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La Argentina, ¿paraíso del narcolavado?

Por Roberto Durrieu Figueroa

Existen indicios crecientes de que los grupos narcos eligen nuestro país para expandir sus redes del narcotráfico y lavado de dinero. La Argentina, claramente, ya no es sólo un país de alto consumo, tránsito y producción de la droga: ahora, además, somos un espacio fecundo para el ocultamiento y reciclado de su dinero «mal habido»

Los crecientes asesinatos de corte mafioso, el hallazgo de laboratorios clandestinos dedicados a la fabricación de drogas sintéticas, toneladas de cocaína secuestradas en los últimos años y los procesos penales sobre las «cuevas» financieras por donde transita impunemente el dinero de la droga son algunos de los elementos objetivos que alimentan tales indicios.

Ahora bien, ¿por qué motivo la delincuencia organizada elige a nuestro país? Según el libro de reciente aparición Narcolandia: política, sicarios y negocios, de Virginia Messi y Juan Bordón, los narcos colombianos y mexicanos se sienten seguros en nuestro país, donde hay una comunidad de compatriotas entre la que pueden pasar desapercibidos. En esta línea, Luis Pérez Alvarán, jefe antinarcóticos de Interpol, opina que muchos narcos se radicaron aquí tentados por la fama cosmopolita de Buenos Aires y las ventajas que ofrece un peso devaluado para invertir en dólares.

Pero el asunto es más complejo. Según los estudios de carácter empírico que realicé durante mi estadía en la Universidad de Oxford en 2010, la Argentina es atractiva para el asentamiento del «dinero de la droga» por varios factores característicos de nuestra coyuntura económica actual.

En primer lugar, por la implementación de programas de blanqueo que se contraponen con las recomendaciones internacionales y las buenas prácticas fiscales. A mediados de 2013, el Congreso aprobó un plan de blanqueo (ley 26.860) para permitir que los activos no declarados al fisco pudieran ingresar en nuestra economía formal sin ninguna clase de cuestionamiento sobre sus orígenes. El programa tenía una duración originaria de tres meses, pero la Presidenta extendió su vigencia en sucesivas oportunidades; la última, hasta el 30 de este mes. Legisladores de la oposición y expertos antilavado advirtieron que la aplicación poco trasparente del plan fiscal podría promover las operaciones de narcolavado.

Pero no sólo eso. Al estudiar e indagar sobre los movimientos y las motivaciones de bandas narcos asentadas en nuestro país en las últimas dos décadas, pude concluir que la Argentina es un destino atractivo para desarrollar la última etapa de todo proceso de lavado de dinero: esto es, la inversión de capitales «sucios» en el mercado legal y regulado. En los casos estudiados, se utilizaron empresas offshore establecidas en Uruguay y en las Islas Vírgenes de Estados Unidos y del Reino Unido para separar y convertir el producto del delito. Posteriormente, los activos ya ocultos y convertidos fueron consumidos en la economía legal de la Argentina, y las inversiones se inscribieron en los registros oficiales nacionales y provinciales, pero bajo el nombre de sociedades «pantalla» o de testaferros.

Y aquí se encuentra la crítica fundamental al sistema antilavado de nuestro país: los registros de automotor, bienes o sociedades (ejemplo, la Inspección General de Justicia) no exigen la constatación o declaración del «último beneficiario» (beneficiary owner) de la inversión.

Esto trae aparejado numerosos problemas y limitaciones a la hora de investigar casos de lavado, corrupción, trata o narcotráfico. Por ejemplo, cuando la inversión final se inscribe a nombre de sociedades que tienen como accionistas a sociedades pantalla y, a su vez, estas últimas figuran a nombre de otra sociedad offshore, y así sucesivamente en tres o cuatro oportunidades más, y todas ellas constituidas en «paraísos fiscales» que no exigen declarar la identidad de sus accionistas al Estado (es decir, sociedades con títulos al portador).

Este esquema se denomina de «muñecas rusas» o matrioska, pues consiste en que las empresas se encuentran huecas por dentro, de tal manera que en su interior albergan una nueva muñeca, y esta segunda a su vez a otra, y esta última a otra, y así sucesivamente. Se oculta de este modo la identidad del propietario real de la inversión.

Para enfrentar al narcotráfico y al lavado de divisas hay que robustecer la presencia del Estado «dándoles vida» a las distintas agencias estatales que tienen a su cargo la prevención, el control y la represión de la delincuencia organizada y su dinero. Por ejemplo, la UIF, la Oficina Anticorrupción, la Fiscalía de Investigación Administrativa, la Auditoría General de la Nación. Sólo así comenzaremos a revertir el escenario de inseguridad creciente.

Fuente: La Nación.


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