Por Javier Sinay.
Para la directora del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) de Salta, Gabriela Buabse (foto), la niña de 9 años que sufrió un abuso sexual simple (según la acusación formulada contra el conductor de un micro escolar, Lucio Flores, por la fiscal María Gabriela González) “se ubica más bien en un lugar de mujer, mostrando un cuerpo desarrollado que puede llegar a ser objeto de deseo”. La frase pasó por debajo de sus ojos con naturalidad, como otras de igual tenor en el mismo escrito, y la directora estampó su firma en un informe dirigido a la Fiscalía Correccional Nº 7 de Salta.
Al día siguiente, Salta primero, y el país después, se conmocionaron frente al desparpajo inmoral de esta aseveración.
La historia comenzó hace un año, cuando el padre de la niña de 9 años denunció al propietario del transporte escolar. Varias veces –según el denunciante- el chofer intentó besarla, la tomó de la mano y le tocó la cola, las piernas y los pechos. A otra niña, de 10 años, también la manoseó, según figura en una segunda denuncia. Una testigo relató en el proceso que renunció a su trabajo en el micro porque el acusado era “muy confianzudo y baboso” y le había hecho “varias propuestas indecentes, como por ejemplo ir a hoteles alojamiento”.
Manchada ante la publicidad de sus propias palabras, la directora del Cuerpo de Investigaciones Fiscales, Gabriela Buabse sostuvo que “este tipo de actuaciones debería mantenerse en reserva, tanto de los menores como del imputado” y criticó al diario salteño El Tribuno, que publicó el escrito, al tiempo que consideró que todo el asunto busca, bajo la forma de un ataque mediático en su contra, perjudicar su postulación al cargo de fiscal penal y desprestigiarla a ella y al Cuerpo de Investigadores Fiscales. Sin embargo, evitó referirse acerca de sus consideraciones sobre la niña de 9 años.
“Esto es una provocación machista y patriarcal: que se cuestione a una niña y se ponga siempre a las mujeres en el banquillo de los acusados es imperdonable”, dice a Crimen y Razón Manuela Castañeira, del colectivo Las Rojas y el Nuevo MAS. “Es escandaloso que las mujeres tengan culpa y ningún derecho. Y que, aunque nos plantemos por nuestros derechos, haya ataques constantes y permanentes y vuelva la idea de que la mujer es una cosa. Para avanzar, hay que destituir a todo tipo de funcionario que tenga esas posiciones y actitudes machistas y falle siempre a favor de violadores, proxenetas y abusadores”.
Según un comunicado emitido por la Multisectorial de Mujeres de Salta, las palabras escritas por Buabse se corresponden con “una mirada adulta cargada de prejuicio machista; que desplaza la responsabilidad hacia la propietaria del cuerpo que generaría deseo y no en el varón que comete un delito; del mismo modo, son preocupantes las afirmaciones en torno a si la presunta víctima es extrovertida o no; o si existe un sentimiento de culpa por parte de la niña; pues en ningún caso el cuerpo o la actitud de una mujer, sea cual sea su edad, es excusa para abusar de ella. Más aún en el caso de las niñas, la responsabilidad adulta no puede ni debe soslayarse”.
Para Manuela Castañeira, la educación sexual es un arma potente para luchar contra este tipo de atropellos, del mismo modo que lo es el aborto legal. “Si existiera en la Argentina, contribuiría a presentar una visión de la mujer con mayor valor”, opina la representante del colectivo Las Rojas, que invita, también, a participar de una movilización por el derecho al aborto libre, seguro y gratuito para este próximo jueves, a Plaza de Mayo.
“Con este tipo de aseveraciones, los operadores y operadoras del Poder Judicial, que de por sí ya están contaminados por pertenecer a uno de los poderes más reaccionarios del Estado, refuerzan sus estereotipos”, agrega Perla Prigoshin, abogada especialista género y salud sexual, y coordinadora de la CONSAVIG (Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género). “Esta funcionaria incurre en violencia institucional y en violencia simbólica contra esta niña, en tanto refuerza un estereotipo y lo hace desde una institución estatal”, dice. “Por un lado, me produce una fea sensación el hecho de que tengan tal negación pese a todo el trabajo que estamos haciendo, que es francamente intenso; por otro lado, todo esto puede ser leído como un desafío hacia las organizaciones sociales que lucha por los derechos. Pero no vamos a dejar que este material sea el que componga a los poderes del Estado cuando a nuestras nietas les toque ser judiciables”.
Y mientras la directora del CIF salteño guarda silencio, Manuela Castañeira explica por qué una mujer también puede atentar contra su propio género: “el sector reaccionario contra los derechos de las mujeres excede a las propias mujeres; que seamos mujeres no significa que estemos todas a favor de las mujeres. Ocurre lo mismo que con una mujer presidenta: que la haya no significa que estemos mejor. A veces hay mujeres que deciden hacerle más favores a la Iglesia que a las mujeres porque hay cuestiones de clase y de religión en el medio”.