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Un delito que no para de crecer: se roban seis mil celulares por día

Dos días atrás, un chico de 15 años llamado Cristopher Rodríguez apareció en la guardia del Hospital Penna con el pecho abierto por un balazo. Y no hubo caso: aunque los médicos intentaron reanimarlo, Cristopher murió poco después. Sus amigos –de 16 y 17 años- contaron que habían salido de un colegio nocturno en Parque Patricios, que fueron a una pizzería y que después, al pasar por la esquina de Grito de Asencio y Enrique Ochoa –ya en el barrio de Nueva Pompeya- fueron abordados por un grupo de ladrones que los atacaron, les robaron y le dispararon a quemarropa a Cristopher. “Lo mataron para robarle el celular”, contaron.

La investigación sobre el caso parece llevar a otros destinos –una pelea de bandas rivales, por ejemplo-, pero si algo deja la tragedia irreparable de ese adolescente de 15 años y el secreto que aparentemente quieren custodiar sus amigos sobrevivientes es la alarmante naturalidad con la que se pretende contar que alguien sea asesinado por un teléfono celular.

Los teléfonos robados van al mercado negro.

Los teléfonos robados van al mercado negro.

Como en el caso de Cristopher Rodríguez, pero sin tanta violencia, 5.873 argentinos son asaltados o hurtados cada día precisamente a propósito de su aparato celular, que luego es reformateado y vendido en el mercado negro, según estimaciones de la consultora Carrier y Asociados.

El dato no es menor, teniendo en cuenta las implicancias para una industria que no deja de crecer: la mayoría de los teléfonos son de fabricación nacional. En 2012 se vendieron 13,4 millones de celulares, de los cuales más de la mitad fueron de tecnología avanzada (es decir, smartphones). Según el estudio de Carrier y Asociados, el 16 por ciento de esos aparatos –la cifra nada despreciable de 2,144 millones- fueron comprados por gente que fue víctima de un robo de celular: el promedio es de casi seis mil robos por día.

En mayo del año pasado el Grupo de Operaciones Especiales y la División de Operaciones Telemáticas de la Policía Metropolitana dio un golpe al mercado negro de la telefonía celular al desbaratar un laboratorio de clonado y formateo de celulares robados. Ocurrió en el barrio de Once –en el 2079 de la calle Corrientes- y entre los quince detenidos hubo argentinos, mexicanos, paraguayos, peruanos y dominicanos. “Era una verdadera fábrica de celulares robados, había miles y miles de equipos, que eran restaurados, ensamblados y modificados para introducirlos nuevamente al mercado”, recuerda hoy uno de los policías que participó de la investigación. “Estas bandas operan limpiando todo vestigio del robo, incluso hasta modificaban las carcazas cuando el aparato robado está rayado. También agregan plaquetas, cambian cajas nuevas y tienen software para reemplazar los IMEI (o códigos se seguridad) y dejar los equipos listos para usar con cualquier empresa de telefonía celular”.

Por ahora el tema de los celulares robados permanece en la mira de la Justicia, en tanto las bandas de narcotráfico, secuestro y robo de autos se alimentan con teléfonos de este origen, y es uno de los asuntos de las discusiones sobre la normativa que se fijará para el servicio de comunicaciones celulares, a propósito de la cual la Secretaría de Comunicaciones presentó un proyecto del Reglamento de los Usuarios de los Servicios de Comunicaciones Móviles.


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