| Guerra narco

Condenan a prisión perpetua a un joven que mató a un sicario colombiano

Saldarriaga Perdomo fue asesinado de varios disparos en la Recoleta. Por su crimen fue condenado Jonathan Aristimuño, quien lo mató por encargo. El muerto era jefe de sicarios en Colombia.

Saldariaga Perdomo recibió siete balazos.

Saldariaga Perdomo recibió siete balazos.

Un joven argentino fue condenado a prisión perpetua por el crimen del ex guerrillero y sindicado jefe de sicarios colombiano Héctor Jairo Saldarriaga Perdomo, asesinado de siete balazos en el barrio porteño de Retiro en 2012 en el marco de una aparente guerra de narcotraficantes.
El fallo fue dictado esta tarde en el Palacio de Tribunales por el Tribunal Oral en lo Criminal 1 contra Jonathan Emmanuel Aristimuño (25), quien fue hallado autor de «homicidio agravado por precio» y se le unificó con esta pena una condena anterior de 15 años de cárcel que tení­a en Lomas de Zamora.
Los jueces que votaron por condenar a Aristimuño son Martín Vazquez Acuña y Alberto Huarte Petite, en tanto que su colega Luis Salas se pronunció en disidencia.
La audiencia comenzó a las 11, cuando Aristimuño, junto a su defensora oficial, Verónica Blanco, fue invitado a pronunciar sus últimas palabras, pero sólo respondió: «No tengo nada que decir».
Entonces, los jueces se retiraron a deliberar y a las 14.30 dieron a conocer el veredicto en una sala en la que únicamente estaban el imputado, su abogada y seis periodistas, ya que la fiscal Mónica Cuñarro estuvo ausente por problemas personales.
En los alegatos realizados hace dos semanas, la fiscal afirmó que Saldarriaga Perdomo (39), alias «Mojarra» o «Guajiro», fue un ex miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y uno de los dos jefes de sicarios del famoso narcotraficante de ese paí­s, Daniel «El Loco» Barrera Barrera, actualmente detenido en Venezuela.
Sostuvo que llegó a la Argentina en 2010 luego de escapar de un atentado en Colombia por presuntamente haberse quedado con el dinero de una operación de 500 kilos de cocaí­­na que tení­­a como destino Estados Unidos.
«Mojarra» compró un campo en Concepción del Uruguay, Entre Rí­os, desde donde se vinculó con otro compatriota, Francisco Duque Salazar, actualmente prófugo y acusado de integrar una organización que enviaba cocaí­na a Europa.
El crimen se cometió el 17 de abril de 2012 a las 18.30 en Marcelo T. de Alvear y Talcahuano, cuando el colombiano recibió cuatro disparos en la espalda y luego fue rematado de otros tres en la cabeza.
Durante su huida, el asesino disparó, además, dos veces contra el sargento de la Policí­a Federal Elvio Rojas, que estaba de consigna y repelió el ataque, lo que obligó al sicario a escapar a pie y dejar abandonada la moto en la que habí­a llegado.
Además, el asesino tiró la pistola calibre 9 milí­metros usada en el crimen debajo de un auto, pero pudo ser secuestrada porque el policí­a advirtió esta maniobra.
Durante el juicio oral, la declaración de Rojas fue clave, ya que reconoció a Aristimuño en un video de un banco que grabó la huida del sicario y en la sala de audiencias lo señaló como la persona a la que habí­a perseguido varias cuadras hasta que se perdió entre la gente por la avenida Santa Fe.
Otra prueba contra el imputado es que en la escena del crimen se encontró abandonada una moto y en ella se halló una factura, a su nombre, de la concesionaria donde habí­­a sido comprada ocho dí­as antes, en Avellaneda.
Cuando los detectives fueron al lugar, figuraba el teléfono del comprador, que resultó ser Aristimuño.
Ese teléfono fue analizado y se activó el dí­a de la compra de la moto, dos dí­as antes del crimen en la calle Montevideo -donde la victima visitaba a su abogado porque tení­a intenciones de blanquear su identidad- y poco después del homicidio, en Callao al 900.
Algunas llamadas entrantes eran realizadas desde la cárcel de Marcos Paz, donde se comprobó que estaba preso un hombre de apellido Estévez, primo del imputado y quien para la fiscal era «el nexo entre Aristimuño y los ciudadanos colombianos que lo contrataron para matar a Saldarriaga Perdomo».
Cuñarro pidió que se investigue si los «mandantes» del crimen están vinculados a Duque Salazar por sus últimos negocios en la Argentina o con el Loco Barrera Barrera debido al dinero con el que «Mojarra» se habí­a quedado.
Por su parte, la defensora Blanco había solicitado la absolución de su cliente y ahora apelará el fallo que lo condenó.


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