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El relato de la mujer que denunció que fue abusada en el Güemes: «tenía dos moretones grandes en las caras internas de los muslos»

El relato detallado sobre como ocurrieron los hechos.

El relato de la mujer de 27 años que denunció haber sido abusada en el quirófano del Sanatorio Güemes es estremecedor: por la precisión en la descripción de los hechos y el espanto que genera.

Noelia cuenta que “después de ir varias veces a la guardia del Sanatorio Güemes me diagnosticaron cálculos biliares, fui derivada de manera urgente a ver al cirujano especialista Dr. Ortiz. Debido a la gravedad de mis síntomas, decidió realizarme una colecistectomía laparoscópica de urgencia”.

En consecuencia la citaron el 25 de agosto a las 12 del mediodía para realizarle la intervención. Llegó al sanatorio acompañada por su marido, pero hizo sola el trámite de admisión, hasta que una enfermera se comunicó con él para avisarle que estaba todo en marcha.

El cirujano le iba a realizar una intervención laparoscópica, menos invasiva que las cirugías tradicionales, por los cálculos biliares que tenía la mujer, que le provocaban intensos dolores, que la habían llevado varias veces a la guardia del hospital.

“Me llevaron a una sala cerca del quirófano donde éramos los únicos en ese momento, acompañados por la enfermera que estaba allí. Me explicó cómo debía prepararme, me despojé de mi ropa y la puse en una bolsa, también había llevado ropa de cama. Me vestí con la ropa de quirófano y quedé a la espera de que vinieran a buscarme, me informaron que llegaría un camillero cuando el quirófano estuviera listo para realizarme la cirugía”, explicó.

Al quirófano

La mujer cuenta que a las 13.10 un camillero la fue a buscar y que ella misma se ubicó en la camilla. Transitaron por una serie de pasillos -esos lugares a los que sólo accede personal autorizado- y la dejaron frente a un quirófano. Le explicaron que había intervenido a una mujer que estaba contagiada de covid y que se debía realizar la desinfección. Además era el horario de cambio de guardia.

“Luego me vino a buscar otro masculino y me dejó adentro del quirófano, pero en una sala previa a donde se realizan las intervenciones. Luego yo misma me pasé de la camilla a la cama donde me realizarían la operación. En el quirófano estaban el anestesista (entraba algún masculino que ya se retiraba) y había también otros dos masculinos y recuerdo escuchar una voz femenina. Yo estaba muy tranquila y había un ambiente normal”, continúa.

La mujer relata que antes de darle la anestesia le iba a suministrar otra droga para que la pudiera asimilar mejor. Ya en el quirófano, le colocaron los electrodos que se conectan a los equipos para monitorear el estado del paciente durante la intervención.

Mareos

“Comencé a sentir que todo en la habitación daba vueltas me sentí mareada, desorientada y asustada y no tengo nación del tiempo que pasaba, veía todo moverse de abajo hacia arriba y en algún momento perdí el conocimiento. Recuerdo haberme despertado en la misma sala con algunas personas a mi alrededor, pero los cirujanos ya no estaban”, recordó.

Cuando se despertó se sentía muy dolorida, por lo que le dieron una medicación. Estuvo en una sala de recuperación y allí le dijeron que debía permanecer unas horas más en el sanatorio hasta que le dieran el alta. Después de las 19 se retiraron y se fueron a la casa.

“Llegué y me retiré la ropa que llevé al hospital, incluso la ropa interior, todo esto lo guardé en una bolsa aparte ya que tendría especial cuidado con la ropa que llevé al sanatorio debido al COVID 19. Esa noche no pude dormir del dolor general. Me sentía muy dolorida y perturbada, una sensación rara, algo que no me dejó dormir tratando de recordar sin saber qué”, detalló.

Noelia estuvo toda la noche sin dormir y más allá de los dolores sentia que algo no estaba bien. Que no se trataba sólo de la operación, sino que había algo más que no lograba recordar. Eso la mantenía preocupada.

Marcas y golpes

“Esa noche seguí con menos dolor, pero con la imposibilidad de conciliar un sueño tranquilo, seguía despertándome sobresaltada, para esto ya era el día 27 de agosto. Me bañé y al terminar mi esposo me ayudó a cambiarme y nuevamente notó las marcas en mis piernas, caras internas de los muslos, glúteos y piernas. Yo apenas podía verme ya que tenía el abdomen inflamado, luego me tomé fotos para poder ver que tenía y fue allí cuando me encontré con el peor de los escenarios: tenía dos moretones grandes en las caras internas de los muslos, los dos de igual tamaño, en las nalgas tenía marca de dedos y golpes en las piernas. Cuando me los logré ver a través de las fotos y del espejo caí en una angustia y miedo que nunca había sentido, esas marcas que solo estaban en mis partes íntimas bajas me estaban diciendo que algo no andaba bien, no encontraba explicación lógica por lo que comencé a llamar a la línea de asesoramiento por violencia de género 144, allí un operador me dijo que si era una urgencia debía llamar al 911”, relató.

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Tras la llamada, llegó hasta la casa un móvil de la policía. Los agentes luego de realizar la consulta tras el relato, pusieron en marcha el protocolo para investigar un abuso sexual y se trasladaron hasta el hospital Ramos Mejías, para que los médicos legistas pudieran constatar las lesiones.

“Constataron las lesiones mientras la médica legista realizaba un informe, por lo que logré escuchar que las lesiones coincidían con un horario de evolución 48 horas, horario que me confirmaba que había sido lesionada en transcurso de mi intervención en el sanatorio. Me realizaron hisopados vaginales y anales, yo aporté mi ropa interior que fue usada “exclusivamente para concurrir al sanatorio Güemes”, la médica guardó todas las pruebas en unos sobre”, explicó.

Luego de recibir la medicación adecuada para evitar enfermedades sexuales y un embarazo no deseado, se fue del hospital hasta la comisaría 5a, donde realizó la denuncia. La causa está en pleno trámite, con el asesoramiento de la abogada Raquel Hermida Leyenda.