La fiscalía había pedido que Freydoz fuera condenada a prisión perpetua por el delito de «homicidio calificado por el vínculo agravado por el uso de arma». No obstante, su defensa había pedido que fuera declarada inimputable o que, en su defecto, se la condene por homicidio culposo o guiado por la emoción violenta,que tiene prevista una pena máxima de 10 años de prisión.

Los jueces resolvieron darle una pena menor y, en base a la existencia de «circunstancias de atenuación extraordinarias», le otorgaron a Freydoz la posibilidad de cumplir la condena en su actual lugar de detención, en el servicio de Salud Mental del hospital.

Entre esos argumentos se encuentran los problemas mentales (obsesión paranoica, psicosis, esquizofrenia y otros) y de la intoxicación por el consumo excesivo de alcohol y psicofármacos el día del homicidio. Los magistrados no hicieron lugar al pedido de inimputabilidad o de homicidio culposo guiado por la emoción violenta que había realizado la defensa de la sentenciada: consideraron que «se encuentra acreditado el hecho y la autoría (del crimen de Soria)» y entendieron que «no ha existido inimputabilidad ni emoción violenta».

La sentencia fue dictada por la Cámara Primera en lo Criminal de General Roca, presidido por el juez Carlos Gauna Kroeger e integrado por los magistrados subrogantes María García Balduini y Fernando Sánchez Freytes. Los jueces consideron probado que Freydoz mató a Soria el 1 de enero último de un disparo en la cara con un revólver Smith & Wesson calibre .38 -propiedad de la víctima-, en el dormitorio matrimonial de la chacra de la familia, en Paso Córdoba, en las afueras de General Roca.