotinados fueron juzgados por un Consejo de Guerra en Buenos Aires y condenados a cumplir nuevas condenas, esta vez en la tristemente célebre Prisión de Ushuaia.

Sus historias terminaron en las frías celdas de esta cárcel, no mucho más agradable que las casillas emplazadas en Isla de los Estados.

Hace pocos meses hubo una masiva fuga de la cárcel de Ezeiza, aquí no más. Los detenidos habían logrado evadirse mediante un boquete de 40 por 22 centímetros realizado en el hormigón armado de la celda 22 y, para las autoridades, la fuga no se podría haber llevado a cabo sin complicidades internas y sin una logística y apoyo externo.

Para salir de la cárcel, los presos debieron romper casi 30 centímetros de concreto y luego construir un túnel a través del cual salieron a la parte exterior del módulo, y luego de cortar alambrados perimetrales, llegaron a la calle.

Evidentemente, para seguridad de la sociedad, y no para castigo de los reos alojados en las unidades carcelarias, es mejor que el peligro de fuga exista en la Isla de los Estados.

*Abogado penalista.


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