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Quién cuenta los votos

Por Camila Silva

Hay un frase que se le atribuye a Stalin que dice: «No importa cómo se vota ni quién vota, ni dónde ni a quién. Lo importante es quien cuenta los votos». Más allá de lo antipático del personaje, tenía en claro algunas cuestiones sensibles del proceso electoral.

Un punto central de la reforma política que propone el Ejecutivo es que se pasa de un sistema de recuento manual a uno electrónico. El artículo 35 que modifica el artículo 101 del Código Electoral dice: «A continuación leerá en vos alta el registro impreso de cada boleta y aquellos calificados como válidos, procederá a contabilizarlos electrónicamente».

A partir de la sanción de este proyecto, ante la preocupación de Stalin respecto de quien cuenta los votos podremos responder: la máquina de votación. En los tiempos de Stalin no se estaba ante la disyuntiva de si los votos se contaban a mano o con máquina, tampoco su preocupación era el recuento en un sistema democrático. La preocupación detrás de esa pregunta probablemente era respecto de quien maneja la información del resultado de la elección. Quién es, en última instancia, el que comunica el resultado de la elección. En este caso, ese control está en manos del Poder Ejecutivo y el proyecto de reforma presentado no propone ningún cambio.

En Argentina los votos se cuentan el día de la elección en el lugar de votación. Los cuentan los ciudadanos que participaron como autoridades de mesa y los fiscales partidarios. Este proceso comienza a las seis de la tarde, cuando ya terminaron de votar todas las personas. El procedimiento es manual y consiste en abrir la urna, contar los sobres, abrirlos, extraer las boletas, contarlas y luego asignar cada voto a cada partido o alianza. Estos resultados que muchas veces se obtienen contando los famosos «palitos» en el pizarrón, luego son escritos en papel a mano por el presidente de mesa conformando lo que se conoce como acta de escrutinio que se usara para hacer el escrutinio provisorio y el escrutinio final. Por lo tanto, ese proceso de contar los votos en la mesa es central.

Las personas que cuentan los votos realizan este procedimiento luego de 10 horas de trabajo como autoridades de mesa. Deben escribir a mano cada copia. Esto -como es obvio- es susceptible de error, el error humano. Estos errores son detectados muchas veces cuándo se publican los telegramas, y pueden ser subsanados en el escrutinio definitivo que realiza la Justicia.

El procedimiento propuesto en este proyecto es diferente, una vez abierta la urna se extraen todas las boletas, se cuentan y luego se comienza a contabilizar los votos en forma electrónica pasando la boleta por el lector de la máquina que lee y registra el resultado.

Quienes participamos del proceso electoral de la Ciudad de Buenos Aires pudimos ver que mientras que en algunas mesas el proceso de contar los votos se realizaba más lento en otras se hacía uso de la velocidad que permite la maquina. En el primer caso se leía el resultado impreso en la boleta en voz alta, cada fiscal partidario anotaba manualmente, se pasaba la boleta por la pantalla y se verificaba que efectivamente la máquina registrara lo que estaba impreso. En otros casos, solo se pasaba la boleta por la máquina para que haga el recuento sin que a su vez se lleve un control escrito.
A modo de ejemplo, pensemos en cuando vamos al supermercado y a la hora de pagar, algunos más obsesivos y desconfiados miramos la pantalla de la caja registradora y controlamos que el precio que registra sea el mismo que nosotros vimos en la góndola. La velocidad del cajero y la necesidad de ir guardando los productos en la bolsa a veces dificulta este proceso. Sin embargo, muchas veces pasa que la máquina no registra el precio que recordamos haber visto en la góndola. En estos casos, llaman a un repositor y tiene que ir a controlar, trayendo el papel que está impreso y verificando si el precio es el mismo que registró la máquina. Mucha gente no realiza este control, se dedica a guardar los productos y confía que lo que registra la máquina es el precio del producto, paga y se va.

Con lo cual, esta operación requiere, de la posibilidad de control para quienes desconfían del proceso por sus propios medios y/o la confianza en que el proceso funciona sin necesidad de controlar.

El proyecto presentado, además de las auditorias previas a la votación, propone una auditoría posterior denominada de emisión del sufragio que en realidad es un sistema de auditoría del recuento de los sufragios.

Luego de las 48 horas de la elección se realiza un sorteo del 5% de las mesas del distrito. De cada una de ellas se abre la urna correspondiente y se realizará el escrutinio manual de los votos en papel. Se cotejará el resultado obtenido en el escrutinio manual con el obtenido en el escrutinio electrónico.
Si como resultado de la auditoría se encuentran diferencias de al menos 5 votos entre el escrutinio manual y el escrutinio realizado a través de dispositivos electrónicos en más del 10 % de las mesas testigos la Junta Electoral Nacional procederá a realizar el escrutinio definitivo de las demás mesas del distrito mediante el recuento manual.

Estas auditorías podrían dar mayores garantías respecto de la posibilidad de detectar fallas en el sistema y corregirlas con un recuento manual. Ahora volvemos al ejemplo del supermercado. Cuando la máquina registra el precio y no es el mismo que el que está en la góndola, hay diversas posibilidades: un error de la máquina, del código del producto o una manipulación intencional del supermercado que coloca un precio en la góndola esperando que la gente no lo controle cuando pasa por la caja. Todo es posible, y todos podemos creer cualquier cosa. Por lo tanto, la confianza en el sistema es fundamental.

Todos recordamos lo vivido el año pasado en la primera vuelta presidencial, cuando pasaban las horas y no se conocían los resultados. Esto generó todo tipo de suspicacias. Esto ocurre cada vez que hay demoras en la entrega del resultado, aunque muchas veces estas demoras están justificadas. Sin embargo: ¿Qué hubiera pasado si esa noche a las madrugada se anunciaba que había ganado Scioli y no había segunda vuelta?

Para garantizar la transparencia de un nuevo mecanismo de votación y de recuento no es suficiente con auditorías, requiere que en última instancia el ciudadano pueda confiar en el procedimiento, aunque él no pueda o no quiera controlarlo. En este caso el ciudadano debe confiar en quienes tienen a su cargo el proceso electoral para lo cual es indispensable que este actor no esté interesado – al menos en forma directa – en el resultado electoral porque no compite en las elecciones.

Fuente: Bastión Digital.


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