Macri y Angelici, dos amigos de fierro.

La renuncia del juez federal Norberto Oyarbide encierra más complicaciones para el presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici, que las declaraciones de la diputada y socia política de Mauricio Macri, Elisa Carrió.

Es que Oyarbide tiene que declarar la semana que viene por escrito ante el juzgado de Sebastián Casanello por la denuncia de tráfico de influencias que pesa sobre Angelici, originada en una denuncia por los dichos de Carrió.

La lógica de Carrió indicaría que el juez renunciante no va a aportar nada sustancial porque tiene que cumplir su acuerdo con Angelici: la renuncia y la jubilación a cambio de un futuro sin causas penales. Los expedientes que Oyarbide acumula en la Magistratura quedarán sin efecto una vez que deje su despacho.

El problema para el juez es que ahora Mauricio Macri estaría interesado en que Oyarbide la pase mal en los tribunales, en las causas que ya tiene abiertas.

Histórico aliado del kirchnerismo, a la mesa chica de Olivos le interesa que el magistrado viva las mismas complicaciones que otros afectados por estas horas.

Para el Gobierno es una estrategia correr el eje informativo: el foco en la corrupción supera al rumbo económico a ese escándalo global que es Panamá Papers y que pega de lleno en la imagen del Presidente.

Oyarbide podría condicionar su declaración ante Casanello a las seguridades que Angelici podría darle para tener una jubilación sin estridencias.

El problema es que es un partido que el presidente de Boca parece haber perdido dentro del Gobierno. En el testimonio del juez pueden salir mal parados también Laura Alonso, que responde a Angelici y que tiene la costumbre de escribir indiscreciones por el celular y Juan Mahíques, representante del Gobierno en el Consejo de la Magistratura.

Mahiquetambién én fue adoptado por Angelici pero ahora se dispone a sucederlo como operador. Incluso se habla de alguna gestión inquietante que corrió por cuenta de Martín Ocampo, ministro de Justicia porteño.