Por Javier Sinay
Dos genes alterados en casi 900 ciudadanos finlandeses condenados por delitos violentos y no violentos podrían ser parte de la causa de sus actos ilegales, según un estudio publicado la semana pasada por la revista especializada Molecular Psychiatry, de Estados Unidos, y firmado por el científico Jari Tiihonen, del departamento de neurociencia del Karolinska Institute de Estocolmo, Suecia. “Hallamos dos genes que tuvieron el efecto más importante en el comportamiento agresivo, y probablemente haya decenas de otros genes que tengan un efecto menos importante”, dijo Tiihonen.
Según el científico sueco, los genes denominados MAOA y CDH13 estarían asociados a comportamientos “sumamente violentos”. En la investigación se concluyó que las personas que tenían estos genes alterados eran 13 veces más propensas a cometer delitos violentos, además de que entre el 4 y 10 por ciento de los delitos en Finlandia podría atribuirse a individuos con estos genotipos. Tiihonen dice haber tomado en cuenta los factores del entorno, como los antecedentes de abuso de drogas y alcohol, la personalidad antisocial y los malos tratos durante la infancia, sin que eso modifique el resultado. Por otro lado, las dos versiones de los genes alterados son comunes: se encuentran en el 20% de la población.
“Desde que el genoma humano se secuenció en el año 2003, en el ADN fueron hallados muchos sitios que cambiaban de persona en persona: no se trata de mutaciones, sino de pequeños polimorfismos. Las variaciones en los genes MAOA y CDH13 son de este tipo”, explica Viviana Bernath, doctora en ciencias biológicas, especialista en genética molecular del área de genética humana de la Sociedad Argentina de Genética y autora del libro “ADN: El detector de mentiras”. “Todo el mundo hoy está buscando elementos genéticos vinculados al comportamiento”.
El gen MAOA dirige la producción de la enzima monoamina-oxidasa, que interviene en la eliminación de neurotransmisores como la dopamina. La disminución del nivel de actividad de esta enzima en la forma mutante del gen fue descrita y vinculada, en otros estudios, al delito. Al gen CDH13 se lo vincula, en cambio, con trastornos en el control de la impulsividad.
“Las viejas teorías lombrosianas, que presumían predisposiciones morfogénicas e innatas del delincuente, reverdecen en el panorama científico actual”, dice el médico psiquiatra Hugo Marietán, especialista en psicopatías. “Estos intentos de demostrar la existencia de genes relacionados con la agresividad y la impulsividad para justificar las predisposición a las conductas socialmente anómalas deja el regusto de reduccionismo para comprender acciones tan complejas como lo son las antisociales”.
En el estudio del Karolinska Institute de Estocolmo, los perfiles de cada criminal se clasificaron de acuerdo a delitos violentos y no violentos. La asociación entre los genes y el comportamiento tuvo una correlación alta entre los 78 delitos calificados como “extremadamente violentos”. Este grupo de personas cometió un total de 1154 asesinatos, asaltos e intentos de homicidios. Todos los condenados mostraron una baja actividad del gen MAOA. El científico Jari Tiihonen opina que sus resultados no deben cambiar el criterio de responsabilidad penal y advierte que los resultados no son lo suficientemente precisos como para permitir tests de detección preventiva del gen.
“Nosotros somos el resultado de la genética y del medioambiente”, opina la genetista Viviana Bernath. “Los genes se expresan en reacción con el medioambiente, que en este caso es más importante que los polimorfismos de estos dos genes; si no, estaríamos cayendo en un determinismo muy fuerte”. Para Bernath, el estudio del Karolinska Institute de Estocolmo no peca necesariamente de falta de seriedad, pero puede ser tomado también como “una curiosidad”. “La cultura es más fuerte”, dice Bernath.
“Las conductas humanas responden a una multiplicidad de factores y tal vez uno de ellos esté relacionado con la genética, pero hay otros, como el medioambiente, el grado de formación o de instrucción, o la incidencia de personas significativas y ascendentes”, dice por su parte Marietán. “Y este no es el primer informe con esta tendencia que busca ubicar la justificación de las conductas agresivas en lo orgánico”.