| Violencia de género

La modelo que casi se desangra en su casa por las puñaladas que le dio el novio

Verónica Notagay estuvo encerrada en su departamento con su novio en na noche de terror. Por la mañana la apuñaló. Pudo escapar y llegar hasta el hospital.

Las heridas en el cuerpo de Verónica.

Las heridas en el cuerpo de Verónica.

Por Rafael Saralegui

José María Slapak (23) le había dicho a Verónica Marisel Notagay (26) que sólo sería de él. Como si fuera una cosa, un objeto, que se tiene y no se presta. O se descarta cuando ya no se usa. Slapak y Notagay se conocían desde niños, nacidos los dos en el pueblo de Castelli, en la provincia de Chaco.

Y acá, en Buenos Aires, donde ella trabaja como modelo, seguían de novios. Pese a los celos enfermos de él. Pero Verónica estaba harta, no quería saber más nada. En la mañana del domingo 30 de octubre, Slapak le dio cuatro puñaladas a Verónica, quien estuvo a punto de desangrarse en su casa, pero pudo escapar y llegar hasta el hospital Alemán, situado a unas pocas cuadras. El se escapó después de que Verónica consiguió entrar en el servicio de guardia.

Slapack fue detenido en la tarde del martes 8 en la localidad de Tres Isletas, cerca de Castelli, por dos policías chaqueños, cuando se trasladaba en un coche, acompañado por un amigo. En las próximas horas será trasladado hacia Buenos Aires para ser interrogado como acusado por la jueza de instrucción Alicia Iermini, quien caratuló el hecho como “tentativa de homicidio agravado por el vínculo y por violencia de género” en concurso real con “privación ilegal de la libertad”.

“Se está coordinando el traslado desde Chaco a Buenos Aires. Se trata de algo así como una extradición interna. Desde el momento de su detención el juez tiene 24 horas para el traslado y otras 24 para la indagatoria. Calculo que el viernes a la mañana será indagado y luego será alojado donde lo disponga el Servicio Penitenciario Federal (SPF)”, explicó el abogado Gabriel Iezzi, quien representa a la modelo en su condición de querellante en la causa.

Después de haber tenido el alta médica, Verónica declaró el lunes ante la jueza en lo correccional N°13, Patricia Guichandaut, ya que originalmente la causa había sido caratuladas como lesiones, pero después de la testimonial, la jueza se declaró incompetente y giró el caso a la justicia de instrucción, porque lo que vivió Notagay mientras estuvo encerrada en el departamento fue una privación ilegal de la libertad y un intento de homicidio.

-No te quiero ver más, por tu culpa perdí un montón de trabajos. Me tenés harta. No me dejás hablar con mis amigos, con mi familia. Así no se puede seguir-, le dijo Verónica en la noche del 29 de octubre, después de las once de la noche, en el cuarto del departamento situado en Juncal al 2200.

-Vos está loca, vas a estar conmigo y nadie más-, le respondió Slapak, a los gritos. Agarró el teléfono celular de ella y las llaves del departamento y se las metió en los bolsillos del pantalón, la tomó del cuello y la tiró sobre la coma.

Fue hasta la cocina, agarró un cuchillo y le dijo que la iba a matar. “Sólo vas a estar conmigo”, le gritó. “Y si me denunciás voy a ir a Chaco y a matar a toda tu familia”, la amenazó.

Verónica le dijo que estaba loco, que no la podía tratar así. Slapak comenzó a pedirle que lo perdonara, que no lo haría nunca más, que tenía razón, que se había vuelto loco. Ella tenía miedo y como vio que se tranquilizaba decidió seguirle la corriente. Hicieron la comida, cenaron, ya sin gritos y se fueron a la cama.

A la mañana siguiente se pusieron a ver videos. “¡A vos te gusta ese guacho!”, le gritó mientras apuntaba a la pantalla y señalaba al cantante. Verónica se fue de la habitación para ponerse las zapatillas. Se estaba atando los cordones cuando recibió la primera trompada, seca, directa, en el lado izquierdo de la cara. Después Slapak siguió con una seguidilla de piñas y patadas en la panza.

Ella empezó a gritar y le decía parara porque iba a llamar a la policía. Debajo de la cama, la perrita de la pareja no dejaba de ladrar. Slapak fue hasta la cocina y volvió con un cuchillo. “Seguí gritando, a la noche vas a estar muerta”, le dijo.

La primera puñalada entró por el lado izquierdo, un poco por debajo del pecho. Otra fue en el hombro derecho, dos más en el pecho. Cuatro cuchillazos en total. Empezó a marearse, aunque no perdió la conciencia. Durante 20 minutos, Verónica estuvo encerrada en el cuatro, mientras la sangre no dejaba de brotar.

En un momento, pudo salir del cuarto y abrir la puerta del departamento, que estaba sin llave. Bajó por la escalera, caminando despacio, y salió a la calle. El la seguía, la agarraba de un brazo, le pedía que volviera al departamento, que la iba curar, que para eso había estudiado enfermería. Caminó un par de cuadras hasta el Hospital Alemán, cubierta con un buzo de Slapak, por lo que las heridas no se veían. En la entrada principal del sanatorio, un policía le dijo que la guardia estaba a la vuelta. El la siguió amenazando, hasta que entró en la guardia, Slapak se escapó corriendo.

No se supo más nada de él, hasta que fue detenido cerca de Castelli, donde vive su familia. Verónica le dijo a la jueza que Slapak ya había tenido denuncias en Chaco por violencia de género, por amenazar a otras mujeres. Y que ellos habían discutido en forma violenta otras veces, pero que nunca había llegado tan lejos, hasta terminar rodeada de médicos en el servicio de terapia intensiva.