CIUDAD DE MÉXICO.- Agentes antidrogas y fiscales de Estados Unidos negociaron en suelo mexicano con miembros de carteles del narcotráfico para obtener información de sus rivales, lo que condujo a capturas de cargamentos y detenciones, una situación que incrementó la violencia en todo el país durante los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón.
Según documentos judiciales obtenidos por El Universal durante una investigación de un año con más de cien entrevistas, Washington conocía y autorizó esas reuniones de fiscales y agentes con narcotraficantes. Los contactos comenzaron con el poderoso cartel de Sinaloa, que lidera Joaquín El Chapo Guzmán, buscado desde que se fugó, en 2001, de una cárcel mexicana de alta seguridad.
Durante los gobiernos de Fox y Calderón, fiscales federales norteamericanos y agentes de la DEA se reunieron con traficantes de droga en México. David Gaddis, entonces director regional de la DEA con sede en la Ciudad de México, autorizó a su agentes a que se reunieran con miembros de carteles sin informarlo al gobierno mexicano y permitieron, bajo acuerdos escritos, que los narcotraficantes siguieran operando.
Entre 2000 y 2012, en especial entre 2006 y 2012, durante el gobierno de Calderón, Estados Unidos estableció con México convenios de colaboración sin precedente para el combate del narcotráfico. Y en forma paralela creó una guerra secreta a través de sus agentes, que se reunieron directamente con miembros de los carteles.
En junio de 2009, un acuerdo entre el Departamento de Justicia y el Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos permitió que tanto agentes de la DEA como de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) tuvieran autoridad para investigar a sospechosos de narcotráfico en la frontera y a nivel internacional.
Sin la presencia de alguna autoridad mexicana, como lo establecen los acuerdos binacionales, y sin informar al gobierno de México, los agentes construyeron una red de informantes de narcotraficantes, quienes firmaban acuerdos de cooperación, sujetos a resultados, para que pudieran obtener beneficios futuros, entre ellos la cancelación de cargos en Estados Unidos.
En algunas ocasiones los agentes de la DEA o el gobierno de Estados Unidos proporcionaron datos obtenidos de esas reuniones, sin citarlas, al gobierno de México para que los policías o militares mexicanos realizaran detenciones. Durante la presidencia de Calderón, 12 de las detenciones más importantes fueron producto de la DEA.
En Colombia, la DEA y otras agencias estadounidenses obtuvieron, hace años, información de organizaciones rivales del cartel de Medellín, de Pablo Escobar. Ese trabajo, realizado en colaboración con la policía local, fue calificado como «un gran éxito» por Myles Frechette, ex embajador de Estados Unidos en Bogotá.
«El problema del narcotráfico sigue en Colombia, pero se logró la reducción del tráfico de cocaína y otras drogas», dijo Frechette en entrevista con El Universal.
Desde los años 80, la DEA operó de la misma manera tanto en Colombia como en Camboya y Tailandia, y desde hace más de diez años actúa bajo esa estrategia en Afganistán, según Edgardo Buscaglia, catedrático de la Universidad de Columbia. «Claro que este modus operandi implica una violación del derecho internacional público, además de tirar más combustible al fuego de la violencia, con violaciones al debido proceso y a los derechos humanos», dijo Buscaglia.
El caso que estableció en detalle las tácticas de los agentes de la DEA para reunirse en México y negociar con miembros de los carteles es el proceso judicial que se le sigue en una corte en Chicago a Vicente Zambada Niebla, hijo de Ismael «el Mayo» Zambada, considerado el «número dos» del cartel de Sinaloa. Esas reuniones se realizaron en más de 50 ocasiones en territorio mexicano, de acuerdo con documentos judiciales.
«El gobierno de Estados Unidos y sus agencias tienen una larga historia de proporcionar beneficios e inmunidad a criminales para cometer crímenes, en pago por recibir información en contra de otros criminales», dijo la defensa de Zambada Niebla.
Dicha táctica, menciona la defensa, fue ampliamente usada por el Departamento de Justicia y sus agencias en «la guerra contra las drogas», sin que se tuvieran en cuenta las pérdidas de vidas ocasionadas ni la evolución del tráfico de drogas a Estados Unidos.
Basado en sus conversaciones con otro agente y con la dirección de la DEA, Manuel Castañón, que tomó parte en el caso de Zambada Niebla, explicó que la reunión inicial en México con los narcotraficantes debía explorar una cooperación potencial. «Es común que en un encuentro inicial con potenciales acusados cooperantes intentemos obtener la admisión de la mayoría de sus conductas criminales posibles y explorar qué tipos de información podría proporcionar acerca de la conducta criminal de otros, nosotros hablamos lo menos posible y escuchamos lo más posible», dijo Castañón.
Entre 2009 y 2011, la DEA estableció también contactos con miembros destacados del cartel del Golfo y de Los Zetas. Bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto, el número de agentes de la DEA en México disminuyó. Sin embargo, se ignora si la agencia mantiene los contactos con los carteles de la droga en busca de información sensible.