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La trastienda del Pripazo y las grietas que dejó Niembro

Por Alejandro Bercovich

Los últimos 40 días de la campaña más larga de la historia arrancaron signados por dos terremotos político-empresariales que nada tienen que envidiarle al que sacudió esta semana a Chile. La renuncia de Fernando Niembro, acorralado por sus millonarios e inexplicables contratos con el gobierno porteño, no se gestó en la mesa chica del PRO ni en las oficinas de Jaime Durán Barba sino en el edificio de Torneos, donde no dudaron en bajarle el pulgar al comentarista que perdió para siempre la tranquilidad que le daba su asistencia al viajero. La anunciada compra de Nextel por parte de Cablevisión, en simultáneo, abrió sospechas cruzadas en todos los campamentos y revivió la disputa entre los dueños de Clarín y el enigmático magnate mexicano David Martínez, su socio en la distribuidora de TV por cable. Tanto poder se ventiló en esas dos contiendas que nadie en el Gobierno se tomó demasiado en serio el trabajo de responder al último exabrupto del presidente saliente de la UIA, Héctor Méndez, quien arremetió contra Cristina Kirchner y Axel Kicillof para desagrado de quien lo reemplazará el martes, Adrián Kaufmann por las “bombas” que le dejan a sus sucesores.

La noticia del Pripazo corrió como un escalofrío por la columna vertebral del kirchnerismo duro 72 horas antes de que se anunciara en público. No porque la quebrada Nextel sea un diamante en bruto ni mucho menos, sino porque es justo la pieza que le falta al Grupo para garantizar su supervivencia en la era de Netflix, Spotify y el 4G, donde las telefónicas empiezan a pelear por la crema de un negocio que hasta hace poco se controlaba con solo acaparar postes y cables callejeros. Tras los intentos fallidos de los amistosos Sergio Szpolski y Eduardo Eurnekian de quedarse con la filial que puso en venta hace años NII Holdings, los paladines de la desmonopolización que parió la Ley de Medios en 2009 se espantaron al ver que Héctor Magnetto no solo lograba esquivar la tupamarización a fuerza de cautelares sino que además pasaba a la ofensiva, acariciando el sueño que le dejara trunco Néstor Kirchner: desembarcar en la telefonía móvil.

La desconfianza política es tal a esta altura que hasta los aliados más estrechos se intuyen traidores. Los montos en danza no ayudan, porque no hace falta ser paranoico ni paranoica para presumir que una operación de 165 millones de dólares no suele cerrarse sin haber obtenido antes la venia de las autoridades regulatorias, presentes o futuras. La primera pregunta que se hicieron en Olivos fue ésa, entonces: ¿habría habido un guiño político? ¿debutaba acaso la regla del pato rengo, de la que Cristina amenaza con erigirse en excepción?

La alerta temprana que recibió la Rosada fue de Martínez, habitual interlocutor de Carlos Zannini y aliado también de Axel Kicillof en la pulseada con los fondos buitre. El dueño del fondo de inversión Fintech y socio de Clarín en Cablevisión aterrizó el jueves en Buenos Aires y se ocupó de hacer llegar el dato el viernes temprano al candidato a vicepresidente del Frente para la Victoria. También se hizo tiempo para reunirse con Sergio Massa, quien escenificó más tarde en privado un berrinche con Jorge Rendo, el lobbista en jefe del holding de la trompetita, porque no le había contado antes sobre la transacción. Más hábil a la hora de avivar internas ajenas que de sofocar las propias, Massa procuró esparcir el rumor de que Rendo sí les había avisado a sus rivales Macri y Scioli, en sendas reuniones privadas que fueron desmentidas ante BAE Negocios por los equipos de ambos y por voceros de Clarín.

Pero que las hay, las hay. Por si esa venia de Scioli hubiese existido, el kirchnerismo se apuró a avisar que la operación es “nula de toda nulidad” y que la autorización previa que exige la Ley de Telecomunicaciones para compras o transferencias de este tipo no puede pedirse a posteriori. El portavoz político de la negativa fue Martín Sabbatella, quien aspira a mudarse a La Plata para acompañar a Aníbal Fernández como vicegobernador pero que dejará en la AFSCA un directorio que reconoce como única jefa a Cristina Kirchner, igual que la AFTIC, dominada por el camporismo con Norberto Berner a la cabeza. A diferencia del caballo de Troya que deja Kicillof en el exhausto Banco Central, esos dos directorios no están a tiro de decreto del próximo presidente. Si Scioli tomara el bastón de mando el 10 de diciembre y se rehusara al modelo de “una líder y un presidente” que aspiran a imponerle quienes debieron resignarse a la alianza con él, debería encarar una compleja búsqueda de consensos entre organizaciones sociales, universidades y cámaras empresariales.

Efecto mariposa

Porque todo tiene que ver con todo, el Fifagate que teletransportó al otrora todopoderoso Alejandro Burzaco desde la cima de Torneos (ex TyC) a una prisión estadounidense terminó por desembocar en el golpe fatal que la renuncia de Niembro asestó a la campaña del PRO. El comentarista acusado de haber cobrado más de 23 millones de pesos del gobierno porteño por servicios que prestó sin haber contratado un solo empleado fue desplazado del aire de Fox en una decisión conjunta que tomaron ambas compañías, productora y dueña del canal respectivamente, a la luz del escándalo público que se suscitó. El impulsor de la sanción fue Ignacio Galarza, el reemplazante de Burzaco que llegó al edificio de San Telmo como una especie de talibán anticorrupción, ungido allí por DirecTV con la misión de disipar la imagen grondoniana que le había impreso Burzaco a la compañía fundada por Carlos Avila.

La versión oficial es la que pactó la empresa con Niembro y su abogado, Jorge Anzorreguy (también patrocinante de Hugo y Mariano Jinkis en el Fifagate): que el propio Niembro pidió salir del aire hasta que se aclarase su situación. Pero fuentes de la compañía revelaron a este diario que la reunión del martes fue muy tensa y que el conductor supo ese día que no iba a poder sostener su candidatura por más que su amigo Macri le insistiera para que lo hiciese.

Pasaron poco más de 24 horas hasta que su salida se precipitó. Y lejos de evitarle un daño mayor al macrismo, como se propuso, solo ayudó a massistas y sciolistas a reforzar la idea de que en los contratos de Niembro había habido algo antiético, si no también ilegal, de lo cual fueron corresponsables funcionarios de Bolívar 1.

El desbancado Burzaco, al mismo tiempo, empezó a declarar ante el tribunal estadounidense que lo investiga por supuestos sobornos en la elección de sedes para torneos internacionales de fútbol y en el otorgamiento de derechos de televisación. Según fuentes involucradas en el caso, su estrategia es defenderse con un buen ataque. ¿Habrá mencionado a funcionarios del Gobierno? ¿Y de la AFA? Una preocupación más para Luis Segura y Marcelo Tinelli, los dos dirigentes que se disputan el manejo del deporte más popular del país, en una campaña tan importante que hasta convoca a cuadros decepcionados con el rumbo de la campaña presidencial, como Alberto Fernández. En las últimas semanas, el exjefe de Gabinete trabajó full time para Segura, y hasta dio vuelta algunos votos que ya consideraba propios el conductor de Bailando por un Sueño.

Pactos y más pactos

Para frenar la inflación y retomar el crecimiento sin un ajuste draconiano, el próximo gobierno necesita imperiosamente financiamiento externo y un pacto social como los que fracasaron en 1955 y 1974, los otros dos momentos paradigmáticos en los que la economía argentina chocó con su restricción e(x)terna. De lo primero se ha hablado ya mucho pero lo segundo luce cada vez más complicado: el gremialismo dividido, el empresariado envalentonado y una crisis internacional rampante atentan contra el necesario rol de árbitro que deberá jugar el Estado en esa concertación. La tensión pudo olerse ayer, en la reunión con la Confederación del Transporte (CATT) que terminó interrumpiendo antes de que pasara una hora un distraído Scioli, quien se rehusó a hablar del impuesto a las Ganancias y de otras reivindicaciones sectoriales.

En el frente empresario y tras las incendiarias declaraciones de Héctor Méndez que publicó ayer La Nación, su sucesor electo al frente de la UIA buscó transmitir algo de sosiego.

-Yo no quiero que cuando se hable de economía se diga ‘bombas’ ni ‘campos minados’. Y quiero que de política hablen los políticos. Si casi no quedan reservas en el Central o si no se crea empleo hace tres años podemos decir que es una preocupación, pero dejemos de hablar como si esto fuera una guerra le dijo Adrián Kaufmann al primero de sus colegas del Comité Ejecutivo que lo llamó para comentar los dichos de Méndez.

-Tranqui. Lo del Gordo tiene que ver con los negocios que le prometieron y no le cumplieron le respondió su interlocutor.

Al fin y al cabo, en tiempos de campaña, muchos enojos suelen ser impostados. Y los apoyos también.


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