El ultramediático abogado penalista Fernando Burlando se caracteriza por el buen gusto. A sus autos de lujo, entre ellos una Ferrari valuada en 350 mil dólares, sus caballos de polo y sus propiedades, se le suma su obsesión por la vestimenta. Una escena que se repite cada vez que llega a su estudio de Puerto Madero bien podría ser parte de la serie La ley y el Orden. Burlando mira a sus abogados y es capaz de ordenarles que se cambien si no le gusta cómo están vestidos. Por ejemplo, a uno de ellos le dijo: «Cambiate esta corbatita, no es elegante».