Mientras permanece en una suerte de trance permanente, ya que hace meses que no se define un concurso para cubrir juzgados de verdadera importancia, el Consejo de la Magistratura es el escenario de disputas menores pero de alto significado.
La más reciente generada por la inminente jubilación de Susana Berterreix, secretaria general del Consejo. Esa oficina organiza el día a día del organismo y es un lugar de poder apetecible. De gestos duros y trato áspero Berterrix resistió en su despacho, a pesar de ser muy cuestionada internamente, por su amistad con Juan Carlos Maqueda, que es el jefe directo de su esposo.
Cuando se conoció la confirmación de su salida hubos dos reacciones automáticas: los empleados más cercanos celebraron encantados ya que no toleraban ni los malos tratos de la funcionaria ni el permanente aroma de sus cigarrillos que nunca abandonó a pesar de la prohibición de fumar en el edificio.
Una vez, durante el kirchnerismo, el entonces secretario Julián Alvarez estuvo muy cerca de removerla del cargo pero una charla amistosa, casi paternal con Maqueda lo disuadió.
La otra arista es por su reemplazo, posición que ya se disputan dos grupos. Ernesto Sanz y los radicales quieren ubicar allí o a José Luis Pivetta o a Luis Molinari Romero, dos integrantes del cuerpo de auditores.
Habrá que ver porque el senador Angel Rozas ha dicho en confianza que le parecen grandes conocedores de la gastronomía porteña pero que en cuanto al derecho «todavía les falta».
En cambio Luis Cabral apoya a Mariano Pérez Roller, su fiel ladero y organizador de sus campañas en la Adociación de Magistrados.