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Un zapato en la cabeza: sobre la muerte de Nisman

Por Esteban Rodríguez Alzueta

Cualquiera que haya leído las conspirativas novelas de Jorge Asís, comprenderá que los servicios secretos no responden al gobierno de turno. Al menos no por mucho tiempo. Por eso cada nuevo gobierno incrusta en su interior una nueva camarilla que lo sobrevivirá. Después de casi cuatro décadas la Secretaría se ha ido autonomizando hasta convertirse en cualquier cosa menos a un organismo de inteligencia. No creo que me equivoque si digo que se trata de una agencia de desinteligencia, dedicada a agregarle confusión a las coyunturas políticas, a tirar carne podrida, sembrar todo tipo de rumores, espiar a los dirigentes, encubrir, extorsionar, desgobernar, en una palabra –y como decía Perón- a quilombificar la escena contemporánea. Para prueba basta un botón! Antonio Stiusso, alias “Jaime” o “Stiller”: un espía que empezó su carrera en la última dictadura militar, que estuvo con Alfonsín y contra Alfonsín; con Menem (¿contra Menem?); con y contra De la Rua; con Kirchner y contra Kirchner; con Cristina Fernández y después contra ella. Como los alfiles, se esconde detrás de cada jugada, operando para otros; es una pieza que tuvo el privilegio de atravesar todo el tablero y siempre en diagonal.

Dudo que sepamos alguna vez qué sucedió en el departamento del ex fiscal Alberto Nisman. Y si llegamos a una verdad judicial, seguiremos teniendo nuestras sospechas. Lo que ha pasado es producto de una larga cadena de errores que involucró a muchos actores, a algunos más que otros. Cuando tienen el culo sucio nadie se atreverá a sacar los trapitos al sol y, como cantaba el Indio Solari, “te puede fusilar hasta la cruz roja”.

La Secretaría de Inteligencia es una herencia de la dictadura. Pasan los gobiernos pero las prácticas quedan. De esas prácticas han echado manos los gobiernos y la justicia. Por eso nadie quiso reformarla, y acaso por eso mismo, nadie ha podido reformarla todavía.

Porque estamos llenos de leyes, estamos llenos de trampas. Trampas que tienden los agentes secretos. Esa ha sido su especialidad. Se sabe, la información es poder. Esa información se produce o se inventa. Se encuentra o se planta. Lo importante no está en la veracidad sino en la capacidad para mover o detener las voluntades. La agencia le dirá a los actores lo que éstos quieren escuchar. Y no tendrá inconvenientes de jugar a dos puntas, incluso a tres o cuatro al mismo tiempo. Hay carpetas para todas las elucubraciones. Cuanto más conspirativistas somos, más crédulos a esa información. La verdad es un problema para la justicia, salvo que se mueva bajo los auspicios del secretismo de la agencia. La política se construye en la calle y en la televisión, aunque también tienen sus costados oscuros. Cuando se apaga la luz, se encienden los grabadores. Esa trama secreta se teje en las zonas abyectas donde muchos (funcionarios y ex funcionarios, magistrados y ex magistrados, fiscales y ex fiscales, policías y ex policías, empresarios y agencias de inteligencia de otros países) tiran sus cartas en función de sus propias jugadas. Siempre habrá un periodista o un fiscal dispuesto a comprar los enlatados de la agencia. Como en el don Pirulero, cada cual atiende su juego, pero no siempre sabe que juega el juego de los otros y si lo intuye, no podrá controlarlo.

Como viene escribiendo desde hace tiempo, Horacio Verbitsky, estamos ante otra tarea pendiente. En materia de “inteligencia” no ha sido tampoco una década ganada. En esa herencia todos tienen su cuota de responsabilidad. Los funcionarios, pero también la oposición. Sobre todo los jueces federales, que se dejaron llevar de las narices, promoviendo y avalando todo tipo de prácticas ilegales. Encima, el último gobierno parece haber sumado contrainteligencia a la desinteligencia involucrado a las FF.AA. en las tareas de espionaje. ¿Acaso no será por esto mismo que han ensayado una defensa cerrada sobre la figura del General Cesar Milani? ¿Acaso no será por eso que han multiplicado el presupuesto destinado a la inteligencia militar? Y si esto es así ¿Qué hizo la gente de Milani en estos meses, después del descabezamiento de la SI? ¿Hicieron la plancha, se durmieron, los durmieron? ¿O directamente esto nunca existió?

Tal vez sea el momento oportuno para meter manos en el asunto, pero dudo que una ley pueda desandar aquellas prácticas. Y está visto que en este canasto, sacar la manzana podrida, puede costarle al gobierno de turno demasiado caro. Este gobierno ha sabido remar crisis. De hecho, las reformas que ha ensayado no han sido el producto de una estrategia planificada de largo aliento sino la respuesta oportuna frente a cada una de las crisis coyunturales con las que se ha medido. Dudo que a menos de un año de su finalización tenga margen para barrenar semejante ola.

El ensayista mexicano, Sergio González Rodríguez escribió en su libro El hombre sin cabeza: “El tiempo pulsa cuerdas cuyo sonido tarda en llegarnos, a veces pasan años, a veces décadas”. Los argentinos acabamos de escuchar una de ellas. La bala en la cabeza de Nisman hace rato que viajaba a través del tiempo.

Fuente: http://rodriguezesteban.blogspot.com.ar/


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