Por Javier Sinay.
“Tenemos muchas hipótesis sobre el crimen de Carlos Alberto Gutiérrez Camacho”, dice un investigador que pide reserva con su nombre, pero que trabaja sobre el asesinato del colombiano ocurrido el lunes pasado en la ciclovía de Figueroa Alcorta, en los Bosques de Palermo. “Una hipótesis es que Gutiérrez Camacho estuviera por contratar a un sicario conocido como ‘el Diablo’ para ejecutar a alguien; otra es que este mismo sicario lo haya traicionado y lo haya entregado a quienes lo mataron después”.
El crimen del colombiano, perpetrado con una pistola calibre .380 largo que acertó once disparos, es investigado por detectives de la División Homicidios, de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la policía y de la comisaría 51ª de la Policía Federal, y despierta, a tres días de su concreción, más dudas que certezas. Se sabe que la víctima tenía 40 años y que había llegado a la Argentina por primera vez en 1997 (cuando ocupó un asiento en un vuelo de Aerolíneas Argentinas que había despegado en Bogotá, y dos días después continuó viaje hacia Australia), pero que vivía en el país desde 2011. Se sabe que vivía con su novia (la colombiana Solange Kive Trujillo Velázquez, de 22 años, estudiante de inglés y también herida durante el tiroteo) en un departamento de Vicente López, en Hipólito Yrigoyen y Solís. Y no se sabe mucho más.
“Estamos cerca de encontrar a este hombre apodado ‘el Diablo’”, sigue el investigador. “Esta persona estuvo el lunes junto a Gutiérrez Camacho y después huyó, pero no podemos asegurar si se fue por miedo o por haber entregado al otro colombiano”. Ayer a la noche, en una habitación del quinto piso del Hospital Fernández, la novia herida –que permanece bajo estricta vigilancia médica y policial– le contó a la fiscal Cristina Caamaño que la víctima se había juntado aquella tarde con “el Diablo”, pero dijo no saber de qué habían hablado. Entre las especulaciones sobre Gutiérrez Camacho, no se descarta todavía que él mismo sea un sicario (o “gatillero”, como se les dice en Colombia a estos verdugos) refugiado en la Argentina.
La versión de que Gutiérrez Camacho trabajaba para el cartel de Norte del Valle, de Colombia, llegó pronto a oídos de Caamaño. Según una fuente judicial colombiana, el móvil del asesinato de Gutiérrez Camacho habría sido una venganza pergeñada por su antiguo jefe por el fracaso de un envío de droga a Europa, que derivó en el secuestro del cargamento por parte de la Policía colombiana luego de interceptarlo en Panamá.
En Colombia, la Policía Nacional ya está procesando datos para confirmar que Gutiérrez Camacho es el nombre real de la víctima y que su oficio real es el de fotógrafo (en su billetera se encontró una credencial, pero no se sabe adónde publicaba sus trabajos). Por otro lado, Gutiérrez Camacho había salido del país varias veces bajo ese nombre para ir a Uruguay, y se encontraba tramitando un DNI de extranjero en Argentina. En caso de que su nombre no sea real, los investigadores argentinos lo relacionarán rápidamente con el de Jairo Saldarriaga, alias “Mojarro”, el jefe de los sicarios del capo narco Daniel Barrera Barrera, alias “el Loco”. Mojarro fue ejecutado en abril de 2012 en Marcelo T. de Alvear y Talcahuano –Barrio Norte–, donde se encontraba bajo un nombre falso.
“Todo nos lleva a pensar que, como era colombiano y hubo un ajuste de cuentas, el motivo sería el narcotráfico”, aseguró la fiscal Caamaño a la prensa, ayer. “Eso es lo más lineal. Tal vez tenía una deuda, tal vez. Él estaba, dicen, separado de una mujer en Colombia; por ahí, lo mandó a matar la mujer. Todavía no lo sé, puedo pensar cualquier cosa”.