El taller clandestino del barrio porteño de Flores en el que murieron dos niños de 5 y 10 años la semana pasada como consecuencia de un incendio volvió a prenderse fuego el jueves y la sospechs es que podría haber sido provocado en forma intencipnal para borrar pruebas.
Una hora antes de que la movilización convocada por una multisectorial para exigir políticas de trabajo digno y la renuncia de funcionarios porteños iniciara su marcha hacia la Dirección de Protección del Trabajo, la vivienda de la calle Páez casi esquina Terrada -que estaba con custodia policial- volvió a prenderse fuego por motivos que aún se desconocen.
«Estábamos almorzando con la familia de Rodrigo y Rolando, los nenes que murieron la semana pasada, cuando nos avisan los vecinos de Flores que se estaba incendiando de nuevo el taller», indicó a Télam Gabriela Carpineti, una de las abogadas de los padres de las víctimas.
Y continuó: «lo que estamos aguardando ahora es la información de Bomberos para ver si el incendio fue intencional o no».
La abogada explicó que «el lugar donde funcionaba el taller era parte de un condominio donde en la parte de atrás vive la dueña del inmueble, que le alquilaba al empleador de los costureros el ‘local'».
Dentro de la vivienda, que estaba clausurada desde el lunes 27 -cuando ocurrió el incendio-, todavía se encontraban las máquinas, que según la letrada «eran propiedad de los costureros porque el empleador se las había cedido, porque le debía pagos».
«También había documentación que acreditaba el vínculo laboral que nosotros estamos denunciando y otra documentación importante y todavía no se había realizado el peritaje», informó Carpineti tras la movilización, que había sido convocada por la CTA y UTE.