| Movidas

Rosenkrantz acorralado: la mayoría recorta atribuciones del presidente de la Corte

Se estableció mediante acordada como se llevará adelante la superintendencia, nombramientos y manejo del personal.

Rosenkrantz, Highton y Lorenzetti. Todos contra todos.

Rosenkrantz, Highton y Lorenzetti. Todos contra todos.

Carlos Rosenkrantz se convirtió hoy en el presidente de la Corte Suprema de Justicia -la cabeza de uno de los tres poderes del Estado en la Argentina- con menos poder desde el retorno de la democracia en 1983, con funciones que lo destinan a tener un papel casi protocolar. Para todo lo demás, tendrá que negociar con sus colegas, quienes hoy sacaron una acordada que limita en forma drástica sus atribuciones.

El fallo que la Corte sacó esta mañana sobre el índice que debe utilizarse para actualizar las jubilaciones -una sentencia adversa para el Gobierno- acaparó la atención de la prensa, pero luego de esa decisión, que no sorprendió porque ratificó pronunciamientos de años anteriores en la misma línea, se conoció el contenido de la acordada 44, que volvió a dejar en soledad a Rosenkrantz.

Ricardo Lorenzetti, Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda -los tres peronistas de la Corte, dicen en la Casa Rosada- firmaron la acordada por la cual se resuelve que las decisiones más importantes del máximo tribunal deben tomarse por el voto mayoritario de sus integrantes, es decir, con un mínimo de tres votos. La única mujer de la Corte Elena Highton de Nolasco, que votó el fallo de los jubilados, en este caso decidió abstenerse, con lo cual Rosenkrantz quedó otra vez jugando al solitario, sin capacidad para torcer la decisión del trío que ahora maneja los hilos del máximo tribunal de la Nación.

Si se hace una lectura política, la novedad no puede ser más preocupante para la alianza Cambiemos, de cara al año próximo, cuando se jugará la permanencia de Mauricio Macri por un nuevo mandato. En el Gobierno festejaron hace unos meses cuando una movida de palacio sacó de la presidencia a Lorenzetti, el mandamás de la Corte durante una década. Pero luego se comprobaría que se trataba de una alegría pasajera, fugaz. Porque desde entonces el poder de Rosenkrantz se fue diluyendo, con nuevos alineamientos y pases de facturas. Hasta la severa acordada de hoy que vuelve a atribuir al poder colegiado del tribunal las decisiones más importantes, desde el manejo de los recursos presupuestarios hasta las designaciones de personal.

Con la acordada 44 alumbrada hoy, el máximo tribunal resolvió modificar otra acordada del 17 de marzo de 1961, cuando “este Tribunal estimó conveniente efectuar una delegación de funciones en su presidencia y por tanto modificó el artículo 86 del Reglamento para la Justicia Nacional para establecer que «el presidente ejerce las funciones de superintendencia en tanto no medie expresa disposición legal que las confiera al Tribunal sin perjuicio de que en casos especiales cuando su naturaleza lo requiera, las cuestiones que se refiere el presente artículo sean sometidas la consideración de la Corte Suprema».

En la misma resolución de hoy también se modificó la Acordada 41/1990, cuando el tribunal “también delegó en su Presidente ciertas facultades referentes a nombramientos, renuncias y aplicación de determinadas medidas disciplinarias, lo que condujo una modificación del art. 78 del Reglamento para la Justicia Nacional”, según recuerda el texto del nuevo ordenamiento interno.

En consecuencia, la Corte resolvió que las cuestiones correspondientes a la superintendencia se resolverán por mayoría, lo mismo que los manejos presupuestarios, los nombramientos de personal, las sanciones, remociones y el mantenimiento del fondo anticíclico para poder mantener la independencia del Poder Judicial y además “ratificar la política presupuestaria, económica financiera basada en los criterios de responsabilidad fiscal aplicada por esta Corte”.

Esto significa que tres jueces pueden disponer un nombramiento aunque no tengan el acuerdo del presidente del tribunal. En su voto en solitario, Rosenkrantz propuso que los nombramientos de personal deberían hacerse con los votos de tres: el presidente y dos jueces más. Cuando el nuevo presidente del tribunal reemplazó a Lorenzetti ordenó traslados de funcionarios y empleados que respondían a la gestión anterior, lo que provocó la ira del juez nacido en Rafael. Esta nueva disposición parece ser una devolución de gentilezas.

acordada by Rafael Saralegui on Scribd