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Vacíos que llenar, el juego de la silla y la cuenta regresiva a la devaluación

Por Alejandro Bercovich

El novelón del traspaso de mando y las frustradas negociaciones entre entrantes y salientes para intentar reencauzarlo trajeron una consecuencia inesperada: en la jura de Mauricio Macri ante la Asamblea Legislativa, pese a que el Presidente habló reiteradamente de la necesidad de un pacto social, no hubo empresarios ni sindicalistas. En la Casa Rosada, al margen de los ejecutivos que juraron como ministros, el mundo de los negocios tuvo un solo representante: Franco Macri, quien no estaba allí como jefe de SOCMA precisamente. El dato se convirtió en la comidilla del establishment durante toda la tarde, en medio de la expectativa generalizada sobre los primeros anuncios que hará el Gobierno y de un pico inflacionario récord para los últimos dos años. Los encargados de ceremonial movieron cielo y tierra para enmendarlo hasta poco antes de que se abrieran las puertas del teatro Colón para la función de gala de anoche, donde sí hubo varios referentes de gremios y empresas. Del mismo modo que nadie quiere quedar demasiado lejos del calor del poder, el elenco gobernante se horroriza ante la perspectiva de encarar aislado y sin apoyos un primer semestre que augura muy tenso en términos sociales.

Mientras terminan de llenarse los últimos casilleros de cada ministerio con más nombres del planetacorporate, todos se desviven por conocer los resultados del road show neoyorquino que encaró antes de asumir el flamante secretario de Finanzas, Luis Toto Caputo. Según las fuentes del nuevo gabinete a las que accedió BAE Negocios, Alfonso Prat Gay está prácticamente decidido a liberar el tipo de cambio la semana próxima si se cumplen las promesas que cosechó en Wall Street su vecino de oficina y expresidente del Deutsche Bank: un piso de u$s 6.000 millones que prestaría un grupo de bancos internacionales (el Deutsche, el Citi, el HSBC, JP Morgan y Goldman Sachs), un bono del Tesoro por u$s 5.000 millones que el mercado compraría a una tasa todavía alta pero inferior al 9% que venía pagando Axel Kicillof, otros u$s 3.000 millones que adelantarían las grandes acopiadoras de granos y cereales a cambio de la devaluación y la quita de retenciones y otros u$s 3.000 millones que obtendrían la Ciudad y la Provincia tomando más deuda. “Nuestro piso global son 15.000 millones. Sin eso, la pileta está demasiado vacía como para tirarse”, dijo a este diario un ministro que juró ayer.

La gran pregunta es dónde irán a frenar la cotización del dólar oficial tras la liberación del tipo de cambio. Un gráfico que circuló insistentemente por mail y whatsapp entre las mesas de dinero más influyentes llevó a varios banqueros a arriesgar una cifra, al menos en privado. No es ningún cálculo misterioso sino el tipo de cambio real multilateral que estima el Banco Central. Según esa cuenta, para recuperar la competitividad del momento inmediato posterior a la deva de Juan Carlos Fábrega (febrero del año pasado), la divisa debería valer $15,50. Para la City, el número es ése. Claro que si ese salto trae como consecuencia otra ronda de aumentos de precios, como se descuenta, habría que generar un “colchón” dejándolo subir algo más.

Tormentas y paraguas

Alejandro Vanoli le allanó el camino a Federico Sturzenegger para encarar el prometido desmantelamiento del control de cambios desde hoy mismo, cuando se sentará por primera vez en el despacho principal de Reconquista 266 y al frente de su mesa de operaciones. Tal como se adelantó en esta columna dos semanas atrás, los cinco directores que responden a Kicillof evitaron hacer lo propio y aguardan una negociación política en el Senado que les permita a algunos de ellos seguir en sus sillas. Pero el equipo económico no encarará tratativa alguna: también hoy convocará a la comisión bicameral de tres miembros a la que el Presidente debe pedir opinión antes de remover a cualquier director con acuerdo parlamentario. Una vez recibida esa opinión (no vinculante), tiene decidido echarlos mediante un decreto de necesidad y urgencia.

Sturzenegger precisará nervios de acero y mucha pericia para evitar un overshooting de consencuencias financieras y sociales imprevisibles. Pero ante todo, el mercado espera que les ofrezca una perspectiva clara de arreglo definitivo en todos los frentes externos aún abiertos. Sobre todo con los fondos buitre, que amenazan con bloquear la llegada del dinero que puedan obtener la Nación, la Ciudad y la Provincia en el mercado. Por eso la primera conversación que mantuvo Prat Gay fue con Jack Lew, el secretario del Tesoro de Barack Obama. Al igual que el de Nicholas Brady a inicios de los 90, el de la actual cartera económica estadounidense es el único paraguas capaz de “alinear los patitos”, como dicen en la City. Su apoyo llegó como contrapartida del alineamiento que les prometieron a sus contrapartes norteamericanas tanto el ministro de Hacienda como la designada canciller, Susana Malcorra.

Macri terminará de exteriorizar ese nuevo marco de alianzas internacional cuando visite la villa alpina de Davos a fines de enero, donde probablemente se vea con Obama y otros mandatarios de países desarrollados en el Foro Económico Mundial. La última vez que un presidente argentino participó de ese mítin exclusivo fue en 2002, cuando Eduardo Duhalde voló acompañado por Prat Gay como presidente del Banco Central. Aquella vez, el ministro fanático de las motos (como Yanis Varoufakis, aunque en las antípodas teóricas del griego) llegó tarde a la reunión que le había pedido Duhalde a Anne Krüger, la entonces números dos del FMI, en el bar del hotel Belvedere.

Dale gas

Los banqueros e industriales locales aguardan el resultado del salto cambiario para repatriar parte de los dólares que atesoran fuera del sistema financiero local. Por eso el nuevo titular de la AFIP, Alberto Abad, trabaja contrarreloj en la arquitectura del blanqueo que anunciará Macri con su primer paquete de medidas. La promesa de las cerealeras de que adelantarán u$s 3.000 millones tampoco está exenta de obstáculos: según confesaron esta semana los directivos de dos de esas grandes exportadoras, las liquidaciones empezarán recién cuando el dólar haya subido y cuando se hayan liberado los precios del aceite y todos los subproductos de los granos.

La lógica es la misma en toda la economía: wait and see. Nadie quiere poner más que el resto ni ganar menos. Por eso el nuevo ministro de Agricultura, Ricardo Buryaile, debió recordarles a sus colegas de la Mesa de Enlace que ahora su jefe es Macri y ya no los afiliados de Confederaciones Rurales. Pero las señales son encontradas. En la misma cartera de Agricultura, por caso, recalará como subsecretaria la directora ejecutiva de la poderosa Coordinadora de Industrias Alimentarias (COPAL), Mercedes Nimo. La misma que la semana pasada apabulló a dos enviados del nuevo secretario de Comercio, Miguel Braun, con un ultimátum para que corten de cuajo con el plan Precios Cuidados y liberen todos los precios.

Carlos Melconian, también en silencio, trabaja por estas horas en una reforma del Banco Nación para recortar gastos en personal directivo de sus empresas controladas. Propone algo parecido a lo que quiso hacer en su momento Gabriela Ciganotto: que cada director presida una de esas firmas. En el Provincia, Augusto Rodríguez Larreta (hermano del intendente y ex ejecutivo del Banco Hipotecario) irá como vice de Jorge Macri en el Grupo Banco Provincia y también pretende ahorrar costos. Una de las primeras anomalías que detectó fue el cuantioso bono que su antecesor, Santiago Montoya, asignó a los gerentes de Provincia Net.

Macri busca fijarse prioridades y hacerlo de afuera hacia adentro. Por eso quiere avanzar primero sobre el dólar y luego sobre el abastecimiento de energía, y recién después sobre temas más domésticos. Por eso le prestó especial atención a Evo Morales, quien no ocultó su mueca de preocupación al verlo jurar. En ámbitos empresarios han escuchado hablar al Presidente con inusitado detalle de la tarifa que acordó Cristina Kirchner con Evo Morales por el gas importado apenas asumió. En Chile, al día siguiente de su visita a Michelle Bachelet, el diario La Segunda también insistió con la idea de usar los mismos gasoductos por los que Argentina enviaba gas hacia allá hasta 2005, pero para traer hacia acá GNL que llega más barato a sus puertos.

En el plano local, el desaire involuntario de ayer al establishment puede repetirse el lunes en la Conferencia Industrial de la UIA, aunque el Vasco José de Mendiguren le recordó la invitación afectuosamente apenas ingresó al Congreso aún como electo. Anoche los industriales todavía esperaban que el lunes vaya Macri con casi todo su gabinete, pero el mandatario evaluaba mandar solo a su ministro de Producción, Francisco Pancho Cabrera, por la cantidad de trabajo que le demandan al resto los preparativos para los anuncios de la semana entrante.


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