Fernando Araujo fue el líder de la banda.
Por Rodolfo Palacios
Aquel 13 de enero de 2006, el día estaba nublado. Como todos los veranos, los medios transmitían desde las playas marplatenses. Pero ese mediodía, cinco hombres entraron en el banco Río de Acassuso y se hicieron dueños de ese lugar. La prensa informó que era una toma de rehenes. Los canales de noticia transmitieron en vivo. Después de varias horas de tensión, la Policía entró en el banco y no encontró a ningún ladrón. Los rehenes estaban sanos y salvos. «En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es sólo plata y no amores», decía una nota escrita por el líder de la banda y que fue encontrada en la bóveda. Los ladrones cayeron tiempo después, fueron juzgados, condenados pero ahora están todos libres (en libertad condicional) porque la Cámara de Casación bonaerense confirmó que actuaron con armas de juguete.
¿Qué fue de la vida de los ladrones del siglo a diez años de cometido el gran golpe?
Fernando Araujo: es el verdadero ideólogo y líder del audaz asalto al banco Río de Acassuso. Planificó el golpe durante un año y cuatro meses. La idea se le ocurrió a los 38 años. Es artista plástico y profesor de jiu jitsu. Pensó cometer el robo solo, pero se dio cuenta que iba a ser muy difícil. Le gustaban dos bancos para robar: uno quedaba en Barrio Parque, el otro era el Río de Acassuso. Eligió éste último. Además vivía a diez cuadras de ahí y conocía la zona a la perfección. El primer reclutado fue «el ingeniero» o «Marciano», un vecino y compañero de la escuela. Mientras pintaba un cuadro y fumaba marihuana, se le ocurrió lo que para él fue la idea central, lo que haría que su robo fuera único en el mundo: robarlo con las puertas abiertas, bajo la modalidad mixta de boquete y toma de rehenes. El plan era verse rodeado. Que la policía desplegara 300 hombres alrededor del edificio pensando que todo ocurría en la planta baja con los ladrones y los 23 rehenes, pero lo importante pasaba en el subsuelo, donde vaciaban las cajas de seguridad. En la actualidad, Araujo está libre. Tiene libertad condicional. Vive en Palermo, está en pareja con una marchand. Trabaja en un atelier y es personal trainer. Sigue siendo un apasionado de los deportes de riesgo, cada tanto hace parapente, se tira en paracaídas o hace rafting. En un futuro planea radicarse en Europa, pero antes sueña con un viaje por la India. Productores de cine y cineastas lo buscan para comprar los derechos de su historia. No hace mucho, el líder reconoció que la palabra «ricachones» pudo ser ofensiva para Acassuso. «Tendría que haberle puesto bacanes», dijo.
El Marciano: Al principio no quería sumarse a la banda. Pero Araujo lo convenció. Se ocupó de la construcción del dique y a resolver con practicidad los inconvenientes técnicos que el líder le planteaba. No entró en el banco. Esperó desde afuera del boquete que comunicaba a la salita del banco con el desague fluvial por donde escaparon con 19 millones de dólares y 80 kilos de joyas. En la actualidad, el Marciano está libre, escribe un guión de una historia de acción (no es del robo al banco) que quiere presentar algún cineasta interesado. Además sigue trabajando en su taller, donde arregla autos y motos. No volvió a ver a ninguno de sus compañeros. Dice que fue su debut y despedida en el delito.
Luis Mario Vitette Sellanes: El nuevo aniversario del robo lo encuentra en Uruguay con su esposa Elicet y se pequeño bebé. De un tiempo a esta parte bajó su exposición mediática. Se casó hace un año con su novia de 22 años y como souvenir de la boda entregó el libro «Sin armas ni rencores» (el robo al banco Río contado por sus autores). Fue la cara del audaz robo, por su histrionismo en los reportajes televisivos, sus ocurrencias en twiter (tiene más de 15 mil seguidores) y por las canciones que compuso con Sergio Zajdenberg, miembro del grupo musical Los Trovadores de Venus. Vitette fue una pieza clave del asalto: además de cavar el túnel mano a mano con Araujo, fue el encargado de negociar con el policía del Grupo Halcón durante dos horas. Estudió teatro para cumplir ese rol fundamental para ganar tiempo, burlar a la Policía y permitirle a sus compañeros vaciar las cajas de seguridad. Recibó propuestas para ser protagonista de un documental, de una obra de teatro de humor y de un cineasta, pero negó todos los ofrecimientos. «Tengo una contadora implacable y una billetera llena», dice cada vez que le proponen algo.
Rubén Alberto de la Torre: es el que pasó más años (ocho) en la cárcel. Ahora disfruta de su libertad. Apareció en los medios promocionando un libro sobre su historia y la del robo al banco (El robo del siglo, de Luis Beldi), y anunció que su vida será llevada al cine. Por el contenido del libro, Sergio Samuel Arenas, el abogado de Sebastián García Bolster, condenado por el robo pero que siempre negó haber participado, lo demandó por calumnias e injurias. «Beto», como lo llaman, fue el primero en entrar en el banco, disfrazado con un delantal y una peluca. Fue miembro de la histórica superbanda. Pero su esposa Alicia Di Tullio, hermana de Pepita la Pistolera, lo delató ante los investigadores porque supuestamente pensaba fugarse con su parte del botín y una joven amante. Sus compañeros lo cuestionaron por ese error. Habían acordado no involucrar a mujeres en la banda. Beto fue el primero en caer preso. La Policía le secuestró un millón de dólares. No volvió a ver a Alicia Di Tullio ni a su hijo. Ella cuida ancianos en un hospital.
Julián Zalloechevarría: El paisa está en libertad. Pasa el tiempo con su esposa y su nieto. Estudia Derecho y dice que está retirado del delito. Aunque le falta inversionistas, le gustaría abrir un restorán o bar temático sobre el robo del siglo, con un boquete y túnel incluido para que los comensales lo visiten. En el robo se ocupó de robar los dos autos que usó la banda y fueron abandonados. Los robó, por pedido del líder, sin armas ni violencia. Además, El paisa se ocupó de conducir la combi con la que fugaron y tenía un agujero en el piso que coincidía con la alcantarilla de Libertad y Tres Argentos. Por allí subieron los miembros de la banda. El Paisa iba a entrar en el banco, pero por una herida que tenía por un tiroteo con la Policía debió limitarse a las funciones que le encomendaron.
Misterios: no se sabe dónde está el resto del botín. Y quiénes son los otros dos ladrones que participaron del robo pero nunca fueron detenidos ni sospechados.
Relacionado