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Robo para la policía: reclutamiento policial y control social

El docente e investigador Esteban Rodríguez Alzueta presenta un nuevo trabajo en el que analiza la actuación de la policía como una máquina produce inseguridad. Sus relaciones con los jóvenes en los barrios conflictivos. Damos un adelanto.

la maquina de la inseguridadPresentamos un adelanto del libro “La máquina de la inseguridad” del investigador Esteban Rodríguez Alzueta, profesor de la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad Nacional de La Plata. El libro, editado por EME, se presentará el jueves 19 de mayo, a las 19.30, en el galpón de La Grieta (18 y 71) de la ciudad de La Plata y contará con la presencia de Tomás Bover, Santiago Galar, Julián Axat y Florencia Saintout. En junio se presentará en la ciudad de Buenos Aires, primero en el CCC y luego en la Facultad de Derecho de la UBA. También se presentará en la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad Nacional de San Martín con la participación de Marcelo Sain, Claudia Cesaroni, Alejandro Kaufman, Ileana Arduino, María Laura Bohm, Mariano Gutiérrez, María Pía López, Brenda Focas, Leo Grosso y Camila Blanco.

Robo para la policía: Reclutamiento policial y control social

Una de las rutinas institucionales que definen a las policías en Argentina es el reclutamiento. La policía funciona como una “bolsa de trabajo”, aportando la mano de obra barata y lumpen que necesitan las economías ilegales para valorizarse. Estos mercados, vaya por caso el robo de autos que surte en mercado repositor informal o el mercado minorista de drogas, necesitan, como cualquier otro mercado legal o informal, de fuerza de trabajo para moverlos, y las policías se encargarán de proveerla. Ahora bien, ¿cómo es este circuito, qué otras funciones tiene?

Dijimos que cuando la policía detiene sistemáticamente a los jóvenes en su barrio, no sólo los está incapacitando y agregando mayor vulnerabilidad. También perfilan trayectorias criminales para esos contingentes sociales. Con estas rutinas van empujando a los jóvenes a las economías criminales, tratando de que asocien su tiempo a los mercados ilegales.

En segundo lugar, a través del reclutamiento las policías “resuelven” otros problemas. Me explico: cuando la familia no sabe qué hacer con estos jóvenes porque se ha deteriorado la autoridad paternal; cuando la escuela tampoco sabe qué hacer y opta por expulsarlos directa o indirectamente y dejarlos otra vez en la intemperie; cuando las políticas públicas de desarrollo no alcanzan para contener la deriva de los jóvenes hacia el delito, ¿qué hacemos? Tendemos a pasarle la pelota a la policía.

Y lo cierto es que la policía tampoco sabe qué hacer con estos jóvenes que roban al boleo. Además nunca estuvo preparada para abordar este tipo de conflictividad social. ¿Qué hará entonces la policía? En algunos casos aplicará el gatillo fácil, pero la mayoría de las veces tratará de activar otros controles sociales informales.

Va a empujar a los pibes para que empiecen a “patear” con el transa que ya arregló con ellos. De ahora en más, si los pibes se mandan una macana, están exponiendo al transa y será este el que se encargue de poner las cosas en orden. El transa es el principal interesado de que los pibes mantengan un bajo perfil.

Se sabe, cuando la única herramienta que tenemos es el martillo, todos los problemas se parecen a un clavo. En sociedades como las nuestras, que cargan todos los problemas a la cuenta de la policía, lejos de resolver los problemas recreamos las condiciones para profundizarlos. Tal vez sea por ello que en los últimos años haya aumentado la violencia interpersonal entre los jóvenes en los barrios pobres.