El Gobierno envió emisarios a Nueva York para conseguir la documentación que pruebe la inocencia de Gustavo Arribas en la causa que investiga si recibió dinero de Odebrecht en paralelo a que esta empresa se beneficiaba del soterramiento del tren Sarmiento, durante la administración de Cristina Kirchner.
El problema es que ese viaje debería haber incluido una escala en Brasil. Ayer la justicia carioca comenzó a desglosar el material de la corte de Brooklyn, que es donde estalló el escándalo tras la confesión de Marcelo Odebrecht. Esto quiere decir que donde hasta ahora había puntos suspensivos comienzan a aparecer nombres, fechas y lugares.
El dato central: la cuenta de Leonardo Meirelles, ligado a la constructora brasilera está en el caso y también estaría la cuenta de Arribas en un banco neoyorquino. En este momento la mesa chica del Presidente está pendiente de que pueda estallar una bomba en Brasil.
Pero la bomba estalló en el Congreso, luego de que Arribas declaró en una comisión bicameral que los 70 mil dólares que había recibido no eran parte de la venta de un departamento. A los legisladores les dijo que era por la venta de muebles y cuadros. Algo muy diferente de lo que dijo en un comunicado en el mes de enero.
“La única de las cinco transferencias que me adjudican y que mi banco recibió y acreditó en mi cuenta es la de U$D 70.495 que responde a parte del pago de la venta de un inmueble. Dicho inmueble fue precisamente mi casa, en la que viví entre inicios del 2008 hasta mediados del 2013, lugar donde nació mi hija menor”, decía textualmente en el punto 6 del comunicado fechado el 24 de enero.
La intención del Gobierno era insistir con el dato de que la transferencia a Arribas era por la compra de un inmueble, lo cierto es que el acusado Odebrecht habría identificado la cuenta de Mirelles como un ducto para pagar sobornos. Al mismo tiempo resulta imperioso que Mirelles vuelva de sus vacaciones para explicar su nexo con el jefe de la AFI. Esto todavía no ocurre.