| Tema del día

La guerra de bandas en Dock Sud se cobró ocho víctimas en un año

Por Ignacio Ramírez.

En las Torres de Dock Sud rara vez alguien se alarma al escuchar disparos. Los tiros al aire son habituales en distintos sectores del complejo habitacional de Avellaneda. En el último mes, aumentaron las denuncias de hechos violencia y los vecinos aseguran que hubo un crecimiento desmedido de balaceras, peleas de pandillas y muertes. En el último año murieron ocho personas inocentes por disputas entre bandas antagónicas. Las tropas de malhechores eligen el Docke para enfrentarse, mientras las víctimas caen como moscas.

Los disparos al aire son cosa de todos los dìas.

Los disparos al aire son cosa de todos los dìas.

En el Conjunto Habitacional Nicolás Avellaneda, conocido por las Torres de Dock Sud, viven más de cinco mil familias. El complejo tiene una escuela, una sala de primeros auxilios, una biblioteca a medio terminar, y una cancha de fútbol. Las torres con once núcleos de diez pisos conectados internamente por pasarelas y puentes  tienen espacios verdes compartidos, además de un centro de jubilados y un bar. Con el correr de los años, en los departamentos que habitaban cuatro personas, hoy viven el doble. En las torres la sangre de los vecinos corre como ríos. El último homicidio ocurrió el martes 21 de mayo. Fue el octavo en el último año. Fue cuando dos menores integrantes de un patota acribillaron a un humilde y querido trabajador del docke.

Luis Alberto Báez (43) estaba dialogando con vecinos y jóvenes en la cancha de fútbol del complejo, situada entre la escuela y la sala de primeros auxilios que rara vez funciona. Báez nació y se crió en el barrio. Allí vivió toda su vida, y formó su familia. Padre de cinco hijos, ese día iba a visitar a su padre y sus hermanos, hasta que el destino le jugo una mala pasada.

La patota se topó con Báez y sin mediar palabra comenzó a disparar. El trabajador quedó en medio de una guerra de bandas que pretendía matar en realidad a otro joven que estaba charlando con él. La víctima fatal, que era ajena a la disputa, murió de un tiro en la espalda. Nada se puedo hacer para salvarlo en el Hospital Pedro Fiorito de Avellaneda.

Horas después efectivos de la Comisaría 3ª de Avellaneda junto a la Jefatura Departamental de Lanús realizaron procedimientos en las Torres del Docke donde capturaron a un joven de 22 años. Los investigadores creen que el detenido sería el  responsable del disparo que provocó la muerte de Báez. En el homicidio interviene el fiscal de la Unidad Funcional Nº 3 de Avellaneda, Alejandro Rojas.

El caso mas emblemático, fue hace menos de seis meses, cuando murió una niña de dos años por un tiro en el pecho, mientras jugaba con un hombre en la casa. En realidad los homicidas quisieron matar al hombre que estaba con la menor, quien según testigos, la usó como escudo a la menor. Luego, varios vecinos perecieron en tiroteos ocurridos en espacios comunes.

“Hay una guerra de bandas. Hoy las torres, la isla Maciel, la villa tranquila y las casitas tienen banditas de asesinos que se disputan los territorios a tiros. Ya nada es lo mismo en las torres. Ya mataron ocho personas en el íltimo año”, denuncia Martín Posse vecino de las torres. Fuentes de la investigación apuntan a una clara disputa territorial por el control de los negocios vinculados a la venta de cocaína y al robo de automóviles.

Falta de oportunidades, familias ausentes, las deudas, el delito o las adicciones, llevan a las pandillas a jugar a la guerra. Los habitantes de las torres tienen algo en común: se hicieron a los golpes, en la calle y la gran mayoría pudo escapar del final anunciado: delito, droga, muerte o cárcel. Son fieras enjauladas por el hambre, la frustración y la falta de oportunidades. Actualmente los cuatro barrios emblemáticos, marcados por la miseria y el delito están en guerra. En estos suburbios todos saben todo, pero pocos se animan a denunciar por viejos códigos de silencio y de convivencia social. La interna de las bandas recrudece mientras nadie encuentra una solución para los vecinos. La guerra de pandillas no da tregua.


Compartir: