En la trama que llevó a la cárcel al flamante jefe de la Policía de la Ciudad, José Potocar, aparecen los hombres de máxima confianza del comisario prófugo Norberto Villarreal, el titular de la seccional 35a. hasta el año pasado, cuando se desbarató el sistema de recaudación ilegal con cobros ilegales a comerciantes, empresarios y cuidacoches.
El fiscal José María Campagnoli, titular de la fiscalía de Núñez Saavedra, sostiene que Potocar, en su anterior cargo de Director General de Comisarías de la Policía Federal, antes la fusión con la Policía Metropolitana, era el responsable de dar cobertura funcional a la recaudación ilegal llevada adelante por el comisario.
Los encargados de pasar la gorra en nombre del comisario Villarreal, eran oficiales de su confianza, quienes a comienzos de cada mes concurrían a los comercios para retirar el dinero que les garantizaba una “protección” especial. También los mismos hombres se encargaban de llevar la plata a los oficiales superiores.
¿Quiénes son esos hombres hiperleales a Villarreal? Cachorro y Gusano, son los apodos de los recaudadores. Y Gorda es el otro sobrenombre que aparece en la causa, imputada por recibir la recaudación, mes a mes. Cachorro, Gusano y Gorda pudieron ser identificados gracias a los testimonios de otros policías que declararon en el expediente.
Uno de los subcomisarios, llevó la pista hacia Gusano. “En cuanto a la manera en la que se efectuaba el traspaso del dinero, el subcomisario narró que durante el tiempo en que trabajó en la comisaría 35ª notó situaciones que definió como “raras” en la comisaría; dentro de las cuales destacó los encuentros privados que Villarreal mantenía con un sujeto al que según conocía lo apodaban “Gusano”, quien durante la instrucción ha sido identificado como el Sargento Sergio Ríos y ha sido procesado como uno de los “recaudadores” del Comisario”, escribió Campagnoli en su dictamen.
Este subcomisario, de apellido Kovacecvich, precisó “que este sujeto ingresaba vestido de “civil” a la dependencia con los bolsillos “abultados” y se introducía directamente en la oficina de Villarreal. En una ocasión, tras la visita de este sujeto a la seccional, Kovacevich fue a consultar a su jefe en torno a la actividad que esta persona desarrollaba y fue entonces cuando, al ingresar a su oficina, encontró al comisario “sentado contando mucho dinero”, lo cual motivó que este último le ordenara a los gritos que se fuera del lugar”.
Otro de los subcomisarios que declaró en el expediente, de apellido Stefanetti, fue quien permitió identificar a Cachorro, un oficial de apellido Quiroga, que era el encargado de ordenar los dispositivos de seguridad, de acuerdo con la colaboración que todos los meses abonaban los comerciantes y empresarios.
“Brindó detalles precisos que llegaron al punto de diferenciar los roles que, respectivamente, cumplían los procesados Quiroga y Ríos.En consonancia con la hipótesis criminal trazada por esta Fiscalía, el antes nombrado subcomisario confirmó que la distribución de los numerarios que velaban por la seguridad de los comerciantes que integraban esta cadena de recaudación “lo manejaba Villarreal a piacere”, mientras que era Quiroga el que “se ocupaba de la distribución del personal en los restaurantes”. Sumado a ello, de su relato se colige que Quiroga respondía al apodo “Cachorro”, que Ríos lo hacía al sobrenombre “Gusano”, dice el dictamen.
El subcomisario Kovacevich también ayudó a identificar a Gorda, que sería la comisario inspector Susana Aveni, detenida y procesada, y jefa de la circunscripción VII, de la cual dependía la comisaría 35a. El nombre Gorda aparece en un cuaderno secuestrado en la comisaría y que pertenecia a Villarreal. Kovacecvich “manifestó que Villarreal reconoció ante él que esta práctica obedecía a que “(…) la gorda [Aveni] lo apretaba con que le dé más plata”.
En el dictamen, por el cual pidió el arresto de Potocar, Campagnoli sostuvo que el jefe detenido promovió la instauración de la recaudación ilegal “brindó la protección que un sistema permanente de corrupción como éste ineludiblemente requiere y lo blindó ante posibles detractores internos a través del uso arbitrario de los mecanismos administrativos policiales”.