Carlos Eduardo Robledo Puch, el máximo asesino de la historia criminal argentina que ya lleva 44 años detenido, fue trasladado esta mañana desde la cárcel de Sierra Chica a la Asesoría Pericial de San Isidro para ser sometido a distintos estudios médicos.
Escoltado por una decena de efectivos del Servicio Penitenciario Bonaerense y de la policía provicnial, Robledo Puch ingresó al playón de estacionamiento de la sede pericial, en la calle Moreno y Tres de Febrero, hasta donde llegó por disposición de la Cámara de Apelaciones de San Isidro.
La sala primera de la cámara solicitó al servicio penitenciario que traslade al preso para que sea sometido a distintos estudios médicos.
Los camaristas expresaron como recomendación que el traslado se concrete «mediante una comisión especial», el cual fue supervisado por personal judicial.
Robledo Puch, conocido como el «Ángel de la Muerte» o «Ángel Negro», es el máximo asesino de la historia criminal argentina que ya lleva 44 años detenido, a pesar de sus reiterados pedidos para que lo excarcelen.
El 23 de marzo último, el juez de Ejecución de la Cámara de Apelación y Garantías de dicho Departamento Judicial, Duilio Alberto Cámpora, rechazó el planteo del defensor de Robledo Puch para que recupere su libertad.
El defensor oficial había presentado a principios de febrero último un hábeas corpus para reclamar la libertad del detenido y en esa oportunidad sostuvo que «la excesiva e injustificada demora (…) en resolver en definitiva la situación» del condenado «importa lisa y llanamente un agravamiento de las condiciones de detención».
Sin embargo, el juez Cámpora explicó en su resolución, a la que tuvo acceso Télam, que «al sustentar su pretensión, el accionante señaló un supuesto agravamiento de las condiciones de detención. Sin embargo, el presentante no ha incorporado argumentos novedosos».
«El interno se encuentra condenado por sentencia firme a la fecha, lo que excluye, per se, cualquier idea de restricción o amenaza a la libertad, sencillamente porque está privado de ella», afirmo el magistrado.
Respecto a los reiterados rechazos de los planteos en las distintas instancias judiciales, el juez Cámpora explicó que no fueron aceptados porque «los diversos informes emitidos por las autoridades penitenciarias, que el interno nunca se encontró, ni se encuentra, en condiciones de acceder a la libertad condicional siquiera respecto de la pena principal».
Los crímenes de Robledo Puch
Robledo Puch fue condenado el 27 de noviembre de 1980 a reclusión perpetua con la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado por la Sala I de la Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal de San Isidro que lo encontró culpable de 11 crímenes.
Hasta entonces, el máximo asesino de la historia criminal argentina había vivido en las localidades bonaerenses de Tigre y Villa Adelina, y tuvo como cómplice a Jorge Ibáñez, a quien conoció a los 16 años.
El 3 de mayo de 1971, los dos cometieron su primer asesinato cuando ejecutaron a tiros a José Bianchi, sereno de una casa de repuestos, e hirieron a balazos y violaron a su mujer en el mismo hecho, todo delante del bebé de la pareja.
Doce días más tarde, entraron a robar al boliche «Enamour» de Olivos y mataron al sereno Manuel Godoy y al encargado Pedro Mastronardi, al sorprenderlos dormidos.
El 24 de mayo del mismo año, acribillaron al sereno Juan Saettone en un supermercado, y brindaron con whisky sobre su cadáver.
A Robledo Puch e Ibáñez se los veía juntos a bordo de autos costosos con los cuáles con diferencia de pocos días raptaron, violaron y asesinaron a dos jóvenes, una de las cuales fue acribillada a balazos por el «Ángel de la Muerte» cuando ya la habían liberado semidesnuda sobre la Panamericana.
Robledo Puch aseguró que Ibáñez no era su amigo sino «un compañero de andanzas», lo que quedó plasmado cuando éste apareció muerto en un presunto accidente con un flamante Torino, otra muerte que atribuyen al «Ángel Negro».
Consiguió luego un nuevo cómplice: su vecino Héctor Somoza, con quien el 15 de septiembre de 1971 asesinó a Raúl Del Bene en un supermercado, dos días después a Juan Rozas en una concesionaria y el fin de semana siguiente a otro sereno de agencia de auto, Bienvenido Ferrini.
Este dúo se dedicaba a asaltar en horas de la noche, robaban a sus víctimas y luego las mataban.
Así fue que el 3 de febrero de 1972, fusilaron a Manuel Acevedo en una ferretería, pero se pelearon, por lo que Robledo Puch mató a Somoza prendiéndolo fuego con un soplete que usaban para violar cajas fuertes.
Ese cadáver fue la clave para que este asesino de al menos once personas cayera preso, ya que en un bolsillo de la camisa de Somoza, hallaron el documento de Robledo Puch