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Comités de bienvenida, cuentas a ojímetro y Moyano superstar

Por Alejandro Bercovich

—Gracias por venir hasta acá, Karina. Estamos militando a full por Daniel y muy contentos con la candidatura del Chino.
—¡Gracias a vos! ¿Pero qué Chino decís? ¿Tapia?

La primera dama bonaerense no quiso ningunear al compañero de fórmula de su marido ni mucho menos incomodar a su anfitrión, el camporista fueguino Walter Vuoto, cuya cara se desdibujó al notar que Rabolini tenía más presente al ex volante de Boca que al mismísimo Carlos Zannini. Acaso la confusión haya revelado con la nitidez de los actos fallidos el destino de ostracismo que imaginan en Villa La Ñata para los kirchneristas si el Frente para la Victoria logra alcanzar la ídem contra los pronósticos de las encuestadoras que ya erraron feo el 25 de octubre. A esta altura, sin embargo, ambos bandos parecen haber decidido dejar de lado las internas ante la acechanza del rival. El fantasma del llano asusta a todo peronista que se precie.

Los grandes empresarios no se apuran a levantarle la mano a ninguno de los contendientes. Entienden que la agenda de ambos no difiere en lo sustancial, como hizo notar esta semana el magnate Dan Loeb desde su cuartel general de Wall Street, donde admitió haber incrementado sus tenencias de bonos argentinos y avisó que festejará el triunfo de cualquiera que gane. El “ABC” (Anything But Cristina, “cualquier cosa menos Cristina”) se hizo dogma en la Gran Manzana, si bien la unción de Mauricio Macri dispararía una devaluación más brusca, un ajuste fiscal y salarial más pronunciado y por ende un incremento más veloz del precio de los activos criollos.

El partido no terminó. Aunque salió tercero y quedó fuera de competencia, Sergio Massa volvió anteayer al ruedo dispuesto a mostrarse como ganador y a exprimir al máximo los 5,4 millones de votos que, en caso de imponerse Macri, lo dejarían en la pole position para conducir un PJ camino a la reunificación. Varios de sus mecenas lo recibieron anteayer con pompas y honores en el Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (CICyP), donde cortó en seco el intento del anfitrión sciolista Eduardo Eurnekian de ubicarlo en el rol de árbitro. “No nos imaginamos jueces sino actores centrales de la Argentina de los próximos cuatro años”, le respondió cariñosamente.

El zar de los aeropuertos sonrió. En la misma mesa central, Jorge Brito y Adelmo Gabbi compartían sus impresiones sobre los últimos hits de la campaña con Alejandro Bulgheroni (PAE), Adrián Werthein (Telecom) y Adrián Kaufmann (Arcor). El presidente de la Bolsa comentó que en el debate del día anterior en la sede bursátil, el sciolista Gustavo Marangoni le había parecido más sólido que el macrista Carlos Melconian. El dueño del Macro, vecino de carpa de Massa en el exclusivo balneario pinamarense CR, esquivaba cualquier definición. Al salir del Alvear, ante BAE Negocios, aprovechó una frase del mismo Massa para evitar pronunciarse: “A mí también me van a convencer en el debate del 15 de noviembre”, mintió.

El dueño del laboratorio Richmond, Marcelo Figueiras, vaticinó en cambio ante varios incrédulos colegas un ajustado triunfo oficialista. José Urtubey, el más sciolista de la UIA, opinó en otra mesa que no veía derrotado aún el exmotonauta. El gerente de Celulosa Argentina aspira a gobernar alguna vez su Salta natal si su hermano Juan Manuel pega el salto a la arena nacional. Pero paradójicamente, ese escenario se acercaría si gana Macri y Scioli se ve forzado a retirarse de la disputa por la herencia justicialista.

Puños y escotes

Despejados los principales interrogantes sobre el rumbo macroeconómico que adoptarán unos y otros en caso de acceder a la Rosada, el establishment se pregunta por estas horas cómo hará el gobierno entrante para hacer digeribles las medidas antipáticas que prevé tomar a poco de asumir. En definitiva, cómo evitará que el ajuste del salario real que probablemente sobrevenga a la devaluación más anunciada de la historia no derive en un pico de conflictividad social. De ahí el “compromiso con la gobernabilidad” que le pidió Eurnekian a Massa, aunque el dueño del grupo América haya optado por referirse a la sana convivencia entre oficialismo y oposición antes que a la pacificación callejera que le agradecen (en voz baja, casi inaudible) los empresarios a Néstor Kirchner.

Uno de los sillones clave para contener ese posible rebrote de conflictividad es el que ocupó Carlos Tomada durante 12 años. El mundo sindical, que entró en ebullición apenas se conocieron los resultados del 25, aspira a ver allí a alguien surgido de sus entrañas. Scioli anticipó antes de aquel domingo fatídico que su ministro sería Oscar Cacho Cuartango, aunque los Gordos no lo ven a la altura del desafío. La tropilla de gremios grandes que orientan Armando Cavalieri y Carlín West Ocampo pisa fuerte en la Mesa Sindical “Scioli Presidente”, aunque también haya moyanistas como Omar Plaini y ahora también exmassistas como el petrolero Alberto Roberti. Si Scioli gana, el nuevo ocupante del despacho del piso 18 se definirá en esa mesa, mientras la “comisión Castelar” seguirá negociando la reunificación cegetista.

La mesa promotora en cuya cabecera se sienta el metalúrgico Antonio Caló, sin embargo, tiene ya sus primeros desertores. El eterno municipal Amadeo Genta y el jefe del sindicato del gas y correveidile secreto del Papa, Oscar Mangone, pegaron el faltazo a la reunión de esta semana con Scioli y tomaron el recaudo de avisarle a la prensa que lo harían. ¿Salto con garrocha hacia el macrismo? Todavía no. Pero algunos de los que toman carrera empezaron a pedirle reuniones a Jorge Macri, primo de Mauricio y habilísimo operador político del espacio.

Del lado de Cambiemos, los candidatos más mentados para Alem 650 son el secretario de Trabajo porteño, Ezequiel Sabor, y el vástago homónimo del dirigente menemista Jorge Triaca. Pero en las empresas muchos gerentes temen que quien designe al ministro sea en última instancia Hugo Moyano. Máxime si se concreta el anhelo del Momo Venegas de llevar a Macri a un acto homenaje en la tumba de Perón en San Vicente, con el camionero en la foto.

La “tapada” que puede volver a ese puesto de la mano del expresidente de Boca es Graciela Camaño, quien al margen de su sociedad conyugal y política con Luis Barrionuevo y el trato casi maternal que le dispensa a Massa, exhibe el blasón de haber obligado a las empresas a pagar los primeros aumentos salariales posdevaluación por decreto, antes del resurgir de las paritarias en 2003. Aunque pertenecen a bloques distintos, Camaño y Moyano mantienen una relación cordial. Los dos ríen al recordar el puñetazo del camionero que iba dirigido a un empresario transportista entrerriano y que terminó en el escote de la Negra, tal como narran los periodistas Mariano Martín y Emilia Delfino en esa biografía imprescindible titulada El Hombre del Camión.

Precios y celulares

Lo que definirá cuánto golpea la deva al sueldo promedio es el pass-through del aumento del dólar al de los precios. El economista Eduardo Levy Yeyati calcula que ese traspaso es del 5% en Colombia y del 60% en Argentina, por citar dos ejemplos extremos. Sin explicitar en qué cuentas se basan, tanto Alfonso Pray-Gay como Carlos Melconian dijeron en público en los últimos días que no habría tal traspaso porque los precios en Argentina ya están fijados a un dólar de $13 ó $14. Otros economistas del macrismo, como Hernán Lacunza y Rogelio Frigerio, no piensan lo mismo.

Si hay una noticia auspiciosa para la democracia a dos semanas de la elección más decisiva de la última década es que, tarde pero seguro, el debate sobre el contenido empezó a imponerse al de las formas. Pero la mesa chica de Cambiemos sabe que su batacazo de octubre respondió más a un voto castigo contra los modales del kirchnerismo que a un aval a sus propias propuestas de fondo. Tal vez por eso eligió cargar las tintas sobre la designación con fórceps de los camporistas Julián Álvarez y Juan Forlón en la Auditoría General de la Nación (AGN), un ente de contralor avejentado y aletargado, en vez de condenar la aprobación a libro cerrado del Plan Satelital, que en un anexo clave bloquea por ley la entrada de Clarín (vía Nextel) al jugoso negocio de la telefonía 4G.

Fuente: BAE.


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