Un inesperado pacto entre agrupaciones hasta hace meses antagónicas domina la actualidad del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal. El acuerdo entre Gente de Derecho (que actualmente preside la entidad con Jorge Rizzo a la cabeza) y Cambio Pluralista (que aglutina referentes del Pro y la UCR) tuvo su punto de partida en la política, puntualmente en las críticas a diversas decisiones del Gobierno tales como la nueva ley de ARTs, la reforma del Código Civil y la puja judicial por la aplicación de la Ley de Medios.
La campaña en 2012 fue feroz. Cambio Pluralista llevó como candidato al ex decano de la facultad de Derecho de la UBA Atilio Alterini (quien falleció meses después) y señaló en todo momento a Rizzo como candidato del kirchnerismo, especialmente por la buena relación que este cultiva con el titular del gremio de los judiciales Julio Piumatto y con el senador Aníbal Fernández. Finalmente, Gente de Derecho retuvo la administración del Colegio.
Esta agrupación siempre se ha presentado lejana a las tensiones políticas y con un discurso enfocado en facilitarle el desempeño profesional a los abogados que trabajan por su cuenta y no tienen grandes estructuras. Cambio Pluralista, por su parte, tomo como estrategia la confrontación directa con el oficialismo y mantuvo su cercanía con el tradicional Colegio de Abogados que nuclea a los abogados de los grandes estudios empresariales y tiene, entre sus antecedentes, haber apoyado abiertamente, a lo largo de la historia, gobiernos de facto.
Hay distancias más sutiles: estos últimos, en general provenientes de la llamada “familia judicial”, de tinte más tradicional y conservador siempre vieron en Rizzo a un gran administrador pero de formas impresentables o más bien chabacanas. No por nada suelen preguntarse en tono socarrón, dónde está ubicado el estudio de Rizzo ya que este generalmente pasa el día en el Colegio salvo cuando se arrima al café La Giralda donde anima largas tertulias con abogados y periodistas.
El primer lugar común entre dos listas con visiones tan contrapuestas fue el proyecto de reforma del Código Civil y Comercial que apoyan tanto el Gobierno como el titular de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti. Durante el año pasado Rizzo organizó una serie de encuentros, uno especialmente numeroso en el Paseo La Plaza, con el objetivo de criticar abiertamente el proyecto, especialmente en los aspectos referidos a derecho comercial. Sus adversarios le respondieron con un guiño que no sería el último.
Más silencioso fue el acuerdo respecto de la ley de ART que el oficialismo votó el año pasado en el Congreso. Si bien la norma llegó con apoyo de la UIA, a los abogados empresariales no los terminó de convencer, especialmente por las trabas que impone la ley al momento de las etapas de revisión de lo actuado.
Cuando a fines del 2012 la escena se vio dominada por la pela entre el Grupo Clarín y el Gobierno por la Ley de Medios, en el kirchnerismo cayó mal que Rizzo no se pronunciara sobre la cuestión. Esta actitud neutral terminó de sellar la buena sintonía entre ambos grupos, específicamente entre Rizzo y Guillermo Lipera, hombre de peso en el mundillo de los abogados de empresas y con rol protagónico en el Colegio de Abogados junto a su titular Máximo Fonrouge.
Tan buena es la relación que el nombre de Lipera ya se ha comenzado a instalar para el Colegio Público como sucesor de Rizzo. Para los votantes de Gente de Derecho, los llamados “abogados de a pie”, sería una postal tan paradójica como impensada.