Por Rodolfo Palacios
En el caso Dalmasso le gustaba jugar a detective estrella. No como los de las series actuales, sino al estilo Don Johnson, el protagonista de División Miami. Usaba camisas coloridas y lentes de sol. Hablaba de las técnicas del FBI y era tan enigmático como los crímenes que investigaba. Cuando mataron a Nora en su casa de Río cuarto, aquel domingo 26 de noviembre de 2006, Rafael Sosa era jefe de la División Homicidios de Córdoba.
Entre sus pergaminos podía jactarse de haber sido uno de los policías que logró las detenciones del violador serial Marcelo Sajen (que al final se mató cuando se vio rodeado), del “Oso” Peralta, uno se los secuestradores de Axel Blumberg y de Martín “El porteño” Luzi, uno de los prófugos más buscados del país. Pero a Sosa le llegó el ocaso: está acusado de tener vínculos con una banda de narcos y secuestradores.
El ex policía comenzará a ser juzgado el miércoles 28 por abuso de autoridad y violación a los deberes de funcionario público. En otra causa se lo acusa del delito de asociación ilícita. Se cree que Sosa actuó en un caso de secuestro sin dar aviso oficial a la Justicia y disponiendo de los policías a su antojo. En el hecho que se investiga, ocurrido el 16 de julio de 2013, Sosa fue convocado por uno de los dueños del boliche «Palmira Senior», de barrio Cerro de las Rosas, para que interviniera en el supuesto secuestro extorsivo contra un socio del empresario nocturno. La presunta víctima apareció sana y salva. Sosa nunca lo notificó, por lo que se sospecha que pensaba quedarse con el dinero del rescate y hasta podría haber sido parte del plan.
En el caso de narcotráfico, Sosa era el jefe de la División Lucha contra el Narcotráfico de la policía provincial cuando fue vinculado con un informante narco. El exjefe de Inteligencia de la repartición de Drogas Peligrosas de la Policía de Córdoba, Gustavo González, comprometió a Sosa en la llamada causa “Narcoescándalo”, que investiga la asociación ilícita entre efectivos policiales y narcotraficantes de Córdoba. Según los investigadores, Sosa lideraba una banda mixta de narcos y policías, cuyo nexo sería un informante que se infiltraba en las bandas.
Según el diario La Mañana de Córdoba, “ocurrieron dos misteriosas muertes que podrían vincularse con este caso que destapó una olla que derivó en el desmembramiento de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico de la Policía y las renuncias de un jefe policial y un ministro, Ramón Frías y Alejo Paredes”.
En la causa hay ocho policías detenidos. En los allanamientos se descubrió que ocultaban droga en la dependencia y en los patrulleros (ya sea para venderla o plantarla) y armas con la numeración limada. En uno de los operátivos antidrogas secuestraron 30 kilos de marihuana pero a la Justicia habrían entregado alfalfa.
“Sosa era el policía estrella de Córdoba. Así llegó al caso Dalmasso, donde tampoco tuvo una participación limpia. Lo más grave fue que apuntó contra mi defendido sin tener ninguna prueba”, dijo a Cyr Enrique Zabala, abogado defensor de Gastón Zárate, el perejil del caso Dalmasso.
En ese entonces, a través de una cámara oculta, Zabala demostró lo que se rumoreaba: el alojamiento de Sosa y de otros policías en el hotel Ópera de Río Cuarto había sido pagado por Daniel Lacase, primer abogado de Marcelo Macarrón, viudo de Nora, con vínculos políticos con el gobernador José Manuel de la Sota. Cuando se supo ese escándalo, Sosa dejó el caso y lo mandaron a dar clases en una escuela policial. Pero tiempo después volvió, quizá por su banca política, a los primeros planos. Lo nombraron jefe Antidrogas. Volvió a caer, esta vez con más ruido.