La investigación de la causa conocida como «Secta S.A.» pudo determinar que los integrantes de la organización tenían una estructura dividida en diferentes roles que iban desde la captación de fondos, mediante aportes obligatorios y prostitución, hasta su administración mediante la compra de propiedades e inversiones en la Argentina y en Estados Unidos.
Así, de acuerdo con la acusación fiscal, los miembros se distribuían la responsabilidad desde el «coacheo» o captación de nuevos alumnos; el «geishado VIP» o «palomeo», que era la explotación sexual de sus víctimas; la «cura de sueño», utilizada para aleccionar y disciplinar; y el «banquito», como se denominaba al lavado del dinero que obtenían.
Según la investigación del fiscal federal 4, Carlos Stornelli, y los fiscales Alejandra Mangano y Marcelo Colombo, ambos de la Procuraduría contra la Trata y la Explotación de Personas, la denominada Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA) generaba un ingreso mensual de 500 mil dólares aproximadamente mediante «una estructura ilegal de negocios en la Argentina y los Estados Unidos».
En los allanamientos simultáneos que se realizaron el viernes último, los detectives secuestraron US$1.130.454 en efectivo, $1.638.532 también en efectivos y 53 monedas de oro de diferente peso, además de un kilo de plata, mil libras esterlinas y 100 euros.
Además se incautaron 300 historias clínicas, que están en estudio porque se entiende que pueden pertenecer a posibles damnificados por la banda, lo mismo que 186 títulos de propiedad, que también se analiza si pertenecen a otras víctimas de la organización.
Captación
Los investigadores creen que la organización captaba a «alumnos y alumnas» desde al menos el año 2004 y «contaba con una estructura jerárquica y piramidal de la que participaban aproximadamente 179 alumnos, repartidos entre sus diversas sedes ubicadas principalmente en esta ciudad, y en las ciudades de Las Vegas, Chicago y Nueva York».
Para los pesquisas, Juan Percowicz era el creador y líder de la organización, pero bajo su orden, había una línea de al menos 18 personas que lo secundaban y que tenían a su cargo los distintos «emprendimientos» de esta organización: el «coacheo», el «geishado VIP» o «palomeo», la «cura de sueño» y el «banquito».
La EYBA proclamaba el impulso de la «evolución espiritual» a través de su filosofía con la meta de lograr la «reencarnación eterna» al llegar al nivel 7 «formal», que ocupaba el sindicado líder Percowicz, alias «El Ángel».
Tanto Percowicz como los otros 18 detenidos se negaron a declarar en el juzgado Criminal y Correccional Federal 4, a cargo de Ariel Lijo.
De acuerdo a los pesquisas, las personas que captaba el grupo se las sometía «a todo tipo de actividades que podríamos catalogar como perversas y contrarias a la libertad, la autonomía y la dignidad de cualquier ser humano».
Lejos de la familia
Como primera medida, los «alumnos» y «alumnas» que lograban acercar a la organización era «el alejamiento del círculo familiar anterior -que denominan ‘familia biológica’-en contraposición a la ‘familia’ que conforma la EYBA», y, en caso de que hubiera algún acercamiento, era «monitoreado por los líderes por los riesgos que conllevan en el convencimiento de pertenecer a la organización».
Esos alumnos, tenían la obligación de atender al líder máximo (Percowicz), al que llamaban «número 7», a quien le hacían aportes económicos que tenían como base los 200 dólares pero que, en algunos casos, podían llegar a ser de hasta 10 mil dólares mensuales, sostiene la acusación fiscal.
«Lo mismo ocurriría en cada uno de los cumpleaños del líder, fecha en que los ‘alumnos’ y las ‘alumnas’ deben mostrar su fidelidad aportando sumas de dinero que este año habrían alcanzado los 65 mil dólares», señalaron los fiscales en su dictamen.
De acuerdo a la investigación, en algunos casos a las «alumnas» se las sometía a explotación sexual, que en la jerga de la organización denominaban «geishado VIP» o «palomear».
Esto consistía en enviarlas «a mantener encuentros sexuales con personas de elevado poder económico para obtener dinero, protección y/o influencias».
Los coordinadores
Para los pesquisas, la tarea del «geishado» era coordinada por una primera línea de la organización, entre ellas las imputadas Marcela Arguello, Marcela Sorkin, Susana «Mendy» Mendelievich, Adriana Ruth «Cosmito» González y Daniel Gustavo Trepat Fryd, aunque todos ellos eran supervisados por Percowicz.
Según la acusación fiscal, para que todo esto se pudiera llevar a cabo, la organización sometía a sus víctimas a «prácticas coercitivas» que se llevaban a cabo en una clínica denominada «CMI Abasto», ubicada en Guardia Vieja 4072, que supuestamente estaba a cargo de la detenida Alicia «Doqui» Arata y donde se desempeñaban al menos los otros imputados Luis Romero, Horacio Vesce y Silvia Herrero.
En esa presunta clínica, los alumnos eran «internados y adormecidos durante varios días como forma de ‘aleccionamiento’ y ‘subordinación’ cuando planteaban alguna crítica o duda respecto del líder y la organización», explicaron los fiscales, quienes agregaron que esa práctica era denominada por la organización como «cura de sueño».
Los investigadores creen que la banda criminal obtenía unos 500 mil dólares mensuales y que ese dinero lo administraban Gustavo Rena, Mario Alberto Leonardo, Marcela Sorkin, Daniel Eloy Aguirre y María Susana Barneix.
Los fiscales establecieron que las ganancias se invertían muchas veces en el mercado formal, para lo cual utilizaban una financiera clandestina que denominaban «banquito».
De acuerdo a la pesquisa, con el dinero lograron comprar departamentos y hasta incluso edificios enteros en la ciudad estadounidense de Las Vegas, que destinaron al alquiler de oficinas.
En tanto, en Argentina, realizaban inversiones mediante dos inmobiliarias, un estudio jurídico contable y hasta una escribanía, dijeron.