| Historia de vida

La chica trans que combatió como soldado en la guerra de Malvinas

Tahiana Marrone tiene el síndrome XXY por el cual se tuvo que inyectar testosterona durante 30 años. Ahora busca conseguir un cambio de identididad.

Tahiana, a la derecha, con otros ex combatientes.

Tahiana, a la derecha, con otros ex combatientes.

Osvaldo Marrone es hoy Tahiana Marrone, una mujer trans, que combatió como soldado en las Islas Malvinas con sus compañeros de armas del Batallón de Ingenieros N°9, basado en la localidad de Sarmiento, en la provincia de Chubut. Fue destinado allí luego de haber ingresado en la colimba en enero de 1982, tras dejar su casa en la localidad cordobesa de Corral de Bustos.

Es probable que sea uno de los casos más llamativos de los cambios sufridos por los veteranos de guerra, a 35 años de la guerra. Tahiana no sólo sufrió en Malvinas. También la pasó mal cuando volvió al continente y tuvo que hacer frente a una extraña alteración genética, el síndrome de Klinefelter, que afecta a uno de cada mil hombres.

“El síndrome de Klinefelter, también denominado «síndrome XXY», es un trastorno genético bastante frecuente que sólo puede afectar a personas de género masculino. Ocurre cuando un bebé nace con un cromosoma sexual de más en la mayoría de sus células. Muchos niños con síndrome de Klinefelter no presentan signos ni síntomas de este trastorno y hay algunos que ni siquiera saben que lo tienen hasta que se hacen adultos”, define la página de kidshealth.org.

Hace dos años, Tahiana dejó de aplicarse las inyecciones de testosterona que le dieron durante 30 años, a partir de los 21, para suplir la que no generaba su organismo como consecuencia de esa alteración genética, según informó el diario cordobés Día a Día, que dio a conocer su historia.

“El síndrome de Klinefelter suele hacer que los testículos del niño crezcan con mayor lentitud que en otros niños. Este síndrome impide que los testículos generen cantidades normales de esperma y de la hormona testosterona. La testosterona repercute en la forma en que se desarrolla un niño, tanto corporal como sexualmente. Sus bajos niveles hormonales y sus problemas para producir esperma dificultan o a veces imposibilitan que las personas afectadas por este síndrome puedan tener descendencia cuando sean adultas”, agrega el sitio especialidad.

“A mi me gustaban las mujeres, pero tenían tendencias femeninas. Yo era un hombre pero mi cuerpo era de una mujer”, cuenta Tahiana. Cuando descubrió a los 21 años que le faltaba testosterona, comenzó el tratamiento para aplicarse las inyecciones y desarrollar una vida de varón normal. Y con el tiempo, hizo lo que hacían todos los varones en aquellos años: se casó y tuvo dos hijos.

“Con las inyecciones podía tener relaciones sexuales. Pero te alteran mucho, te provocan cambios de carácter, estaba de muy mal humor, y tienen muchas consecuencia en el físico. Cólicos renales, por ejemplo. Hace unos años me tuvieron que internar durante una semana por los dolores que tenía”, explica.

El síndrome XXY fue el tema de la película de la directora Lucía Puenzo, que llevó ese título, y fue estrenada en 2007. Contaba la historia de una pareja de argentinos que se había ido a vivir a Uruguay, a una cabaña en la playa, con una hija adolescente, a la que se presentaba como hemafrodita, que son las especias que tienen los dos sexos, algo imposible entre los humanos. Una licencia artística, ya que los hombres que padecen el síndrome de Klinefelter, sólo tienen genitales masculinos.

“El síndrome lo descubrimos hace poco más de dos años. Mi endocrónologa me dijo si me quería hacer el estudio y dio que tengo un 78% de cromosomas XXY. Por lo menos me saque las dudas. Mi cuerpo le decía a mi mente dejá de matarme”, relata.

Cuando su médica le confirmó que tenía el Síndrome de Klinefelter, decidió dejar de aplicarse las inyecciones de testosterona “y que sea los Dios quiera”. Los pechos se le comenzaron a desarrollar, por lo que consultó a una ginecóloga, quien le hizo una mamografía. “Tenía desarrollado los pechos y las glándulas mamarias”.

Tahiana dice que con las inyecciones “me masculinicé” bastante, pero con los años el tratamiento se fue haciendo cada vez más invasivo. No así la estructura ósea, que es la de una mujer. Cuando la inyectaban se sentía hecha una piltrafa. Hasta que hace dos años dijo basta.

Paró con las inyecciones y comenzó aceptar lo que su cuerpo decía. Las hormonas femeninas comenzaron a hacer lo suyo también. Y Osvaldo decidió convertirse en mujer. Iniciar los trámites para rectificar su partida de nacimiento (trámite que se encuentra demorado) para sacar su nuevo DNI.

A las Malvinas llegó en la tarde del 2 de abril. Primero estuvo en la Isla Soledad y luego pasó a la Gran Malvina, escondida en un pozo, soportando los bombardeos día y noche, hasta que terminó la guerra. Con los veteranos de guerra participó en varias reuniones. Pero hace poco fue la primera vez que se presentó como Tahiana.

“Me hicieron sentir muy bien. No me discriminar para nada. Fue todo muy bien. Me trataton como una reina. Imaginate, era la única mujer entre tantos hombres”.


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