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Se negó a declarar el detenido por el crimen de la diseñadora

El único detenido por el crimen de Celina Bergantiños, la diseñadora asesinada en un PH del barrio porteño de San Telmo, se negó en la tarde del miércoles a declarar ante la jueza a cargo del caso y seguirá preso por los delitos de «homicidio y robo», informaron fuentes judiciales.

Se trata de Miguel Angel Santa Marinha (34), esposo de la mejor amiga de la víctima, quien al ser revisado por los médicos del Cuerpo Médico Forense presentó cortes en la palma de la mano derecha y los investigadores no descartan que se los haya producido durante el ataque que sufrió la víctima.

La autopsia indicó que la joven fue estrangulada.

La autopsia indicó que la joven fue estrangulada.

Fuentes judiciales informaron a la agencia Télam que el acusado fue indagado el miércoles a la tarde por la jueza de Instrucción porteña Silvia Ramond, quien le imputó los delitos de «homicidio» y «robo», pero se negó a declarar por consejo de su abogado particular Antonio Rovito.

En tanto, por orden de la magistrada, detectives de la División Homicidios de la Policía Federal allanaron en las últimas horas la casa del imputado en la localidad bonaerense de Monte Grande en busca de elementos robados a la víctima, ropa y calzado de Santa Marinha y su Citröen C4 con el que quedó grabado en el garaje lindero con la escena del crimen, en Bolívar 731 de San Telmo.

Más temprano, los pesquisas allanaron ese garaje para secuestrar los videos donde se ve al imputado y su vehículo en el lugar, que cuenta con 16 cámaras.

Los investigadores ya visualizaron esas imágenes pero hoy fueron con un técnico policial para retirar los originales de las grabaciones, precisaron fuentes policiales.

Los voceros señalaron que Santa Marinha quedó grabado el miércoles por las cámaras de seguridad del garaje ubicado al lado del PH donde vivía la víctima, estacionando su Citroën C4 y con una bolsa de herramientas, cuando entraron a robar a la casa de Celina.

Entre el viernes al mediodía y el sábado a la madrugada -cuando Celina ya había sido asesinada-, el acusado se presentó en el garaje en dos oportunidades y llamó por teléfono a uno de los encargados, pidiéndole los videos de las cámaras de seguridad.

Fuentes de la investigación explicaron que Santa Marinha llegó a ofrecer dinero por esos videos y los reclamaba con distintas excusas, entre ellas, que necesitaba demostrarle a su mujer que estuvo allí porque ella creía que él tenía una amante.

Aparte de la prueba de los videos, en la causa se presentaron a declarar ante la fiscal María Paula Asaro, dos amigos del acusado que contaron que el propio Santa Marinha les confesó el homicidio en una estación de servicio YPF de Monte Grande, donde les dijo: «Me mandé una cagada. Maté a Celi».

Los investigadores también cuentan con un cuchillo de cocina que secuestraron junto al cadáver y que ahora analizarán si con ese elemento el acusado se pudo haber cortado la palma derecha.


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