Cinco policías de Santa Fe tuvieron condenas por el asesinato del militante social de Rosario Claudio «Pocho» Lepratti, el 19 de diciembre de 2001, pero 20 años después todos están en libertad.
Por los 9 muertos en Santa Fe durante los hechos de diciembre de 2001, que marcaron el final del Gobierno de la Alianza, sólo hubo dos casos que arribaron a condenas: el de «Pocho» Lepratti y el de la militante territorial del Partido Comunista (PC) Graciela Acosta, a quien mataron de un tiro por la espalda en Villa Gobernador Gálvez.
«Con el tiempo vimos que el trabajo de la Justicia tuvo que ver con garantizar la impunidad, fundamentalmente la impunidad de los de arriba», dijo a Télam Celeste Lepratti, una de las hermanas del militante.
En agosto de 2004, el juez rosarino Ernesto Genesio condenó a 14 años de prisión al policía Esteban Ernesto «Ticky» Velázquez como autor del homicidio de Lepratti.
«Velázquez obró con dolo directo, con intención de matar, que se desprende de la circunstancia de haberle disparado a corta distancia con una escopeta; un disparo de esa característica no es precisamente para amedrentar sino para matar», afirma el fallo.
Según la investigación, alrededor de las 18.15 del 19 de diciembre de 2001 Lepratti, que trabajaba como personal no docente en el comedor de la escuela Nº 756 «Lisandro de la Torre», del barrio Las Flores, subió al techo del establecimiento al escuchar disparos en medio de una tarde convulsionada.
Bajen las armas
Una empleada de la cocina, que declaró como testigo, dijo que al ver un patrullero del Comando Radioeléctrico «Pocho» les gritó «dejen de tirar, manga de hijos de puta», por lo que el móvil se detuvo, bajaron dos policías y al grito de «a vos que te pasa, la concha de tu madre», dispararon hacia los techos.
La frase se inmortalizó en la canción de León Gieco «El Ángel de la Bicicleta, que dice «bajen las armas/ que aquí sólo hay pibes comiendo».
La autopsia determinó que el militante social cristiano murió por una hemorragia de tórax, producto de un disparo de arma de fuego a la altura de la tráquea.
En el patrullero 2270 del Comando Radioeléctrico estaban esa tarde por el policía Marcelo Fabián Arrúa, junto a Velázquez y Rubén Darío Pérez, jefe del operativo.
Los dos últimos dispararon, pero una pericia estableció que fue la bala disparada por el arma de «Ticki» Velázquez la que mató a Lepratti.
«Un juez llegó a decir que Pérez había utilizado su arma con la misma actitud homicida que Velázquez, así que no se entiende por qué fue sobreseído por homicidio», dijo Celeste Lepratti.
Cumplió la condena
Tras cumplirse nueve años y 4 meses de prisión, en 2011 Velázquez recuperó la libertad en forma condicional y puso un carrito de venta de comidas en la localidad de Arroyo Seco, a 25 kilómetros al sur de Rosario, donde reside.
Luego comenzó a militar en el PRO de esa ciudad, y fiscalizó por esa fuerza en las elecciones de 2015, y más tarde intentó ingresar a la Guardia Urbana Municipal, pero la advertencia de los organismos de Derechos Humanos lo impidieron.
Trece años después del asesinato, la Justicia de Santa Fe condenó a 2 años y 8 meses de prisión por encubrimiento a los policías de la subcomisaría 20ª de Rosario Roberto de la Torre, Pérez y al chofer Arrúa, quienes «fraguaron» el acta de procedimiento del crimen.
El cuarto condenado fue Carlos Alberto De Souza, sentenciado por insertar datos falsos en el libro memorándum de la subcomisaría 20ª.
«Lepratti, Claudio Hugo (óbito) por resistencia a la autoridad y daño», fue la carátula del expediente judicial que, llamativamente, procuró investigar a la víctima de un asesinato.
Datos falsos
Es que los policías hicieron constar en el acta del procedimiento que «fueron agredidos por un grupo de personas que estaba sobre el techo del establecimiento, primero con insultos y luego arrojando piedras (…) por lo que retrocedieron y, en ese momento, sintieron dos detonaciones de armas de fuego calibre chico, procediendo a cubrirse», señala el fallo.
La investigación determinó que tras asesinar a Lepratti, los policías dispararon en dos ocasiones contra el móvil para armar la coartada de un enfrentamiento que no ocurrió.
Para Celeste Lepratti, «tampoco esas condenas fueron satisfactorias, porque fueron once las personas involucradas, imputadas, y solo cinco terminaron -después de un proceso larguísimo- condenadas».
Celeste señaló que para el Poder Judicial a las víctimas «no las mató nadie, no hubo órdenes, y la responsabilidad política siempre se la señalamos a (el entonces gobernador santafesino, Carlos) Reutemann, quien murió impune».