Por Javier Sinay.
Cuando llegó la ambulancia, la recibieron a pedradas: los amigos de Diego “Chori” Páez no sabían cómo descargar la furia por la muerte de su amigo de 33 años, que en la madrugada del sábado pasado, ya de día, yacía en el cordón de la calle Pasco al 5200 (intersección con la 196), de la localidad de Quilmes, muerto por un impacto de bala en el tórax.
Antes había recibido las mismas pedradas un patrullero de la comisaría 5ª, de La Cañada. Los amigos de la víctima atacaron también al boliche y, en Facebook, advirtieron: “L’ Zero no se abre más, y si se abre la vamos a quemar. A todos, manga de giles de seguridad de mierda, asesinos”.
El hecho resultó confuso y se dio en la puerta del local bailable L’ Zero, donde el dueño, Gustavo Adrián Vallejo (de 43 años), habría sido el autor del disparo, luego de que Páez fuera retirado del boliche y quisiera volver a entrar. Vallejo y los quince patovicas del boliche fueron detenidos esa misma noche, acusados del homicidio y de su encubrimiento luego de que varios testigos –amigos de la víctima– los señalaran.
La causa está caratulada para los patovicas como “encubrimiento de homicidio” e interviene la UFI del fiscal Ariel Rivas y el juzgado de instrucción número 1 del Departamento Judicial Quilmes. En la vereda del boliche fue encontrada una vaina servida de una pistola calibre 9 milímetros, pero todavía no ha sido posible dar con el arma: los allanamientos de la Delegación Departamental de Investigaciones de Quilmes en el boliche y en la casa del dueño (en el barrio de San Justo) no dieron resultados. “Había mucha gente, así que pudieron haber hecho un pasamano con la pistola”, explica un vocero policial. La hipótesis es que los patovicas ocultaron la pistola.
“En el mismo boliche, once personas resultaron intoxicadas con gas pimienta el 5 de febrero pasado”, sigue el vocero policial. Aquella vez, los bomberos de Quilmes debieron evacuar el lugar, al tiempo que los intoxicados sufrían violentos vómitos y principio de asfixia antes de ser trasladados al hospital Isidoro Iriarte de Quilmes y al Oller de San Francisco Solano. “Cada vez es más común que los patovicas tiren al piso un poco de gas pimienta a la hora del cierre para que la gente se vaya rápido”, concluye el vocero.