Por Javier Sinay (Desde Río de Janeiro).-
“Después de un enfrentamiento con la policía en el que hay un muerto, por lo general en un barrio pobre, en la noche o en la madrugada, nadie más pasa por ese lugar: la policía es dueña de la situación y en el expediente se declara la legítima defensa del agente policial antes que un asesinato llano. Pero si no tenemos la pena de muerte en la Constitución, no podemos tenerla en las calles”. La opinión pertenece al fiscal Emmanuel Joseph Lemos, coordinador del Grupo de Control Externo de Actividad Policial del Ministerio Público de Bahia, y tiene que ver con una cifra escalofriante que sorprende –o quizás no tanto- a los brasileros en estos días: en un adelanto del Anuario Brasilero de Seguridad Pública se indica que 1890 personas murieron a manos de la policía, en 2012, en 23 de los 26 estados nacionales. Es decir, cinco personas por día. La carátula de los expedientes siempre es la misma: resistencia a la autoridad y posterior enfrentamiento.
En el mismo período, 89 policías y soldados murieron en servicio a lo largo del país. La proporción es de 21 civiles por cada policía. El FBI, por ejemplo, dice que una medida aceptable es de 12 civiles por cada policía; y las organizaciones internacionales de seguridad pública hablan de 10 civiles por cada policía. Así, para los especialistas de Brasilia, el número es inadmisible: en Estados Unidos, donde la población es 60% mayor que en Brasil, el número de víctimas en enfrentamientos con la policía fue en 2012 de 410. Pero en la Argentina, un país con una población cinco veces menor que la de Brasil, hay –según datos de CORREPI (Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional)- un muerto por día. Es decir, la misma proporción.
“El número de muertes debería ser de cero o cercano a cero”, opina Samira Bueno, secretaria ejecutiva del Foro Brasilero de Seguridad Pública, organismo que patrocina el estudio. “Todos los países democráticos tienen una policía fuerte, y eso significa que la fuerza sigue un patrón operacional y sigue protocolos con mecanismos de control para garantizar la dinámica. Cuando un policía no cumple el protocolo, él también es una víctima y también puede morir. Sabemos que hay casos en los que un policía corre riesgo o que tiene que proteger la vida de otro ciudadano, y por eso dispara. Este estudio no está en contra de la policía; lo que cuestionamos es que no todas las muertes son necesarias”.
Según los datos, los estados de San Pablo, Río de Janeiro y Bahía son los escenarios donde ocurrieron la mayoría de las muertes en presuntos enfrentamientos. Juntos, representan un total de 1322 sucesos. Sólo en San Pablo, 563 personas perdieron la vida. Sin embargo, el simple cambio del secretario de Seguridad Interior hizo caer un 64% el número de muertos en choques, entre enero y mayo de 2013, a comparación con el mismo período para 2012. En Río de Janeiro, el índice cayó de 1330 muertos en 2007 a 415 en 2012 gracias a políticas de supervisión, control y sanción de procedimientos.
El número actual es alto, pero en el pasado fue peor. Considerando sólo los nueve estados en los que es posible hacer la comparación entre 2007 y 2012, los enfrentamientos seguidos de muerte se redujeron de 1834 a 1165. El secretario de Seguridad Pública de San Pablo, Fernando Grella Vieira, reconoce que han mejorado y revisado los procedimientos de operación, haciendo hincapié en los enfoques y también en las condiciones que se conservan de los lugares de los enfrentamientos. “Además hemos cambiado la nomenclatura”, explica. “Llamar resistencia al arresto o al asesinato ya es un prejuicio. Por eso ahora hablamos de ‘muerte debido a la intervención de la policía’. Por lo tanto , no es en defensa propia, sino que es un asesinato. Saber exactamente lo que ocurrió es crucial, ya que algunas de las acciones de confrontación son legítimas y otras no”.