El presidente del Consejo de la Magistratura porteño, Juan Manuel Olmos, tiene una obsesión: lograr el traspaso de facultades de justicia nacional a la de la ciudad de Buenos Aires. Es un procedimiento a simple vista administrativo pero que esconde cientos de contratos y, sobretodo, la posibilidad de tener una influencia cada vez mayor en los Tribunales. Esta cruzada, que debe pasar por el Congreso, lo encuentra con el apoyo del Pro. Mientras tanto vive su propia interna en el peronismo porteño.
Olmos está en un gran momento. Concretó la mudanza del Consejo porteño al edificio que la empresa Siemens tenía en Plaza de Mayo, no tiene muchas internas en el organismo y pretende avanzar en la consolidación de su espacio dentro del PJ porteño. Su idea más nueva es crear un portal similar al Centro de Información Judicial de la Corte Suprema. Otra de sus iniciativas, que acaba de presentar en sociedad en la Feria del Libro, es crear una editorial del Consejo para publicar trabajos y artículos de funcionarios del Poder Judicial de la ciudad. “De acá no me voy más”, les dice a sus amigos de la política.
El traspaso de facultades está previsto por ley, el problema es que la Nación lo avala pero sin transferirle los fondos a la Ciudad, algo muy parecido a lo que ocurre con la policía o el subte. Actualmente la ciudad tiene un fuero que es penal, contravencional y de faltas pero a la hora de los papeles la gran mayoría de las causas son contravenciones y casi nada en materia penal. Esos temas todavía se manejan en la justicia nacional en lo criminal y correccional con asiento en la Capital.
Olmos busca que el Congreso le traspase a la Ciudad la facultad para tratar causas de tipo penal. Sabe que la justicia porteña es superavitaria (tiene mejores sueldos que la nacional) y que la nueva atribución implicará un festival de contratos que él piensa utilizar para fortalecer su presencia tanto en la Justicia como en la estructura del PJ de la ciudad.
Lo cierto es que ya Olmos ha sido objeto de denuncias por la discrecionalidad con la que se otorgan los cargos en el Consejo, incluso se habla de decenas de ñoquis camuflados que trabajan un día a la semana y perciben unos 15.000 pesos. El año pasado el entonces legislador de Proyecto Sur Julio Raffo dijo que “el Consejo es la caja del financiamiento de la política porteña”. Además agregó que en menos de seis meses se crearon 70 cargos de los cuales se vieron favorecidos varios familiares de Olmos como su hermano José.