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Los puntos difusos de la imputación al portero del crimen de Angeles

Por Rafael Saralegui.

Agotado, después de pasar la noche en vela en un ambiente hostil y desconocido, el encargado del edificio donde vivía la adolescente Angeles Rawson, de 16 años, situado en Ravignani 2360, Jorge Mangieri, pidió hablar con la fiscal Paula Asaro, responsable de la investigación por el homicidio de la muchachita. “Fui yo”, le dijo a la titular del Ministerio Público, quien estaba acompañada por un secretario. “No hable más”, le respondió Asaro. Cualquier otro dicho podría hacer que se dictara la invalidez de la declaración. Mangieri había sido llevado por la fuerza a declarar como testigo en la noche del viernes 14 después de haber ignorado citaciones previas. En ese momento, la fiscal se comunicó con el juez Roberto Ponce y Mangieri quedó detenido e incomunicado, como único imputado del homicidio de la menor.

Por consejo de su abogado defensor oficial, Mangieri se negó a declarar cuando fue llevado durante la tarde del sábado 15 a la sede de la fiscalía. La declaración indagatoria es un acto de defensa con el que cuenta cualquier imputado y la negativa a declarar no puede ser considerada como un acto incriminatorio. Simplemente, su defensor le dijo que no hablara hasta saber que pruebas había en su contra en el expediente.

Para la fiscal fue atacado en el hall del edificio.

Para la fiscal fue atacado en el hall del edificio.

Según el extenso comunicado difundido esta tarde por el Ministerio Público, Mangieri admitió la autoría después de haber incurrido en reiteradas evasivas y contradicciones cuando declaraba como testigo, acto en el que se jura decir la verdad. Los imputados, en cambio están relevados de ese juramento, para poder defenderse. Como decía un viejo cronista judicial, Mangieri no fue un «hábil declarante». Acostumbrado a soportar largas horas en sede judicial sometido a cataratas de interrogatorios.

Con los dichos del portero, el caso que más conmovió a la oponión pública desde el crimen de la pequeña Candela, parece haberse encaminado hacia su resolución, aunque aún hay datos de los que no se ha informado que generan dudas o preguntas. A saber:

-La Fiscalía parecía encaminada a investigar al círculo más cercano a la adolescente, cuando en el mismo momento en que se realizaba su velatorio pidió al juez que se allanara el domicio de Angeles y su familia, el miércoles 12.

-La familia había dicho que Angeles no había regresado a la casa después de la clase de gimnasia en el predio situado al lado de la planta del Ceamse. Hay una filmación que la muestra a punto de ingresar en el domiciio.

-En la casa de Angeles aparecieron las llaves, las zapatillas y el morral que había llevado esa mañana a la clase. Pero la empleada doméstica, de nombre Dominga, dijo que Angeles no había ingresado al departamento, situado en la planta baja. ¿Como llegaron esos elementos allí?

– La fiscalía cree que Mangieri atacó a Angeles en el hall del edificio, le puso una bolsa del supermercado Vea en la cabeza y otra de consorcio en el cuerpo después de ahorcarla con un hilo, tipo tansa de pesca. ¿Que hizo Mangieri con el cuerpo? ¿Lo escondió en el sótano, hasta que se hizo de noche, lo subió al coche y luego lo tiró en un conteneder de basura del barrio?

-El informe dice que la joven murió al ser aplastada por el camión compactador de basura. ¿Si fue así estuvo varias horas en el sótano inconsciente? Lo extraño es que nadie dentro del edificio haya escuchado o visto nada.

Las pruebas de ADN en busca de rastros en el auto y en el sótano podrían probar que el cuerpo de Angeles, aún viva, estuvo en ambos lugares. Es un dato clave para sostener la acusación contra el portero, porque aporta una prueba científica, que si está bien realizada es indubitable.

Que la familia estaba en la mira parece evidente cuando estuvieron en la sede de la fiscalía durante todo el viernes. Recién los dejaron ir pocos minutos antes de las tres de la mañana del sábado. A esa hora la fiscal habrá empezado a sospechar más seriamente del portero.

Aún se desconoce el movil del crimen. Los peritajes dicen en principio que no hubo ataque sexual. Una versión dice que la chica le dijo a Mangieri: “Negro de mierda”. Que un insulto sea un motivo para matar parece poco, aunque los archivos de tribunales están repletos de homicidios que surgen por una chispa desatada por la incontinencia verbal. Sin ir más lejos el odontologo Barreda, apodado “Conchita” por las mujeres de su familia. También pudo haberse tratado de un intento de abuso sexual que no se llegó a consumar.


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