Un nuevo testigo declaró hoy ante el juez que investiga el crimen de Angeles Rawson que «dos o tres empleadas domésticas» que trabajaron en el edificio de Ravignani 2360 renunciaron porque eran acosadas por el portero imputado, Jorge Mangeri.
Se trata de un hombre que envió a la Fiscalía de Instrucción 35, a cargo de Paula Asaro, un correo electrónico en el que afirma que un vecino del edificio del barrio porteño de Palermo donde vivía Angeles le contó a su madre que a él se le fueron «dos empleadas domésticas cansadas de que este señor (por Mangeri) las acosara constantemente».
Esta información fue enviada vía internet a la fiscalía el pasado 18 de septiembre y cuando la fiscal Asaro se la remitió al juez Javier Ríos, éste dispuso que el remitente sea citado hoy a declarar.
Fuentes judiciales informaron a Télam que el testigo ratificó hoy en el Juzgado de Instrucción 17, el contenido del e-mail e incluso precisó que las empleadas acosadas por Mangeri en el edificio de Palermo podrían ser tres.
En el mensaje, titulado «Dato causa Mangeri» y al que tuvo acceso Télam, el denunciante -cuya identidad se mantiene en reserva para preservar al testigo-, asegura: «Hace ya unos cuantos días he tomado conocimiento de un dato que tal vez sea de importancia para fortalecer la acusación contra el actual imputado Mangeri».
El hombre explica que su madre y su padre viven en un edificio situado enfrente pero en diagonal al de Ravignani 2360, que «el caso Angeles ha conmocionado la cuadra» y «es tema obligado cada vez que se reúne la familia».
«Puntualmente en una de estas charlas familiares tomé conocimiento indirecto (a través de mi madre) sobre dichos de un vecino del edificio donde vive el portero», escribe el testigo.
El hombre además individualiza a ese vecino como el varón de una pareja de ancianos que fue grabada por canales de televisión cuando la noche del 26 de junio todos los vecinos de Ravignani 2360 fueron trasladados por la Policía Metropolitana a declarar a Tribunales por decisión del juez de la causa.
El testigo explica que su madre se cruzó con ese vecino en la calle y le dijo: «¿Cómo le va? Qué bárbaro lo que ha pasado», y el anciano le contestó: «Señora, lo que tiene que pasar es que el portero no salga más de la cárcel».
Siempre según el diálogo que reproduce en el e-mail, su madre le preguntó al vecino: «Ustedes en el edificio ¿creen que fue él?», y éste respondió: «Pero señora, ¿qué le parece? A mí se me fueron dos empleadas domésticas cansadas de que este señor las acosara constantemente».
Además, en el correo electrónico el testigo relata que su madre le preguntó al anciano si él había declarado esto en tribunales, el hombre le contestó: «No, yo no voy a andar contando nada. Pero si les tuve que pedir que hagan un montón de correcciones a mi declaración porque escribieron un desastre».
Por último, el testigo reconoce que lo que él cuenta «podría ser chusmerío de viejas de barrio», pero afirma que «parece un dato objetivo que tal vez pueda chequearse», que puede «ser un aporte al esclarecimiento» o «robustecer la acusación» y se pone a disposición de la Justicia.
Voceros judiciales indicaron a la agencia Télam que el juez Ríos ahora analiza citar a declarar primero a la madre del testigo del e-mail y luego a la pareja de ancianos a la que supuestamente le renunciaron las empleadas por el acoso del portero.
Esta no es la primera vez que algún testigo declara que Mangeri solía piropear o acosar a mujeres del barrio.
Una empleada de una inmobiliaria afirmó que el portero le ofreció «cien pesitos» para ir al sótano, y otra mujer también denunció que su empleada, quien vive en la casa tomada ubicada junto al edificio de Ravignani 2360, le dijo que Mangeri la acosaba cada vez que pasaba.