
Una de las principales cuestiones a la hora de prevenir el delito es contar con herramientas para detectarlo. En ese sentido, los recientes anuncios del Jefe de Gobierno en relación con la creación de un Mapa del Delito de la Ciudad de Buenos Aires son positivos: ese instrumento, que se alimentaría con información suministrada por todos los operadores del sistema de justicia penal –policía, juzgados, fiscalías, etc.– permitirá contar con una fotografía parcial de cómo opera la criminalidad en cada zona de la ciudad. Y sería parcial porque este mapa del delito cubre únicamente las conductas denunciadas: la llamada “cifra blanca” del delito. Para contar con información completa, se debería idear, además, un mecanismo para medir los delitos no denunciados. Para medir esa “cifra negra”, es decir todas aquellas conductas que no fueron denunciadas ante la policía o las fiscalías, parece necesaria la realización de una gran encuesta de victimización de la Ciudad de Buenos Aires.
Las encuestas de victimización son relativamente nuevas en el mundo de la criminología: la primera vez que se realizaron preguntas sobre criminalidad en una encuesta pública fue en la “Wartime Social Survey” de 1941, un estudio del gobierno británico para conocer cómo la sociedad continuaba con su vida durante la Guerra, y la fecha de nacimiento de ese tipo de estudios recién suele colocarse en 1972, con el lanzamiento de la “National Crime Survey” de los Estados Unidos. De cualquier manera, y a pesar de su juventud y de meterse de lleno en un tema sensible como es el delito, su eficacia para determinar la cifra negra y las actitudes de la población en relación con los operadores del sistema penal fue rápidamente aceptada. Hoy, prácticamente todos los países miembros de la OCDE realizan encuestas de victimización y las Naciones Unidas creó un modelo estándar de estudio para que adopten todos sus miembros.
En la encuesta de victimización, al entrevistado se le pregunta si él o alguien de su entorno fue víctima de una conducta que según sus ojos sería un delito, independientemente de si lo denunció o no y de si efectivamente encuadra en un tipo penal. También se averigua por qué la persona decidió denunciar o no la conducta, qué opinión se llevó del trámite impuesto a su denuncia por las fuerzas de seguridad, el Ministerio Público y los tribunales, si se siente seguro en su zona, etc. En definitiva, lo que se pretende es obtener una imagen general de la impresión de la ciudadanía respecto del delito.
Los resultados, en los países que han realizado estas encuestas, son muy interesantes. En Escocia, por ejemplo, la “Scottish Crime and Justice Survey” de 2012/2013 descubrió que apenas 39% de los delitos informados por los entrevistados habían sido denunciados a la policía, en gran medida porque la denuncia era requisito para cobrar el seguro de la casa o el auto violentados. Mientras, la inmensa mayoría que no denunció dijo que “el incidente fue demasiado trivial” (43%) y que “la policía no podría haber hecho nada para resolver mi problema” (41%). Los resultados son bastante similares a los de la “National Crime and Victimization Survey” de los Estados Unidos, donde sólo 37% de los incidentes informados por los entrevistados fueron denunciados, cifra que desciende aún más entre los hispanos, que en muchos casos preferirían contactarse lo menos posible con las fuerzas de seguridad. Así, se concluye que cuando se trabaja en materia de seguridad, la inmensa de las conductas delictivas no se denuncian y, por lo tanto, permanecen escondidas para el Estado. La realización de una amplia encuesta de victimización en la Ciudad de Buenos Aires, complementada con el Mapa del Delito, que ya prepara el Ministerio de Justicia y Seguridad, permitiría a quienes diseñan políticas en seguridad tener un panorama completo, la fotografía panorámica de la situación actual en la Ciudad de Buenos Aires. Además, la encuesta podría emplearse para conocer actitudes en relación con las fuerzas de seguridad: ¿los porteños confiamos en la policía federal? ¿y en la Metropolitana?– e incluso para detectar focos de violencia dentro de hogares. Sobre ese punto, desde 2012 quienes realizan la encuesta en Escocia concurren a la entrevista con una tablet y llegado un punto le piden al entrevistado/a que complete un cuestionario especial sin la ayuda de ninguna otra persona. Se trata de preguntas sobre violencia doméstica y sexual, que permiten que el entrevistado, que de otra manera no podría denunciar, visibilice su situación ante las autoridades estatales.
La Ciudad de Buenos Aires ya tiene experiencia en encuestas de victimización: las Leyes 2593 y 2883 imponen al Estado local la realización de estos estudios y en 2007 se elaboró la primera encuesta, que, con una metodología discutible, nos permitió a los porteños tener una primera impresión acerca del delito en nuestra ciudad.
Sabemos que las nuevas autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires han hecho de la seguridad una de sus prioridades y lo celebramos. Creemos que la realización de una encuesta de victimización se impone para conocer la cifra negra del delito y, en definitiva, diseñar e implementar políticas de seguridad que no sólo prevengan lo que ocurre sobre la superficie, sino también y en especial, lo que de otro modo no podría conocerse. Además, si el objetivo oficial de reducir el delito se cumple, nada más útil para el Gobierno local que poder demostrar en unos años que los porteños no sólo vivimos en una Ciudad más segura, sino que, mejor aún, nos sentimos más seguros y que vivimos más tranquilos.
Fuente: Bastión Digital.