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Tragos amargos

Por Rodrigo Bonini*

Desde hace ya algunos años se advierte una serie de síntomas vinculados al consumo abusivo de alcohol que comienza a consolidarse y afecta intensamente a nuestros jóvenes, provocando accidentes, violencia y adicción. Es así que existe un progresivo pero sostenido descenso de la edad de inicio de consumo de alcohol como así también la actualmente paridad en los niveles de ingesta entre mujeres y varones, y la cada vez más preocupante presencia de psicofármacos y drogas de diseño que se mezclan con el alcohol en las salidas nocturnas que, lejos de resultar divertidas se transforman en un sistema de “tragos amargos para trampas suicidas”.

Diversas encuestas y categóricos informes reflejan de manera contundente el crecimiento, evolución y complejizacion del consumo de alcohol en el segmento joven. Son estos chicos los que deben asumir por ello, y a muy temprana edad, un alto costo humano y social, ya que los efectos nocivos que provoca esta práctica los corroe, no solo desde una visión de salubridad sino además en la interacción con sus pares y el entorno, generándose entonces un modelo de relación y vinculación esencialmente toxico. En este sentido estudios epidemiológicos señalan que la adolescencia es un periodo de riesgo crítico para el inicio del consumo de alcohol, y el inicio más temprano se asocia con un mayor riesgo de desarrollar abuso al alcohol y dependencia.

En esta inteligencia, la Organización Mundial de la Salud ubica a la Argentina en el segundo país de América Latina con mayor consumo per cápita; ahora bien, si se analiza cualitativamente la composición de las cifras que nos sube al podio de los excesos, el diagnóstico resulta aún más alarmante toda vez que la participación del segmento juvenil resulta decisivo, en donde siete de cada diez estudiantes, tanto mujeres como varones (evidentemente el alcohol no discrimina), consumieron alcohol alguna vez en la vida, mientras que el 42% de los adolescentes de 14 años o menos reconoce haber bebido alcohol en el último mes (esta cifra asciende a 71% entre los 15 y 16 años).

En base a datos del servicio de toxicología del hospital de Niños de La Plata, más del 30% de casos asistidos allí es por intoxicación de bebidas alcohólicas, siendo los tramos de edad más comprometidos los que van de 10 a 19 años. Asimismo los especialistas resaltan el desconocimiento y falta de contención familiar: “pocos padres saben que cuando un adolescente empieza a consumir grandes cantidades de alcohol en pocas horas tiene alto riesgo de sufrir trastornos neurológicos, cardiacos, digestivos y metabólicos, convulsiones, desvanecimientos, coma alcohólico y hasta la muerte”.

Cada vez, y en especial para fin de año, nos encontramos escribiendo y describiendo de una y otra forma un escenario crítico y doloroso, en donde las estadísticas y experiencias de vida nos marcan una vez más que las acciones y esfuerzos fueron, a priori, insuficientes de evitar que nuestros jóvenes resulten víctimas de un sistema perverso que los expone a excesos, agresiones, violencia y frustración; heridas todas ellas de una sociedad que necesita sanar.

Especialista en Política Criminal. Ocupó cargos ejecutivos vinculados a las áreas de Seguridad en Nación, Provincia de Buenos Aires y actualmente en la Ciudad de Buenos Aires.


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