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Bastones de He-Man, multis versus carapintadas y razzias de despedida

Por Alejandro Bercovich

Ninguno llegó a obturar a tiempo la cámara de su smartphone. Axel Kicillof ya había pasado más de una hora y media charlando con la cúpula de la UIA en el despacho que a fin de mes le cederá Héctor Méndez a Adrián Kaufmann cuando por sorpresa tomó el bastón de acrílico bordó del presidente saliente y lo agitó en el aire como la espada de He-Man. Todos rieron por la ocurrencia. Ya se habían tomado juntos variasselfies como amigos de toda la vida pese a que, hasta 48 horas antes, el propio ministro de Economía había intentado que nada de eso ocurriera y que el brindis por el Día de la Industria en el edificio de la central fabril se suspendiera para no opacar la cena en Tecnópolis donde Cristina Kirchner hizo su llamado público más enfático hasta ahora a votar por Daniel Scioli. Fue el instante más simbólico de una semana en la que el Gobierno también hizo echar al jefe del HSBC, Gabriel Martino, en un episodio que podría repetirse en las próximas horas con otro financista. Un momento de distensión en plena campaña y en medio de una corrida cambiaria solapada que no lograron sofocar siquiera las ventas masivas de dólar ahorro, que apuntan a batir otro récord en septiembre.

El factótum del vuelco de 180 grados en la relación entre el oficialismo y la UIA tiene nombre y apellido: Guillermo Moretti. El jefe de la Federación de la Industria Santafesina y miembro de la “mesa empresaria Scioli presidente” decidió cortar por lo sano cuando el presidente del Banco Nación, el camporista Juan Forlón, le cuestionó el lunes por teléfono su aval a la designación de Kaufmann al frente de la central fabril. “Decile a Wado que no se esconda más y me lo diga en la cara, que yo le presento a Adrián y va a ver que es un tipo razonable”, le respondió sin rodeos. Al rato recibió un llamado de Kicillof invitándolo a cumplir con su palabra. A las cinco de la tarde del martes entraba al despacho del ministro acompañado por la mano derecha de Luis Pagani en Arcor, de donde se llevó su compromiso y el del secretario general de la Presidencia de que ambos asistirían al brindis en Avenida de Mayo y Lima al día siguiente.

Lejos de festejarlo, Méndez le reprochó a Moretti que lo había “puenteado” con esa gestión ante Kicillof, Forlón y Eduardo De Pedro. El metalúrgico, consciente de que se había anotado un poroto ante el próximo jefe de la UIA y ante el posible sucesor de Cristina, lo cortó en seco con una grosería. Ya había tolerado con su mejor sonrisa que el presidente de la CAME, Osvaldo Cornide, le espetara en público y en sus narices que la Unión hubiera elegido para capitanearla durante los próximos dos años al representante de “una multinacional de golosinas”, en detrimento de las Pymes que también la integran.

Multis y carapintadas

Cornide, a punto de cumplir 80 años y con una sinuosa trayectoria política que lo llevó a agradecer públicamente en marzo de 1977 al dictador Jorge Videla por su primer año en la Rosada, a militar en los 90 con el carapintada Mohamed Alí Seineldín y luego con la misma pasión por Carlos Menem, a organizar en 2001 los primeros cacerolazos que terminaron en la caída de Fernando De la Rúa y a abrazar dos años más tarde al kirchnerismo como su propia causa, aprovechó la grieta abierta entre el Gobierno y la UIA para embestir el martes a la central fabril con un argumento bien kicillofiano. “He visto a grupos que se dicen industriales advertir que la administración del comercio iba a dañar las cadenas industriales por falta de insumos y nada de eso pasó. Lo que hizo (el proteccionismo de Economía) fue defender 70.000 puestos de trabajo industriales que se habrían perdido si la Aduana hubiera dejado pasar cualquier cosa”, chicaneó.

Heridos en su orgullo, al día siguiente, los popes industriales le retribuyeron gentilezas al veterano dirigente por el aporte compulsivo que cobra a todos los comercios, del 0,5% de los sueldos de sus empleados. “Se lleva 40 palos por mes por su convenio con (Armando) Cavalieri y dice que defiende a las Pymes. ¿Sabés quién paga esa plata? ¡Los empresarios Pymes!”, vociferó ante este diario uno de los que se tomaba selfies con Kicillof. La tasa Cornide, sin embargo, difícilmente vaya a caducar si el sillón de Rivadavia lo ocupa Scioli, quien recordó con cariño a su padre José, el creador de la cadena de electrodomésticos que llevaba su nombre, cofundador de la CAME junto a sus colegas y amigos Raúl Frávega y Héctor Peres Pícaro.

El cruce de acusaciones no impidió que todos compartieran el gigot de cordero patagónico con pétalos (sic) de cebolla que hizo servir Cristina en su despedida del establishment. La Presidenta se dio el gusto de licuar la representación empresarial en su mesa, sin que nadie le quitara protagonismo, y le regaló un mimo a Scioli tras las dos peores semanas de su campaña. No solo lo ungió como único heredero sino que hasta se ciñó al libreto naranja con su arenga a “seguir adelante en la etapa del desarrollo”. Un mantra que lleva la marca registrada del exmotonauta, quien llevó a su consultor estrella Miguel Bein al brindis de la UIA como gesto para tranquilizar a la City.

El próximo Pájaro

Habitué de las páginas sociales de las revistas del corazón, Gabriel Martino tuvo su despedida a todo trapo del mundo del lobby con el show de Carla Bruni y la cena con Nicolás Sarkozy que compartió la semana pasada con un selecto grupo de invitados del excéntrico dueño de Oca, Patricio Farcuh. El martes, el Banco Central dispuso quitarle su voto de confianza como presidente del HSBC, luego de que la AFIP lo acusara ante la justicia penal por presunta evasión agravada, asociación ilícita fiscal y lavado de activos en el escándalo mundial de las cuentas secretas que destapó el arrepentido suizo Hervé Falciani.

El Pájaro, como se lo conoce en la City, amagó con resistir la decisión y movilizó a las asociaciones de bancos para denunciar un “atropello” de la autoridad monetaria. Finalmente, como meses atrás Gabriel Ribisich en el Citi, cedió su silla para mantener el banco en funcionamiento. Su amigo Augusto Rodríguez Larreta, hermano del jefe de Gobierno porteño electo, salió en su defensa con una carta que hizo circular en Facebook. Allí denunció “injusticia, saña, persecución, populismo autoritario y cobardía” y acusó a Alejandro Vanoli de “esbirro de la Presidenta”. También le dedicó un párrafo a las cámaras empresarias que a esa misma hora se daban codazos para acercarse a Scioli y a Cristina. “Lo increíble es que hayamos perdido la capacidad de asombro, que estas cosas se hayan transformado en normales y que solo la entidad que nuclea a los bancos extranjeros haya repudiado la medida públicamente”, lamentó.
En las próximas horas, probablemente, Rodríguez Larreta tenga otra ocasión para comprobar cuán empáticos se muestran los hombres de negocios ante desventuras de sus colegas. Antes de entregar su despacho del quinto piso del Palacio de Hacienda, ofuscado por lo que considera una corrida al blue orquestada por un pequeño grupo de banqueros, Kicillof planea cerrar a toda orquesta su razzia en la City.

Fuent: Bae.


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