| Movimientos en la justicia federal

Te contamos los temores de un operador judicial clave y otros reacomodamientos

El operador judicial Javier Fernández teme que armen una denuncia en su contra, tras la presentación de Gustavo Vera contra Jaime Stiusso. Reuniones reservadas en Justicia y operadores que apuntan al próximo gobierno.

Cabral y Recondo, dos jueces opositores al Gobierno.

Cabral y Recondo, dos jueces opositores al Gobierno.

El operador judicial Javier Fernández vive un verano a puro nervio. Los que lo conocen dicen que bajó el perfil, que se recluyó en una quinta del gran Buenos Aires casi desde la madrugada en la cual se enteró de la muerte de Alberto Nisman.

Pero la venía pasando mal desde mucho antes, desde diciembre, para ser más precisos cuando Oscar Parrilli asumió en la ex SIDE y despachó a quince cargos jerárquicos entre ellos al ingeniero Jaime Stiusso con quien Fernández hizo buenas migas desde la gestión de Hugo Anzorreguy en La Casa.

La denuncia del diputado Gustavo Vera contra Stiusso por presunto enriquecimiento ilícito lo preocupa porque sabe que corrido ese límite el próximo podría ser él, justo ahora cuando en el Gobierno le atribuyen una fortuna imposible de justificar, y lo visualizan como accionista de medios de comunicación e incluso afirman que algunos jueces federales ya hablan pestes de él en las reuniones que se hacen en el Ministerio de Justicia, después del mediodía.

Para colmo Fernández sabe que ya el kirchnerimo no lo ve como un negociador a dos bandas sino como un enemigo que trabaja con el enemigo número uno que es Ricardo Lorenzetti. Fue decisivo que Carlos Zaninni haya conocido el rumor de que el hotel en el cual se hospedó Lorenzetti en Brasil durante el Mundial en realidad supuestamente estaba pago por Fernández que aprovechó el acontecimiento para hacer varios favores.

En diciembre ya no se lo veía tan seguido por su casa de Villa del Parque,  de hecho pasa dos o tres días en un departamento céntrico  al cual sólo acceden unos pocos. Tampoco está igual de chabacano, ya no atiende sus teléfonos atribuyéndoles a todos sus conocidos el mote “hermanito”.

Justamente, su hermano Sergio, que es camarista en la Justicia en lo Contencioso Administrativo también parece más cauto o eso cuentan abogados de empresas que lo tratan con frecuencia y que se relamen cuando cuentan de él las peores cosas.

Dicen que el auditor se enfureció cuando se enteró de los festejos de Julián Alvarez con la frase “me lo cargué a Javier”, apenas se concretó la salida de Jaime de la ex SIDE. Teme que el viceministro comience a hacer un vinculo con Alfredo Lijo, hermano del juez Ariel y que fuera su discípulo hasta que decidió superar al maestro.

Alfredo quiere barrer a Javier para ser el operador estrella en el próximo gobierno, un esquema que está en coordinación con Daniel Scioli gracias a la intermediación de Carlos Corach. Javier solo hace números y mira inquieto la caída de Sergio Massa en las encuestas. El verano se terminó para él.


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