| Columnistas

Lo que mata es la indiferencia social

Por Camila Carella y María José Castro*

Una tragedia no natural vuelve a ser primicia en los principales medios argentinos y en el debate de la sociedad toda. Cinco jóvenes murieron en una fiesta electrónica conocida como “Time Warp”. Las primeras autopsias indicaron que fue consumo de éxtasis. Pero ese no es el foco que queremos plasmar en estas líneas.

Cuando hacemos hincapié en que “vuelve a ser primicia” nos referimos a que esta no es la primera vez que tenemos que discutir la muerte de un/a joven en un ámbito cultural/musical que debió haber sido custodiado por el Estado. Y, nuevamente, vuelve a ser primera plana de los diarios, horas de radio y televisión como así también en las redes sociales, la indignación de ciertas voces autorizadas que no pueden entender por qué un/a joven consume drogas sintéticas en la “Time Warp”, o fuma marihuana en un recital de rock. Estas voces pseudo-autorizadas, poco sancionan socialmente el accionar del Estado en tragedias como estas.

Los medios nos dicen que la muerte de estos cinco jóvenes no se puede comparar con Cromañón ¿acaso el número de víctimas es lo que determina la rigurosidad de la causa? ¿o deberíamos pensar en los punto en común que encontramos? Diez socorristas para diez mil personas que asistieron a la fiesta, menores de 18 años presentes, connivencia del Estado (en el directorio de Costa Salguero, sitio donde se realizó la fiesta, se encuentra Fernando Polledo Olivera, esposo de la vicepresidenta primera de la Legislatura porteña, Carmen Polledo, quien cuenta con el 10% de las acciones de dicha empresa) y, como ya vivimos hace 12 años: el lugar estaba habilitado para trece mil personas, ¿adentro? veinte mil.

Aún a sabiendas de todos estos puntos, y frente a la connivencia visible del Estado de la Ciudad de Buenos Aires (con una protección mediática y política escandalosamente silenciosa del Jefe de Gobierno Porteño, Horacio Rodríguez Larreta), el eje mediático está puesto en sí la famosa “droga Superman” fue lo que les causó la muerte. Incluso la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, se expresó ante lo sucedido con la conclusión de que se trata de drogas “a las que le han puesto algún tóxico tipo veneno”. Y si nos ponemos un poco más exigentes, podríamos hablar del discurso retrógrado de la Ministra, en donde sostiene que “si somos más estrictos nos pasamos de la línea” y que además la responsabilidad es de los padres, que tampoco son estrictos con sus hijos/as. Esa línea de la que habla Bullrich probablemente sea la línea de la estigmatización de los/as jóvenes, de la criminalización de los/as jóvenes, de la mano dura, básicamente. En dónde lo único que se logra es instalar un discurso en el que el foco es el consumo y la tenencia de drogas, y así evitar el problema real, que es, que una vez más, se murieron jóvenes en un ámbito que debe ser protegido, custodiado y asistido por el Estado.

A esto le sumamos la publicación en Twitter de la Vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, quien sostiene que “El narcotráfico se lleva nuestros jóvenes sin distinción”, entonces, al hacer esta afirmación de la distinción: ¿Quién excluye?.

Frases estigmatizantes podemos encontrar por doquier, el establecer que hay clases sociales altas, y clases sociales bajas, que ambas sufren por el narcotráfico, también es una forma de discriminar. Los medios de comunicación “intentan” reflejar dichas prácticas en forma panfletaria y es por ello que todas estas afirmaciones contribuyen a la estigmatización y por tanto a la discriminación de los/as jóvenes de forma masiva, diaria y alevosa por parte de los medios de comunicación.

En estas líneas no pretendemos dar soluciones mágicas, ni tampoco señalar con el dedo a quienes, sin lugar a dudas cuentan con una responsabilidad institucional, social y humana. Simplemente llamamos a una reflexión crítica, razonable, humana y sin estigmatización-discriminación. Poner en palabras discursos panfletarios que en dos días dejan de ser titulares es sencillo, pero desde este escrito buscamos reflexionar, ya no somos profesionales de la Comunicación, sino como ciudadanas. Porque es cierto que las drogas pueden matar cuando un joven se encuentra frente a la represión social, policial y a la indiferencia familiar. Pero lo que sin dudas mata, es la negligencia del Gobierno de turno. Ahora en la Time Warp, y hace doce años en Cromañón. En donde nos cansamos de sostener que la música no mata. Los DJ’s no mataron. Callejeros tampoco. Lo que mata es la connivencia frente a estos hechos delictivos,  negligentes e irresponsables por parte del Gobierno de turno.

Pero también lo que mata es la indiferencia social. Sin estas pautas de diálogo social, seguiremos lamentando muertes.

*Licenciadas en Comunicación Social (UNQ)

Fuente: Agencia Paco Urondo.