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La defensa de Mangeri pidió la nulidad de la causa, pero no prosperará

Por Rafael Saralegui.

Los abogados del portero Jorge Mangeri se jugaron hoy una carta a todo o nada: pidieron la nulidad de la causa en la que su cliente está procesado y con prisión preventiva por el delito de homicidio agravado por alevosía en perjuicio de la adolescente Angeles Rawson, de 16 años, asesinada el 10 de junio en el edificio donde ambos vivían en Ravignani 2360.

 

Los abogados de Mangeri dijo que fue un "imputado encubierto".

Los abogados de Mangeri dijo que fue un «imputado encubierto».

En vez de apelar la medida dictada por el juez de instrucción Javier Ríos, los abogados Miguel Angel Pierri y Marcelo Biondi fueron a fondo y pidieron que se declare nula la causa desde el momento en que Mangeri pasó de testigo a imputado en el proceso, en la madrugada del sábado 15 de junio. Se trata de una movida desesperada con pocas condiciones de prosperar, a la luz de lo que se conoce del expediente. De todos modos, en las próximas horas presentaran igual la apelación al procesamiento.

Los letrados fundaron su escrito en lo que se conoce como la doctrina del “fruto del árbol envenenado”, por la cual si una investigación surge de un hecho ilegal o no ajustado a derecho, todo lo que sigue luego debe ser considerado nulo por los jueces, ya su origen está fuera de la ley. Ese fue el argumento, por caso, que usaron los jueces del tribunal oral que declararon nula la investigación del atentado contra la sede de la AMIA.

En un escrito de poco menos de 30 fojas, los abogados argumentaron con la creación de un neologismo legal: dijeron que Mangeri no era un testigo cuando fue llamado a declarar por la fiscal Paula Asaro, sino que se trataba de un «imputado encubierto». La defensa sostuvo que las sospechas contra el portero comenzaron el 12 de junio, dos días después del crimen. Sin citar las fuentes, como si fuera un off the record en el periodismo, los abogados dijeron que ese día la fiscal Asaro recibió un mail en el que le sugerían investigar al portero y que en el sótano del edificio había bolsas y sogas.

Mangeri «nunca debería haber declarado como testigo», dijo Biondi y añadió: «lo llamaron como testigo en la noche del viernes y lo interrogaron y las preguntas que se le hicieron en la testimonial son propias de una indagatoria; por eso se pidió la nulidad de distintos actos procesales y su sobreseimiento».

«Para ese momento había distintas constancias que lo sindicaban como sospechoso. Entendemos que Mangeri debió haber sido entonces llamado a declarar como imputado. Y que entonces no tuvo ninguno de los derechos y garantías de los imputados en causa penal. Incluso estuvo más de dos horas esperando apenas se produjo el acta que sustentó el pedido de detención», abundó el abogado.

La argumentación es endeble y discutible. En las primeras horas de un homicidio todas las personas cercanas a la víctima se convierten casi en forma automática en sospechosos, salvo que dispongan de coartadas que los excluyan en forma clara de esa posibilidad.

En las primeras jornadas posteriores al crimen las sospechas estaban apuntadas al entorno familiar, a tal punto que se ordenó el allanamiento de la casa de Angeles cuando la menor estaba siendo velada por sus deudos. Mangeri desapareció de los lugares que solía frecuentar en forma simultánea a que la familia de Angeles presentó la denuncia por su desaparición.

Cuando toda la familia de Angeles fue citada a declarar, el viernes 14 se presentaron por su cuenta. A Mangeri lo tuvo que llevar la policía por la fuerza ya que había ignorado las citaciones de la fiscalía. Por esas horas, el portero pidió consejo a un policía primo de su esposa, Cecilio Seattone, quien hoy declaró ante el juez. Seattone dijo que notó «aterrado» a Mangeri y el portero le dijo que hasta pensó en «suicidarse», pero vinculó estas circunstancias a un supuesto «apriete» denunciado por el encargado.

En la madrugada del sábado 15, Mangeri pidió hablar con la fiscal Asaro y fue en ese momento que le dijo que él era el responsable del crimen. En ese momento, la fiscal le dijo que no debía seguir hablando sin presencia de un abogado defensor. Luego cuando tuvo sus defensores, Mangeri se negó sistemáticamente a hablar.

De todos modos, como se trata de una cuestión básica del derecho penal, el juez Ríos ignoró los dichos de Mangeri ante a Asaro y fundó el procesamiento en las pruebas de ADN. Los restos genéticos de Mangeri fueron encontrados en tres dedos de la mano derecha de la menor. Se trata de una evidencia contundente, muy difícil de contrarrestar. Son conocidos los casos en los que la policía planta evidencias, pero el plantado de ADN no registra antecedente alguno en la Justicia argentina.


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