Por Giselle Kruger (@flojadepapeles)
Me llamo Cintia Verónica Laudonio. Tengo 34 años y soy mamá de tres chicos: Azul (10), Lei (8) y Tahiel (3). Trabajo en una peluquería hace poquito más de 2 años. Vivo con mis hijos en Curutchet al 1700, en Castelar… Vengo a hacer una denuncia, escúchenme por favor.
— Tengo una vida feliz, o mejor dicho tenía una vida bastante feliz hasta que llegaron las discusiones con el padre de mi hijo más pequeño. Cristian es bastante peleador y los cruces se fueron transformando en cotidianos hasta que decidí unilateralmente, separarme. El no estuvo ni tampoco está de acuerdo, pero no le quedó opción. Sí, Ya intenté y comprobé que “esa vez no fue diferente”, ni que tampoco “iba a cambiar”. De ahí en más todo fue para peor, empezó a perseguirme por todos los métodos posibles, y cuando los pleitos subieron de tono, recurrí a la justicia. Lo denuncié, varias veces por amenazas. A Cristian, cuando se le acaban los argumentos siempre te amenaza.
¿Para quién es la foto de perfil de tu whatsapp?/ estás en línea,son las 2am, con quién estás hablando?/Ayer saliste, con quién dejaste al nene y a dónde fuiste?/contestame pelotuda/eu… estás?/ Necesito hablar, donde estás?/ llamáme ya./ Te voy a matar.
Después de la denuncia vino la orden de restricción porque muchas veces mi papá lo vio merodeando la cuadra de su casa, buscándome. Y también lo han visto vecinos cerca de mi trabajo, vigilándome. La justicia nuevamente me había dado la razón. Y yo, además de tener motivos para separarme, tenía pruebas para denunciarlo y además de pruebas ahora, tenía los papeles. Lo primordial es mantener a los chicos afuera de toda esta ¿pelea adulta? (si él me insulta, amenaza y golpea, ¿es pelea?) donde los parámetros de las discusiones eran siempre los celos de Cristian y el poder por controlarlo todo.
Pensé muy ingenuamente que en algún momento iba a resignarse a la idea de aceptar que yo ya tengo otra vida y que nuestros caminos van por vías separadas, aunque tengamos un hijo en común. Y que ser la madre de Tahiel, no me convertía en su objeto. El sábado llegué de trabajar muy cansada. Cenamos. Los chicos se durmieron. Yo me quedé acomodando juguetes, los contemplé dormir unos segundos y después me fui a acostar. Reina el silencio en la casa. Tenemos planes de pasar el domingo con la familia.
Son las 4 de la mañana. Me despierta algo frío en el cuello. Es un cuchillo que me perfora la garganta, trato de salir de este horror no sabiendo todavía si es una pesadilla. Me paro como puedo, el corte me está apagando la vida. Me voy a esconder al baño. No sé dónde estoy ni qué está pasando. Me acuerdo de mis bebés. Creo que ya se despertaron. Que no se enteren de nada. Que no se asusten. Que no me vean!
Abuelo, podés venir para casa? Cristian le está pegando a mami. No sé cuánto tiempo pasó. Ya no siento nada. Abro los ojos como puedo. Mi papá vino a salvarme. Lo veo, estoy en sus brazos. Perdón papá. Te los encargo a ellos. Compasivo, me lee la mirada. No esperen justificativos ni milagros.
Me mataron de 17 puñaladas. Mis hijos lo vieron todo pero la justicia no vio nada. Que seas feliz, Tahiel. Con tus 3 añitos, tu padre tras las rejas y tu madre bajo tierra. Sólo me queda esperar y espiar desde este lado lo que el futuro tenga preparado para vos. Y desear que ninguno de los tres se quede con culpa por lo que pasó. Supongo que me tendré que contentar con que ya lo detuvieron. Festejan todos por eso. Quizás estaba muy lejos, o muy cerca de mis hijos. No lo sé. No recuerdo si les conté que yo soy de Morón. Quizás eso para ustedes sea también lejos, ¿no?.
Yo tenía un documento judicial. Tenía el aval de la ley donde constaba por escrito, sellado y firmado por un juez que Cristian no se me podía acercar a más de 300 metros. La distancia es la excusa que mata. La orden de restricción es la antesala del crimen. Nadie nos cuidó y ahora soy una más de las NiUnaMenos. Feliz día de la Mujer.
(La ex pareja de Cintia fue detenido en la tarde del domingo 6 en Mar de Ajó. Hoy será indagado por el fiscal de Morón).