| En febrero comienza su película

Arquímedes Puccio, el aristócrata secuestrador que anotaba a sus enemigos en una lista

Guillermo Francella será el protagonista de la próxima película de Trapero. Puccio secuestraba y asesinaba a sus víctimas. En su lecho de muerte dijo que no se arrepintió de nada.

Francella con nuevo look para la película.

Francella con nuevo look para la película.

Por Rodolfo Palacios

En los últimos años de su vida, Arquímedes Puccio tenía una especie de pasatiempo macabro: había anotado los nombres de sus treinta enemigos en una lista. Cuando uno de ellos moría, lo tachaba. “Gracias a Dios he sobrevivido a quince, espero hacerlo con el resto”, decía el ex líder del clan Puccio. Su muerte a los 84 años, el 3 de mayo de 2013, dejó inconcluso ese juego. Por eso es imposible saber si en ese listado, el secuestrador hubiese anotado dos nombres más: el de Pablo Trapero, el cineasta que filmará su vida, y el de Guillermo Francella, el actor que lo va a interpretar.

Para encarnar su personaje, Francella leyó todas las entrevistas que dio Puccio y miró los videos para cazar rasgos, silencios, tono de voz, gestos, miradas. La última aparición de Puccio fue a través de un video casero, que en Youtube tiene 710 reproducciones y en el que parecía un viejito simpático. Sonreía y caminaba tomado de la mano de una mujer mucho más joven que él. En la otra mano llevaba un portafolio. Esa mujer vestía de negro, de la cabeza a los pies. A simple vista se asemejaba a los personajes lúgubres de Ceremonia secreta, la novela de Marco Denevi.

Pero la película de Trapero, que comenzará a filmarse en febrero, no abordará los días finales de Puccio en General Pico, donde vivió hasta su muerte. Hará foco en su apogeo criminal. En el secuestro como industria familiar en la Argentina postdictadura. Entre 1982 y 1985, los Puccio secuestraron y mataron a los empresarios Ricardo Manoukian, Eduardo Aulet y Emilio Naum. El clan cayó el 23 de agosto de 1985, en San Isidro, después de que un grupo de policías armados con pistolas y ametralladoras irrumpiera en el caserón de la calle Martín y Omar 544, en el centro de San Isidro. El jefe del operativo decidió ignorar la amenaza de Puccio, el líder de la banda detenido en Parque Patricios, cerca de la cancha de Huracán, donde planeaba cobrar un rescate de 250 mil dólares. “¡Ustedes creen que soy un pelotudo! Mi casa está llena de dinamita. Si entran, van a volar en pedazos”, les advirtió. Pero era mentira: los policías derribaron la puerta y fueron al sótano de hormigón, cuya entrada estaba tapada por un ropero. Bajaron los 18 escalones de madera, pasaron por una bodega con 500 vinos y se encontraron con una celda casera: sobre un catre, entre cuatro paredes cubiertas de papel de diario, la empresaria Nélida Bollini del Prado sobrevivía encadenada desde hacía un mes. Al lado había un ventilador y un fardo con paja. Sus secuestradores querían hacerle creer que estaba en un campo. Arquímedes fue detenido con sus cómplices, entre ellos sus hijos Daniel “Maguila” y Alejandro, talentoso wing tres cuartos del CASI, el tradicional equipo de rugby de San Isidro, y ex jugador de Los Pumas, quien murió hace siete años y en la película será interpretado por Peter Lanzani.

En una entrevista con la revista estadounidense Variety, Trapero dijo que era una historia muy fuerte, paradigma de tiempos extremos: “Los del final de la dictadura argentina y la Guerra de las Malvinas. La clase media alta está frecuentemente idealizada, y habitualmente es normal para ellos tomar decisiones sobre los demás. Mi retrato será sobre las bambalinas de esta familia y su negocio”.

“Estamos haciendo muchas pruebas, viendo qué es lo mejor para que quede bien, para que pueda haber cierto parecido. Quedemos darle una fisonomía similar. La preproducción la arrancamos hace un tiempo, y estamos a morir, con pruebas de estética. Hay mucha prótesis encima. Vamos a ver en pantallas grandes y en alta definición, y después… Tan sencillo no es”, dijo Francella a Clarín. Hace unos días, al actor se lo vio en un evento con entradas y el pelo teñido de blanco. Parecido al Puccio de los noventa, ese que aparecía escondiéndose de la prensa, más flaco que el de la década del ochenta.

Francella se convirtió, junto a Darín, en el actor preferido por muchos delincuentes para interpretar historias criminales. Rubén de la Torre, uno de los ladrones del robo del siglo al banco Río de Acassuso, dijo que le gustaría que su papel cinematográfico fuera encarnado por Francella, cuyo nombre también fue mencionado para ponerse en la piel de Carlos Eduardo Robledo Puch, el ángel negro que entre 1971 y 1972 mató a once personas, en un proyecto audiovisual encabezado por el guionista y escritor Marcelo Camaño. “Me interesó trabajar en una película de Pablo, y sobre un caso que me shockeó tanto. Siempre digo que Robledo Puch y los Puccio fueron los casos policiales más emblemáticos que hubo. De Pablo me interesó su cabeza, cómo lo quiere contar, esta investigación exhaustiva te habla a las claras lo perfeccionista que es. Y éste es el momento de hacer todo, y llegar al rodaje y no empezar a farsear. Cualquier cosa para cascotear es ahora”, dijo Francella a Clarín.

“Supe del tema por lo que salió en los diarios. Si van a hacer una película que cuenten la verdad. Que no compren lo que salió en la prensa y lo que sentenciaron los jueces, que eran unos gorilas bárbaros. No sé qué haré, veré si me llama esta gente de la película”, le había dicho Puccio a CyR cuando se enteró que iban a filmar una película sobre el caso. En La Pampa tenía amigos, una novia de 48 años y repartía tarjetas personales con esta inscripción: “Contador y abogado, urgencias las 24 horas”.

Algunos vecinos le temían y otros lo ignoraban.

–¿Usted sabe quién soy? –le preguntó una vez al cajero de un mercado.

–Ni idea.

–Mejor, pibe. Mejor.

A una jubilada llegó a preguntarle:

–¿Me tiene miedo?

–¡Se decían muchas cosas de usted!

–Todo verso, señora. Igual quédese tranquila que no la voy a secuestrar porque no tiene un peso.

El peluquero de su barrio no lo quiso atender por su pasado.

En la carpeta donde Puccio guardaba la lista con los nombres de sus enemigos, había cartas en las que denunciaba a los guardias por torturas, recortes de diarios y escritos religiosos. Entre ese material había una foto recortada de una revista en la que aparece el periodista Facundo Pastor con su esposa. Pastor lo descubrió hace siete años violando el arresto domiciliario para comprar golosinas en un kiosco. La foto está pinchada.

–¿Tiene una foto de Pastor? –le preguntó CyR una vez.

–Ah, sí, lo tengo ahí, sí.

–¿Por qué?

–A ése le voy a dar. Ése me jodió la vida.

–¿Qué le va a dar?

–Un tiro en la nuca. Por hijo de puta.

–¿Lo dice de verdad?

–De verdad, de verdad. No…en realidad no lo voy a matar. Dios no permite eso. Pero a este tipo le gusta escrachar gente. Por su culpa perdí el arresto domiciliario. Los periodistas fueron a joder a mi esposa Epifanía. Me cagó la vida, ése.

–¿Quiénes son sus otros enemigos?

–Al ex juez Piotti, a quien una vez le pinché una foto. Tengo 30 enemigos. Quince han muerto. Los he sobrevivido. No moriré sin ver muertos a los que quedan. Sobrevivo porque soy un mago de las finanzas. Hago milagros. Me arreglo las zapatillas, me coso la ropa. Muchos dicen: la puta, este tipo no es nada fácil, lo mismo que estarás pensando vos. Me atrevo a pensar eso. A lo mejor estás asustado y no lo querés demostrar, che. Yo le pregunto a la gente si me tiene miedo.

–¿Y qué le dicen?

–Se cagan de risa.

Antes de morir, Puccio llamó a CyR porque quería despedirse. Lo mismo hizo con Christian Caluori, un periodista de La Pampa que lo había entrevistado varias veces. Las imágenes del último encuentro, en el que Puccio habla con dificultad desde la cama de un hospital tras sufrir un ACV, pueden verse en Internet (https://www.youtube.com/watch?v=lffWWltIgys).

–¿Por qué me llamó? –le preguntó Caluori.

–Para despedirme porque capaz que el Señor me llama.

–¿Se lleva algún secreto a la tumba?

–Sí, pero no los diré. Para que esas personas no corran peligro. Es terrible que un hombre que fue siempre valiente se esté despidiendo.

–¿Se arrepiente de algo?

–No. Porque no maté a nadie. Como dice un emperador Romano, “lo tuve todo, disponía de todo pero no me sirvió de nada”.

–¿De qué se despide Arquímedes?

–Del mundo.

Luego, antes de que se apague la cámara, Puccio llora. Y no puede seguir hablando.