La jueza federal María Servini de Cubría busca activar una causa que puede ser un nuevo frente de conflicto entre la magistrada y el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti.
Una relación que supo ser buena pero que se descontrolo cuando Juan Carlos Cubría, hijo de la Chuchi, desembarcó en la administración del Consejo de la Magistratura y comenzó a exponer cuestiones incómodas para la Corte. Cubría fue removido, pero ahora Servini puede hacer que el boomerang inicie su trayectoria hacia el cuarto piso de la calle Talcahuano.
Servini quiere averiguar sobre el software que se adquirió a partir de una licitación millonaria que costó $70 millones con gastos adicionales de $200 millones de pesos en adquisición de computadoras e insumos. La licitación se hizo a través de la Comisión de Administración Financiera y con la firma del Administrador General, Germán Krieguer.
Lo significativo en el caso es que el Poder Judicial ya era propietario por adquisición oportuna de sus códigos fuentes.O sea, se compró algo que ya se tenía, dijeron fuentes del caso.
Este caso que se inició en el kirchnerismo se puede llevar puesto a Gabriel Melhman, hombre de la Corte que maneja los temas informáticos y de sistemas del Consejo de la Magistratura, dicen en el cuarto piso del Palacio de Justicia.
Por eso ya existe un plan B en marcha. Lo ejecuta Juan Mahíques, el representante del Poder Ejecutivo en el Consejo, y tiene por finalidad encumbrar a Pablo Garcilazo, un abogado del mundo Boca y ligado a Daniel Angelici, como nuevo titular de la Unidad de Auditoría interna, reducto de la Magistratura que siempre estuvo a cargo de los radicales.
Si Melhman termina eyectado, Garcilazo va a controlar su reemplazo y va a ampliar su espectro de influencia. Será por eso que en la Corte no pasa desapercibida la relación entre Servini y el Tano Angelici, el operador judicial torpedeado por Carrió, pero que sigue vigente.