| Columnistas

Turbulencias en Cambiemos por el blanqueo

Por Ignacio Zuleta
  • El gobierno entró en zona de turbulencia por el proyecto de blanqueo de capitales, debate al que Mauricio Macri dedicará las próximas horas, incluyendo reuniones personales con aliados de Cambiemos que ven en la iniciativa un riesgo mayor para el futuro del gobierno. Es un clásico: un proyecto en el que están todos de acuerdo porque lo entienden necesario, pero que puede navegar por errores tácticos, hasta convertirse en un boomerang terminal. Le ocurrió a Fernando de la Rúa: la reforma laboral tenía el acuerdo del oficialismo, el peronismo y la CGT, pero se convirtió en la cruz que terminó con aquel gobierno. Lo que Olivos tiene que impedir es que la ley de blanqueo se convierta en la Banelco de Cambiemos. ¿Cómo puede ocurrir eso? Si se instala en el debate que la medida que permitiría el retorno de miles de millones de pesos a la economía formal, pierde el encanto de una panacea, y se termina discutiendo como un ardid para beneficiar a los amigos. Una vez que el gobierno retoma la iniciativa, puede terminar a la defensiva. Eso lo advierten socios de Cambiemos como los radicales y Elisa Carrió, que afirman que, si proyecto contiene un menú de excepciones y de aclaraciones sobre funcionarios y ex funcionarios, la medida va a ser atacada por la oposición y el público como una trampa. Carrió, que en estas horas está regresando de un viaje de más de diez días a los Estados Unidos, es esperada en Olivos para que describa su plan, que ya adelantó a una radio el sábado: rechaza el proyecto “salvo que tenga penalidades, un destino específico, y que no comprenda a funcionarios públicos, ni a determinados empresarios que han compartido negocios con el gobierno, ni a los testaferros”.
  • La experiencia dice que Carrió es la tasa de corte de un proyecto que sólo saldrá al Congreso si ella lo aprueba. Es decir que ya se puede afirmar que la iniciativa será para todos, menos para funcionarios y ex funcionarios, que no podrán blanquear, salvo si se trata de alguien que tuvo cargos públicos, digamos hace más de diez años, y que permaneció fuera de la administración por un largo tiempo. El blanqueo se ha anunciado decenas de veces, se ha filtrado en sus detalles a la prensa amiga, pero nadie conoce la letra, salvo la minuta que leyó, con más adjetivos e interjecciones que sustantivos, Alfonso de Prat Gay el viernes, antes de subirse a un avión de Air France para estar entre el sábado y mañana en Madrid. La letra chica del proyecto la discuten en estas horas Alberto Abad y los abogados de Economía, dos sectores que aceptan el blanqueo a regañadientes. Creen que es una mala señal, de debilidad ética, pero reconocen que existe una necesidad y una conveniencia. “Soy realista”, le dijo el ministro a un colega de Cambiemos. “- Además – agregó – me dicen que Lilita está de acuerdo”. Su interlocutor dudó: “- ¿Estás seguro? Vos la conocés, hiciste política con ella. ¿O nunca te subiste a auto con ella?”, una manera de decir que la conoce en la intimidad.
  • La advertencia de Carrió y de los críticos de la alianza Cambiemos a quienes esperan hoy Macri y Marcos Peña – alguno es del interior y adelanta el viaje ritual de todas las semanas – es porque la letra final que les pasaron la semana pasada abundaba en detalles sobre cómo podrían blanquear los funcionarios y ex funcionarios. Preguntaron a qué obedecía tanto detalle, algo que también irritó a Abad y a Prat Gay. Les respondieron que es porque hay funcionarios que debutaron en diciembre pasado en cargos públicos, que tienen pasado empresario y que pueden tener dinero escondido – como tantos argentinos – y que tendrían el derecho a blanquear. El argumento no caminó y la respuesta fue: hacemos política, entonces no nombren gente que no esté en blanco. En un país adonde Macri tiene que explicar que los $ 18 millones que aparecieron en Bahamas ya los había declarado, y donde el oficialismo hace política aprovechando los videos escabrosos de maleantes contando dinero con maquinitas en La Rosadita, es un riesgo avanzar en un proyecto que no exceptúe a los funcionarios, como terminará imponiendo Carrió. Dicho con la brutalidad de la jerga de bar y billares: hay que demostrar que el blanqueo no se hace para Macri. Un disparate, pero que puede prosperar si no se cuida la estrategia con este proyecto.
  • No es una jugada sin riesgo, porque volcar a la economía formal los dineros escamoteados al sistema fue también el proyecto del anterior gobierno. Toda la política cambiaria del ciclo Kirchner se explica por la intención de obligar al público a que sacase la plata del colchón. El peronismo que se fue no lo logró; el macrismo sólo puede intentarlo si tiene algún rédito que compense el costo de justificar esa medida. Todo blanqueo es un trabajo sucio. Nadie sabe, además, cuánta plata está fuera del sistema. Orlando Ferreres dijo esta semana en La Nación que pueden ser unos U$S 200 mil millones, pero es una presunción (otros U$S 200 mil millones estarán afuera, pero declarados, en total, casi un PBI). Sin saber cuál es la verdad, todos apuestan a que algo venga; nadie puede presumirlo en serio porque el blanqueo es como las tasas de interés, reflejan la confianza del público en el gobierno. A Cristina no le funcionó porque su gobierno no vendía confianza. El monto del blanquero medirá la confianza en la administración macrista. Durísimo examen.
  • Prat Gay estará de regreso el miércoles o jueves en Buenos Aires; eso quiere decir que no habrá proyecto hasta ese día porque querrá verlo; eso depende de lo que discutan Macri-Peña con los aliados y Carrió entre hoy y mañana, un tema que animó la fiesta de anoche por el cumpleaños de Gabriela Michetti, esperado desde hace un año. Había cumplido 50 años en 2015, pero eso ocurrió un mes después de la derrota ante Horacio Rodríguez Larreta en las PASO por la candidatura a jefe de gobierno, y eso amustió a la cumpleañera, que demoró la fiesta hasta ahora, cuando puede soltarse las trenzas sin inhibiciones: hace un año lloraba una derrota, hoy es vicepresidente. Quiso estar Ernesto Sanz, invitado estrella, pero no pudo adelantar el viaje y eso mermó la que iba a ser la figura radical más importante en el sarao. Ese cumpleaños, por las presencias, sirvió para algunas reconciliaciones. Quedaron heridas de aquella vieja elección, pero se han abierto otras por las tribulaciones de Michetti en el segundo cargo de la Nación. Tiene muchas responsabilidades y mucho poder, pero la ven algunas veces dudar en decisiones y eso sirve para el clásico esmeril del internismo. Muestra de esa cultura del (re)encuentro fueron los mimos que cruzaron Michetti con Marcos Peña, separados desde aquellas lides porteñas, y la presencia de Horacio Rodríguez Larreta con Bárbara Diez. Salvo Macri, que se reservó para el madrugón de hoy, cuando va a Campo de Mayo a celebrar el día del Ejército con anuncios de aumentos de sueldos para uniformados de todas las fuerzas (militares y de seguridad), estaba casi todo el gobierno: Federico Pinedo, Rogelio Frigerio, Patricia Bullrich con Guillermo Yanco, poeta y estratego, Jorge Triacca, Guillermo Dietrich, Carolina Stanley (sin su marido Federico Salvai, que estaba anoche buscando restorán en Roma después de verse con el papa Francisco), Soledad Acuña, con su ex marido el ex kirchnerista Diego Kravetz (hoy funcionario del macrismo en Lanús), el vicejefe de gabinete Mario Quintana, Hernán Lombardi, Jorge Lemus, Enrique Pinedo, la abogada Mónica Almada (Banco Nación), el banquero Enrique Cristofani (Santander-Río), intendentes como Martiniano Molina y Néstor Grindetti, que intentó transmitir a una barra más bien indiferente el entusiasmo por el campeonato que ganó Lanús, el vicepresidente consorte Juan Tonelli, diputados como Fernando Sánchez, Nicolás Massot o Luciano Laspina, el embajador y ex compañero de fórmula Guillermo Montenegro, y una nube de representantes de la prensa amiga que se ocuparán de volantear más esa fiesta. Casi un cumpleaños de estado. Ocurrió en un salón de Arenales y Ayacucho, en la Recoleta porteña, y la verdad es que el menú dio que hablar por la abundancia del bandejeo y lo sabroso de la cazuela de lomo.
  • Fuente: Zuleta sin techo.

Compartir: