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Macri llega a Washington para reforzar su agenda internacional

Por Román Lejtman

Martín Losteau, el embajador argentino en Estados Unidos, debió exigir su inteligencia para encuadrar en un Excel todas las audiencias que protagonizará Mauricio Macri durante su gira de 30 horas en Washington.

El Presidente tendrá bilaterales con las máximas autoridades políticas de China, India, Canadá, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda, compartirá una cena protocolar con Barack Obama y será orador en la Cumbre de Seguridad Nuclear, que elaboró un documento multilateral orientado a evitar que ISIS y otras facciones fundamentalistas tengan capacidad para atacar a Occidente con una bomba sucia.

Cada una de las audiencias previstas tiene un sentido diplomático, pero la tensión se centrará en la bilateral que mantendrá Macri con Xi Jinping, presidente de la República Popular China. Cristina Fernández dejó una herencia opaca con China y le toca a su sucesor enderezar ciertos emprendimientos que no cierran. Macri planteará a Xi que ambos países deben profundizar las relaciones, pero aún tienen sus dudas sobre la ingeniería financiera montada para construir las dos represas en Santa Cruz y las centrales nucleares en Buenos Aires.

La reunión entre Macri y Xi está prevista en un imponente hotel de Washington, no durará más de treinta minutos y será un encuentro exploratorio. El Presidente quiere que se ordene la relación y después cerrar otra bilateral con Xi durante la Cumbre del G20 que se hará a principios de septiembre en China. Ordenar la relación significa qué créditos de ese país se tomarán, a qué tasa y para que fines. En este contexto, es imposible saber si las dos represas en Santa Cruz se construirán, o sus fondos ya previstos serán utilizados para otro destino menos controvertido.

En la capital de Estados Unidos hay un juicio favorable para los primeros 100 días de mandato de Macri. Sin embargo, se nota también que la burocracia estatal aún no recibió el impulso político que Obama asignó a la relación con Argentina. Macri y Obama quieren avanzar a tambor batiente, pero aún hay poca correlación entre las intenciones diplomáticas y las decisiones ejecutivas que debe tomar cada dependencia clave de la Casa Blanca.

La canciller Susana Malcorra se entrevistó con su colega John Kerry para ajustar una agenda de trabajo que debería desembocar en una visita del secretario de Estado a Buenos Aires. Kerry llegaría para noviembre, pocos meses antes de terminar su gestión, y el objetivo es anunciar los avances en la relación bilateral e iniciar un nuevo tramo de negociaciones vinculadas al comercio, la tecnología, el turismo y la educación.

La derrota del peronismo en los comicios, el ostracismo de CFK y las causas judiciales que se ventilan en los tribunales porteños, coloca a Macri en un escenario formidable para cerrar un capítulo sinuoso de las relaciones exteriores de la Argentina con el mundo. Aquí se asume que los extraños acuerdos suscriptos por Cristina con Irán, Siria y Venezuela ya fueron archivados y que el presidente argentino viene con intenciones de relanzar las relaciones multilaterales. Por eso Malcorra y Losteau diseñaron una agenda de trabajo para Macri que sorprendió a la vieja guardia de la Cancillería.

A diferencia de otros viajes a Estados Unidos, cuando CFK llegaba con su gabinete, sus familiares y sus amigos, no está previsto un tour de compra ni la reserva de un restaurant top para matar las horas de hastío y soledad política. Otras relaciones exteriores, otro estilo para las giras presidenciales.

Fuente: El Cronista.


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