La elección del juez Alejandro Sánchez Freytes como flamante presidente del Consejo de la Magistratura volvió a dejar en evidencia el estado de división que domina a la Corte Suprema de Justicia. Mucho se habló durante el fin de semana y se conocieron nuevas rencillas entre los supremos que observan cada vez con mayor preocupación el panorama financiero del poder que a ellos les toca encabezar.
El titular de la Corte, Ricardo Lorenzetti, terminó una semana de arduas negociaciones que le dejaron sensaciones encontradas. Le gusta el perfil de Sánchez Freytes (conservador pero sin exagerar), le viene bien que German Krieger sea el nuevo Administrador General del Consejo, pero no lo cierra ni la vicepresidencia del juez Ricardo Recondo ni el hecho de que el kirchnerismo controle la comisión de Disciplina y Acusación.
Lo primero es una cuestión de ideas. Recondo representa a los sectores más recalcitrantes de la Justicia a lo cual se suma un fluido contacto con los estudios que representan a grandes corporaciones empresarias (el problema de esto último para Lorenzetti es que en el caso de Recondo esos contactos son demasiado evidentes). Lorenzetti prefería que el vice sea un legislador de la UCR.
Lo segundo es pragmatismo puro y duro: el presidente de la Corte sabe que habrá más problemas para funcionarios y exfuncionarios del Gobierno en la justicia penal federal y cree que las represalias correrán por cuenta de la comisión que preside la senadora Ada Iturrez de Capellini en la cual también aparece Julián Álvarez.
Juan Carlos Maqueda y Carmen Argibay son quienes más satisfechos se encuentran con las nuevas autoridades. Consideran una victoria rotunda haber logrado que el kirchnerismo no designara al presidente y también haber bloqueado el nombramiento de un nuevo administrador. Sin embargo, en el reparto de comisiones, Argibay hubiera preferido que la comisión de Selección quedara para la oposición y no en manos del Gobierno.
Elena Highton de Nolasco fue una de las más disgustadas, aunque tenga la religiosa costumbre de acompañar en todo a Lorenzetti. No le cae bien Recondo y tampoco Sánchez Freytes a quien ve como un hombre permeable a distintas presiones producto de las denuncias por supuesto mal desempeño en causas de lesa humanidad que le tocó investigar en la justicia cordobesa.